OPINIóN
Internacional

Oriente Medio: la política por otros medios

Al analizar los últimos acontecimientos en la costa oriental del Mediterráneo, se podría decir que en esta parte del mundo “la guerra es la continuación de la política por otros medios” como escribió e hizo célebre el estratega prusiano Carl Von Clausewitz en el siglo XIX.

Siguen los misiles entre Israel y Palestina en un conflicto sin fin
Siguen los misiles entre Israel y Palestina en un conflicto sin fin | AFP

Al analizar los últimos acontecimientos en la costa oriental del Mediterráneo, se podría decir que en esta parte del mundo “la guerra es la continuación de la política por otros medios” como escribió e hizo célebre el estratega prusiano Carl Von Clausewitz en el siglo XIX.

De hecho, los enfrentamientos duraron 11 días y dejaron más de 250 muertos –y muchas sospechas de que se cometieron crímenes de guerra– tuvieron poco que ver con las eternas disputas entre judíos y árabes sobre religión, cuestiones de territorio o la propia historia que divide a palestinos e israelíes. Tuvieron eso si, una descarada motivación política tanto del lado de Israel como de Palestina.

Antes de los disparos, Benjamín Netanyahu estaba en serias dificultades.

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Conocido como “el mago”, por su probada capacidad de sobrevivir en la alta política, el Primer Ministro isrealí no conseguía formar un gobierno. La guerra, aunque no buscada, funcionó como una auténtica huida hacia adelante. Fue un intento de consolidar su imagen como único garante de la seguridad de Israel y así debilitar las posibilidades de sus rivales a formar una coligación alternativa.

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Sin esa alternativa de poder, el País avanzaría hacia nuevas elecciones –por quinta vez en dos años– y Netanyahu mantendría viva la esperanza de extender su reinado, que ya lleva 12 años, y enfrentar un juicio por corrupción desde el asiento de Jefe de Gobierno.

Ocurre que, por extraño que parezca, la historia contada desde la barricada palestina no es muy diferente.

Recordemos que el mes pasado deberían haberse celebrado elecciones parlamentarias en Palestina, las primeras en 15 años. El Presidente Mahmoud Abbas decidió postergar el acto sine die, invocando la falta de permiso por parte de Israel para votar en Jerusalén. Sin embargo, la verdadera razón parece ser el pobre desempeño de su partido en las encuestas, que favorecen al grupo islámico Hamas.

Por supuesto, que mientras se disparaban misiles no se habló del tema y que el actual clima de inseguridad a pesar del alto el fuego, no recomienda convocatorias electorales.

En efecto, el conflicto israelí-palestino es la ley de Murphy aplicada a la política: si algo puede salir mal, saldrá mal y de la peor manera.

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A pesar de la baja calidad de los protagonistas actuales, según sus respectivos pueblos, la verdad es que el poder se prepara para caer en manos quizás aún más imprudentes. En este momento el sucesor más probable de Netanyahu es el líder de la derecha radical, Naftali Bennett. Al mismo tiempo en Palestina, los tentáculos de Hamas, considerados un grupo terrorista, están cada vez más evidentes e imparables.

Un impulso entre el nacionalismo judío y el radicalismo islámico no ofrece cualquier posibilidad de paz. Creo, además, que nunca hemos estado tan lejos del espíritu que construyó los acuerdos de Oslo y que la comunidad internacional poco puede hacer, más allá de bajar la temperatura.

¿Qué podemos hacer, entonces nosotros, los que no renunciamos a la paz? Nos queda esperar pacientemente que haya un equilibrio y ambos pueblos puedan convivir. Pero lo que es seguro, es que no podemos consentir lo que la Argentina hizo con su voto en la ONU, que es tomar partido por el grupo Hamas.

 

* Oscar Moscariello. Politólogo. Ex Embajador en Portugal.