OPINIóN
Comparaciones

Peronismo a la madrileña

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Rajoy. Dijo que: “Un tema que me preocupa es resucitar el viejo debate ricos-pobres”. | Europa Press

A Evita la recibió una multitud en el Aeropuerto de Barajas en 1947.

Juan Domingo Perón estuvo exiliado en Madrid 13 años.

Isabel Martínez de Perón sigue viviendo a las afueras de la capital española desde 1981.

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Pero en España nadie entiende qué diablos es el peronismo, aunque todos crean que sí lo saben.

Algunos memoriosos lo relacionan con las toneladas de trigo que llegaban en barco cuando el hambre hacía crujir los huesos en la posguerra.

Para otros Perón es sinónimo de Franco.

Hay quienes lo tildan de falangista de izquierda.

Más cerca en el tiempo, Podemos estrechó vínculos con el kirchnerismo, y para muchos, eso fue sinónimo de chavismo y social-comunismo.

Como verán, el arco narrativo de qué significa el peronismo para los españoles es tan amplio como confuso, pero hay un sector político que últimamente logró capitalizar esa identidad vacante y se transformó en su principal antagonista.

Y me refiero a la derecha vernácula que logró instalar como “sentido común” que peronismo es sinónimo de corrupción, despilfarro y demagogia.

Y la razón por las que estas ideas han penetrado con tanta fuerza es por obra y gracia de una derecha política y mediática que ha sido tremendamente eficaz en transformar un vacío conceptual en una victoria discursiva. Se apropiaron de un significante en disputa y lo cargaron de ideología. La operación fue un éxito y lograron hacer gárgaras con una palabra que les encanta escupir: peronismo, el mejor alumno de ese maestro diabólico llamado populismo.

Como muestra alcanza lo que ocurrió la última semana en tierras ibéricas.

En un foro internacional que reunía a políticos con empresarios, el ex presidente Mariano Rajoy, al criticar el impuesto a la riqueza que el gobierno de Pedro Sánchez aplicará a las rentas más altas, lanzó: “Hay un tema que me preocupa mucho que es resucitar de nuevo el viejo debate ricos-pobres. Eso es muy peligroso, eso es populismo, eso es Perón, con todos mis respetos, Mauricio. Ponemos a Perón y a Robin Hood en el gobierno y ya hemos cuadrado el círculo”.

Mauricio es Macri, quien ese mismo día en una entrevista periodística enfatizaba que “el populismo no funciona. La Argentina de Evita y de Perón inventó el populismo, pero será Argentina el primer país en quitarse ese populismo de encima”.

Un año atrás, el 16 de octubre de 2021, el entonces líder del Partido Popular, Pablo Casado, ya agitaba la misma bandera. “Si un extraterrestre llega al mundo y dice ‘un país con pastos, minería, con pesca, con petróleo’, señala Argentina. ¿Qué le pasó a Argentina? Seis décadas de peronismo”.

Ni lerda ni perezosa, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, culminó la semana con el mismo hit. Para pegarle al gobierno socialista, recurrió a esa palabrita mágica que pareciera resumir todo aquello que está mal. Y dijo:

“Es el gobierno que primero crea la pobreza para luego crear dependencia del Estado. Es populismo fiscal, le quitan el dinero a la gente para luego, como hacen los peronistas, repartirlo en pagas, ayudas o subsidios”.

 —¿Pero es de derechas o de izquierdas? me pregunta un amigo español con más enojo que curiosidad.

—Depende, le digo. Del momento histórico, de quién sea el líder, de qué convenga más.

(Silencio, pide una caña).

—¿Son más de intervenir en la economía o dejar librado al mercado?

—Depende. Tuvimos a Menem y a Kirchner.

(La segunda caña ya viene con un pincho de tortilla).

Podemos tomar veinte cañas y comernos 15 tapas, pero mi interlocutor seguirá confundido.

—A ver si me aclaro… si un peronista estuviese hoy aquí en España, ¿a quién votaría? No me digas nada, me dirás que depende, ¿no?

Antes de irnos del bar, ensayo una última explicación.

—El peronismo es un sistema político en sí mismo. Ahí cabe todo. Se pareció a Aznar con Menem, se pareció a Zapatero con Néstor Kirchner, se pareció a Podemos con Cristina Fernández, se quiere parecer a Sánchez con Alberto Fernández…

Al salir miramos hacia arriba. Estaba la tele puesta en las noticias. Isabel Díaz Ayuso nos miraba a los dos. El graph era contundente: “Me niego a que el peronismo arruine el motor económico de España”.

*Consultor en comunicación política. Director del Posgrado en Literatura y Discurso Político de Flacso.