OPINIóN
Análisis

País fierita...adagio de un país roto

Un país de disvalores revolcado y confundido en el mismo lodo como en cambalache, donde siempre ha habido chorros y maquiavelos. Donde da lo mismo un burro que un gran profesor, como nos advierte Discépolo.

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El marginal | Underground

Luego de ver, rever y volver a ver el mensaje intimidatorio -sin confusiones ni retractaciones confusas adrede- que vomitó contra el dibujante Nik y su familia, por la red social del pajarito, Su Excelencia el Ministro de Seguridad de la Nación, Dr. Aníbal Fernández, abogado de profesión y provocador sin barreras, recordé la escena de “El Marginal” donde en el capítulo 3 de la Temporada 1, Diosito (preso difícil si los hay) ve pasar a la Licenciada Emma Molinari, funcionaria del penal y sucede lo siguiente:

Diosito: (chistando) Licenciada…

Molinari: ¿Qué tal?

Diosito: Justo quería verla.

Molinari: ¿Qué necesitás?

Diosito: Quería saber por qué tiene usted tan mala opinión de mi…(silencio profundo). Y por qué carajo me querés cagar la salida transitoria.

Molinari: Mirá, no sé qué sabés, ni quién te dijo qué. Pero acá nadie está autorizado a dar información sobre los informes que escribimos de los internos.

Diosito: Vamos a hacer una cosa…( Diosito saca su celular y le muestra una foto a la Licenciada Molinari) ¿Viste este lugar...5to C ¿No?

5to C es la casa de Molinari. Fin de la escena.

Diosito ejerce un evidente maltrato psicológico sobre la Lic. Molinari.

Nadie puede decir que Diosito la amenazó, ni tuvo algún tipo de ejercicio de violencia física. Solo sugirió, solo eso. Sugirió.

Violencia social: el mundo como "El juego del calamar"

Fui directo a ese recuerdo frente al tweet del Ministro de (in)Seguridad de la Nación, que también sugirió, solo sugirió, tratando de tener coartada para el escape, como Diosito, como los barrabravas (que tanto conoce el Señor Ministro) que se asocian a los clubes para simular ser simpatizantes, cuando son lo otro, son los violentos que transforman en un calvario la presencia de papás, hijos, abuelos, familias cada vez menos presentes en las tribunas.

Una sensación de país barrabrava, de país “fierita”  me persigue hace tiempo.

Cuando otro Fernández, en este caso Alberto, también abogado y que actualmente funge en carácter de Presidente de la Nación Argentina, argumenta con ahínco que el mérito es banal, que es insustancial el esfuerzo para llegar a las metas, mientras  recibe a L-Gante, un chico de pensamiento y acciones confusas, capaz de poner ejemplos de superación e insistir frente a miles de sus seguidores que “vengo del barrio, acá hay gente de mi edad, si tienen metas, denle para adelante, todo se puede cumplir y no hace falta tener siempre lo mejor” dice  mientras lo envuelven inmensas ovaciones que cubren estadios noche tras noche.

Cuando termina el show en Rosario, días atrás, se abraza y fotografía con Ariel Máximo Cantero, fundador de la banda delictiva conocida como Los Monos. Foto que tal vez proponga una gran equivalencia con la compartida en la quinta de Olivos con el Presidente Fernández.

La justificación de Aníbal Fernández por el tuit a Nik: “Él vive agraviándonos y nadie le dice nada"

Un país de disvalores revolcado y confundido en el mismo lodo como en cambalache, donde siempre ha habido chorros y maquiavelos. Donde da lo mismo un burro que un gran profesor, como nos advierte Discépolo.

Un país escenario del drama que se lleva la vida de Lucas en las inseguras calles de Quilmes, herido de muerte a sus inconclusos 17 años, cuando apenas días antes se acallaban los sonidos de la fiesta millonaria que la Intendenta Mendoza le regaló a los vecinos locales que no tienen asfalto, ni seguridad.

El país del Gobernador Kicillof, que no‘pudió’ (pudo) abrir escuelas en la cuarentena para que ‘haiga’ (haya) clases pero si´pudió’ (pudo) ofrecer viajes de egresados que no egresaron, porque no estudiaron.

Este país oscuro donde nos han traído, es el país donde te matan por un celular y del que nuestros chicos se quieren ir. Un país de violencias cotidianas, de horizonte borroso.

El periodismo fierita

Un país que amaga insistentemente con ser potente, poderoso y desarrollado, mientras nuestro “otro yo” - el yo del país fierita- hace de las suyas para mantenernos en la ciénaga del narcotráfico, en la ignorancia que producen las escuelas cerradas, en la desesperanza de las persianas caídas y las fábricas vacías.

Pero somos también un país  que da señales de intentar ponerse de pie, que no se resigna a lamentos e inacciones y a buscar culpables en los otros, sin asumir nuestra cuota parte del desastre.

Describir el país “fierita” no es tan difícil. Tocarlo está al alcance de la mano. Verlo y no hacernos los distraídos, es una cuestión a decidir. Si queremos ir hacia la historia con grandeza, o dejar pasar la oportunidad, mientras hacen y deshacen aquellos  que nos ofrecieron la tierra prometida y nos trajeron aquí.

 

 

* Patricia Pérez Directora ILAPyC. Instituto Latinoamericano Paz y Ciudadanía.