Ajenos a cuanto arquitecto enfocado en gentrificar barrios o al desarrollo de proyectos inmobiliarios elitistas, alejados de diseñadores dedicados al marketing y al branding, sin desmerecer esos trabajos, coexisten profesionales de dichas áreas encauzados en tareas menos esteticistas. Es así como una pequeña porción de ellos se dedica a proyectos de diseño y arquitectura social.
El diseño y la arquitectura social tienen como eje principal la transformación de la comunidad en base a sus necesidades e intereses con su territorio. Refieren al fortalecimiento de redes con la comunidad para la que se está desarrollando el proyecto. De esta manera, se trabaja en forma conjunta con ella, revalorizando el papel de los usuarios. Los arquitectos y diseñadores sociales deben mimetizarse con la población con la que están trabajando. No ser autores y espectadores externos. Así es como se fomenta un propósito de respeto frente a la identidad territorial de los habitantes.
El arquitecto nipón que hará una plaza sobre un basural
La arquitectura y el diseño social toman como motor primordial la usabilidad del objeto en construcción. Esteban de Manuel (2009) lo explica destacando la necesidad de “preocuparse por el habitar, por el uso, por la respuesta a un caso, a una situación, como motor del proyecto, frente a la predeterminación formal basada en una ideología estética”.
El mundo implementa cada vez más estos fundamentos, y la Argentina no se queda rezagada. Algunos ejemplos locales son las fábricas recuperadas o el barrio intercultural en San Martín de los Andes (Lihuntun Inchin Mapu), reflejado en el documental “Amanecer en mi tierra”, de Ulises de la Orden.
Un gran referente para la arquitectura social argentina es Fermín Estrella, arquitecto fallecido en diciembre del 2014. Promotor-constructor-luchador por el derecho a la tierra, la vivienda y el urbanismo social participativo, ponía énfasis en el rol activo de la comunidad que habitaría el terreno. Uno de sus últimos proyectos fue en el Barrio Papa Francisco de Villa Lugano, donde trabajó en la propuesta de programa de saneamiento, construcción de viviendas y centros comunitarios, pidiendo la urbanización del asentamiento.
Si hablamos de diseño, el Estudio Erizo innova en el ámbito editorial inclusivo, dedicándose a la creación y edición de libros ilustrados para la población vidente y no vidente. Trabajan con impresión en tinta y en relieve de textos e imágenes, con técnicas adecuadas para la lectura táctil. Un interesante objeto editorial es “Genoveva”, de Laura Spivak.
Vive en la Villa 31, estudia Arquitectura y proyecta la construcción de un hospital
En 2016, el Hospital de Pediatría Garrahan llamaba la atención por la gráfica que hizo un equipo compuesto por los diseñadores gráficos Federico Gutiérrez y Alejandro Albornoz, en conjunto con los ilustradores Víctor Carbajal y Diego Ferrer. Su trabajo consistió en transformar los espacios de espera del hospital en ambientes acogedores, amigables y contenedores. Lo llevaron a cabo creando una historia gráfica que tiene como protagonistas a animales, teniendo como finalidad reducir la ansiedad de los niños en su estadía en el hospital.
Tales casos sirven para repensar y analizar si nuestra profesión, tanto de diseñadores como de arquitectos, está siendo útil en pos o en contra de los sectores más vulnerados, si acaso nuestras herramientas son transformadoras de la realidad social en los tiempos actuales o si somos indiferentes de las necesidades de los sectores que requieren inclusión e igualdad.
* Docente de la Licenciatura en Diseño Gráfico de la Universidad de Belgrano.