OPINIóN
El lugar de Argentina

Política exterior, autonomía y desarrollo

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Argentina. | Pixabay

Como en muchas oportunidades, una de las mentes más lúcidas del pensamiento internacional argentino ha planteado otro debate, como lo hiciera con la equidistancia entre Estados Unidos y China. En esta ocasión, Juan Tokatlian, en “La autonomía en nuestra política exterior” –publicado recientemente en un matutino porteño–, nos interpela a repensar el concepto en el plano de la política exterior argentina.

Este tema políticamente problematizado, junto con el de la inserción internacional, han atravesado toda la literatura desde que el pensamiento de la política exterior tomó robustez teórica. Ambos se entrecruzaron, sobrevolaron y muchas veces profundizaron el concepto de desarrollo. Por cierto, no todas las escuelas de pensamiento lo incorporaron, al dar por supuesto que era estudiado por otras disciplinas o porque consideraban que no es un derecho de la Argentina pensarlo y plasmarlo en la realidad.

El mismo autor, junto a Roberto Russell (2002), en “De la autonomía antagónica a la autonomía relacional: una mirada teórica desde el Cono Sur”, analizan las dos grandes corrientes de pensamiento que teorizaron sobre la autonomía: el realismo de la periferia (Juan Carlos Puig y Helio Jaguaribe como iniciadores) y el utilitarismo de la periferia (principalmente Carlos Escudé y sus discípulos).

La única alternativa es un neodesarrollismo moderno y complejo

Por cierto, la continuidad teórica y ético-normativa del desarrollo es profundizada por la prestigiosa Escuela de Rosario –iniciada por Bruno Bologna– y la Escuela Socio-Histórica –encarnada en Mario Rapoport–. Esta relación fue teorizada en profundidad en la publicación coordinada por Anabella Busso (2016) Modelos de desarrollo e inserción internacional. Asimismo, el pensamiento estructuralista latinoamericano y la economía política internacional –que se referencia en la agudeza intelectual de Diana Tussie– otorgan al concepto de desarrollo un entendimiento más sólido.

Consideramos que son el autonomismo –que tanto ha contribuido a mantenerlo vigente Alejandro Simonoff–, la Escuela Socio-Histórica, el neoestructuralismo y la EPI los paradigmas que permiten seguir profundizando el concepto de interdependencia hegemónica que engloba los tres pilares centrales de la política exterior: la inserción, la autonomía y el desarrollo.

La interdependencia hegemónica plantea que existe una estructuración interdependiente pero asimétrica del orden global que se comprende a partir de las siguientes dimensiones internas y externas: la sociopolítica, la coalisional, la económica, la de defensa/seguridad internacional y la ideológica. Hay una estructuración del sistema internacional interdependiente pero dominado por una hegemonía de actores centrales sobre los periféricos.

El reloj del fin del mundo

Para comprender la posibilidad de pensar una autonomía para el desarrollo, debemos tener en cuenta en qué grado de poder real se encuentra la Argentina frente a esas dimensiones en el plano interno y externo. No existe posibilidad alguna de construir un modelo de inserción internacional inclusivo si el país no construye capacidades materiales y cognitivas que lo acoplen al sendero del crecimiento integral dentro de la lógica del capitalismo y conducido por elites desarrollistas en la esfera de la academia y la política.

La falacia teórica de dividir política exterior y desarrollo –o peor aún, mencionar el desarrollo dentro de los esquemas que generaron el subdesarrollo– genera la fijación de un statu quo que fortalece el peor de los escenarios: el des-desarrollo. Esto es, un modelo económico y su expresión de patrón internacional que no solo mantiene la estructura que hasta el momento fosilizó el ascenso de los países del sur global a niveles aceptables de crecimiento distributivo, sino que los retira de esa competencia.

La única alternativa es claramente un neodesarrollismo moderno y complejo, que comprenda la configuración del sistema mundo actual. Esto nos alejará del contrario lógico del interés nacional en el cual “los Estados pequeños a menudo son tratados como objetos, no como sujetos de las relaciones internacionales” (Neumann y Gstöhl, 2006. Small States in International Relations).  

*Politólogo y doctor en Ciencias Sociales. Profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires.