OPINIóN
Rebrote de coronavirus

La nueva ola de contagios y la culpa adolescente

Una vez más se intentará responsabilizar a las y los adolescentes. Ahora se los culpará de la expansión del coronavirus y de la nueva ola, como cuando se propone bajar la edad de punibilidad creyendo que así se combatirá la delincuencia.

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FIESTAS EN PLAYAS | AGENCIA SHUTERSTOCK CEDOC

Más allá de ciertas responsabilidades y descuidos, las y los adolescentes con sus acciones también denuncian su malestar, la enfermedad y el desorden social que les heredamos. En Malvinas o Cromañón, en la trata de personas o para que se sostenga el negocio de las drogas y otros consumos, son usadas y usados, víctimas de la perversión, de la irresponsabilidad o de las oscuras intencionalidades de los adultos. Pero hoy, mientras la pandemia hace sus estragos en la salud y en la economía mundial, hay que buscar culpables para aliviar culpas.

Una vez más se intentará responsabilizar a las y los adolescentes. Ahora se los culpará de la expansión del coronavirus y de la nueva ola, como cuando se propone bajar la edad de punibilidad creyendo que así se combatirá la delincuencia. Ese vicio de simplificar embota los sentidos y la razón. No debemos olvidar una premisa fundamental: la adolescencia se revela (y se rebela) en el mundo externo construido por los adultos. En una fiesta clandestina, o en una playa superpoblada, se juega la trasgresión adolescente pero también la ausencia de los adultos.

Cómo manejar la angustia de los adolescentes en cuarentena

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La adolescencia es la etapa de la experimentación, tiempo de ponerse a prueba pero también de poner a prueba la consistencia de los adultos. No hay adolescencia sin trasgresión, sin un intento de ir más allá de lo permitido; ¿lo permitido por quién? Por los adultos, los que estructuran la vida familiar y social. Hay, en el proceso de crecimiento, un intento de liberarse de los padres, un deseo de muerte simbólica para establecer una identidad desarrollada y autónoma. La tensión adolescente es el resultado de la niñez que se tiene que soltar, y el pasaje hacia la adultez que empieza a practicarse. En ese tiempo cobra una dimensión más significativa el grupo de pares, donde las y los adolescentes buscan los emblemas y las identificaciones que antes tomaban del seno familiar. Así, poniendo en tela de juicio lo aprendido, van dejando detrás lo infantil, donde “eran de los padres” y se hacía lo que ellos dictaminaban, para pasar a un periodo de apropiación de la vida: el armado de la personalidad.

El coronavirus y las consecuentes cuarentenas crearon un clima más que adverso para todas las etapas de la vida. Pero sin lugar a dudas las más afectadas fueron la vejez, por el riesgo real de que tras el contagio podría llegar la muerte; y la adolescencia, por ser el momento de la vida ligado a la salida del hogar, la exogamia, la conquista del mundo externo. En el curso de la pandemia quedó evidenciado que en la niñez y en la adolescencia no había, en el caso del contagio, consecuencias graves. ¿Cómo frenar entonces a las y los adolescentes del retorno a la vida en el afuera?

Adolescentes en cuarentena: consecuencias psicológicas

Más allá de las singularidades, en líneas generales las niñas y niños encontraron dentro de sus hogares la contención, los juegos, y más encuentros con los padres, beneficioso para ambos. Pero no sucedió lo mismo con los hijos y las hijas adolescentes. La presencia constante de adolescentes dentro de las casas es contranatural. Por eso, obligados a la vida intrafamiliar, se “refugiaron” en sus habitaciones y en el campo virtual, y en los escasos encuentros familiares se generaban roces lógicos por la tensión acumulada. Antes de la pandemia, en aquella vida “normal”, los padres se quejaban de la poca presencia de sus hijos e hijas dentro del hogar. Se podía escuchar la clásica frase, “esto no es un hotel”, ante la intrusión fugaz del adolescente. Hoy, luego de tantos meses de confinamiento, no solo los jóvenes salieron con desesperación a reconquistar la vida en las calles, sino también los adultos, pero de maneras más solapadas.

¿El accionar adolescente es la respuesta a la nueva ola de contagios? Una vez más se recurre a la culpa y el castigo en vez de analizar en profundidad las fallas en el sistema social que las y los adolescentes denuncian con sus modos de manifestarse.