Si alguien aún dudaba de que la Argentina es el país donde lo único previsible es su imprevisibilidad, ayer tuvo la enésima prueba de lo contrario. Aquí siempre puede pasar cualquier cosa, decimos los argentinos, y los extranjeros nos escuchan con una actitud que combina sorpresa con un escepticismo que remite a nuestra fama de eternos exagerados. Pero no, no exageramos.
Ninguna encuestadora estuvo ni relativamente cerca del resultado que se obtuvo en las PASO 2019. Lo inesperado, como viene sucediendo en muchas elecciones a lo largo del planeta en los últimos años con el BREXIT, Trump, Bolsonaro, los Acuerdos de Paz en Colombia, la Independencia de Escocia, emergió exhibiendo una realidad que ni los más optimistas de un lado ni los más pesimistas del otro imaginaron. Algo pasa con las encuestas, no sólo en nuestro país, que hace que las actitudes políticas se hayan vuelto tan esquivas a las cuantificaciones.
Desde ya hubo señales. Si uno acumulaba los resultados de la PASO 2015, la sumatoria de los votos peronistas y en ese momento “filoperonistas”, como el de Solá/Massa, alcanzaba una cifra impactante en la Provincia de Buenos Aires: casi el 60%.
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Cuando empezaron a aparecer encuestas en las que la fórmula de Alberto Fernández superaba con cierta holgura el 40% de los votos, comenzaba a delinearse un fenómeno que se haría visible el domingo. La estrategia de unificar el peronismo urdida por Cristina Fernández, aún a costa de convivir en una lista con dos de sus más acérrimos críticos, como lo habían sido Alberto Fernández y Sergio Massa, cumplía sus objetivos.
La máquina peronista empujaba a todos sus vagones otra vez. Faltaban dos condimentos: 700 mil jóvenes nuevos votantes se sumaban al padrón electoral en la provincia de Buenos Aires y, como es sabido, no son los jóvenes el electorado que más acompaña al oficialismo. Como si esto fuese poco, sectores medios vieron crecer sus gastos en servicios públicos, a la vez que la inflación derretía sus salarios o, si eran pequeños comerciantes o profesionales, veían menguar sus ingresos por merma en sus actividades.¿Qué pronóstico nos habría dado una computadora cargada con todos esos datos? Seguramente algo parecido a los resultados de las PASO 2019. Matemática electoral más lógica de bolsillo.
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Podríamos preguntarnos: ¿y las denuncias y condenas por corrupción, la obra pública, la lucha contra el narcotráfico? Los votantes en todo el mundo privilegian su subsistencia económica antes que otras cuestiones, si entienden que está amenazada. La crisis económica europea de 2008/2010 lo certifica. Ningún oficialismo fue reelecto, sin importar si era de izquierda o derecha. No parecía viable una buena elección para el presidente Macri en este contexto. Lo muestra el hecho de que apenas lograra retener su núcleo duro de votantes.
La campaña de Alberto Fernández logró una victoria estratégica, y en campañas electorales esto es clave. Más allá de los numerosos errores y descoordinaciones que exhibió en muchos momentos, instaló la idea de que el peronismo es parte de las soluciones y no de los problemas que aquejan al país. “Todo lo malo que sucede es culpa de la gestión actual y nosotros traemos la solución.” Absolutamente meritorio para quienes gobernaron 14 años seguidos el país.
Se suele decir que una estrategia exitosa en un contexto favorable garantiza el éxito electoral. Esto parece haber sucedido el último domingo.
*Director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano.
