La política argentina se ha vuelto un territorio de vínculos efímeros: los electores cambian de preferencia de una elección a otra, las lealtades partidarias se diluyen y las reglas mismas del juego democrático aparecen en disputa.
Entre la volatilidad del voto, la división sobre la obligatoriedad del sufragio y la apertura a innovaciones como el voto online o la elección popular de jueces, lo que emerge es una ciudadanía menos previsible, pero también más permeable a ensayar nuevas formas de participación.
De acuerdo a nuestro estudio de Creencias Sociales del Observatorio Pulsar (UBA), seis de cada diez argentinos (64%) cambian su voto según la elección, mientras que apenas un tercio (28%) mantiene fidelidad a un mismo partido. La excepción es el peronismo, que conserva una base relativamente más sólida; en Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza predominan los votantes cambiantes.
A diferencia de décadas pasadas, el voto ya no está atado a identidades duraderas sino a decisiones coyunturales. Lo que en América Latina se estudia como volatilidad estructural hoy se expresa en Argentina como un signo de época: la estabilidad de los gobiernos depende cada vez menos de vínculos estables con el electorado. ¿Voto obligatorio o voluntario?
Qué piensan los argentinos
La sociedad aparece partida en dos mitades casi exactas: un 55% prefiere mantener la obligatoriedad, mientras que un 43% opta por el voto voluntario. Lo interesante es que esta división no se concentra en un grupo particular: atraviesa edades, niveles educativos y simpatías políticas.
En contextos de apatía o cansancio democrático, incluso las reglas básicas de participación se vuelven un terreno en disputa.
Casi la mitad de los consultados (46%) vería con buenos ojos incorporar el voto online como modalidad alternativa. El apoyo se concentra en jóvenes, votantes de Juntos por el Cambio y ciudadanos con alto interés en política.
Sin embargo, un tercio directamente no sabe qué contestar, lo que sugiere tanto resistencia al cambio como desconocimiento de sus implicancias. Entre la promesa de modernización y la incertidumbre, se abre un terreno fértil para el debate sobre cómo digitalizar sin erosionar confianza.
Jueces en las urnas: democratizar la justicia
En un país donde la justicia arrastra altos niveles de desconfianza, sorprende un amplio consenso: la mayoría quiere elegir a los jueces nacionales por voto popular. Se trata de una demanda que, lejos de dividir, aparece transversal a casi todas las identidades políticas. Aquí se expresa una búsqueda de mayor cercanía y legitimidad social. Las elecciones de los integrantes del Poder Judicial han sido, además, uno de los puntos en discusión de los últimos años en la región.
Las reformas implementadas en Bolivia y en México han abierto una arena de debates sobre el proceso de selección de los jueces, ese tercer poder que orbita en equilibrio entre el Legislativo y el Ejecutivo. Es, en definitiva, una pregunta sobre las bases de la legitimidad del equilibrio republicano que domina a los presidencialismos latinoamericanos.
Si algo enseña este informe es que el electorado argentino del siglo XXI combina dos rasgos en apariencia contradictorios: una fuerte volatilidad electoral, que erosiona las lealtades partidarias, y una notable apertura a reformas en la mecánica institucional. Lejos de la estabilidad de antaño, los consensos de hoy son frágiles y transitorios.
En este sentido, el desafío de fondo no es solo reconocer los patrones que emergen, sino cómo canalizar esa demanda de reforma sin poner en riesgo la legitimidad del sistema político en su conjunto.