OPINIóN
Columna de la USAL

Higiene y seguridad en el trabajo... ¿y en el hogar?

En el ámbito doméstico no contamos muchas veces con el conocimiento, herramientas y medios para prevenir accidentes.

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Accidendes domésticos | Gentileza Ramiro Calafell Carranza

El jueves pasado 21 de abril se celebró en nuestro país el Día Nacional de la Seguridad e Higiene en el Trabajo. Como todos los años, en esta fecha se conmemora en la Argentina la sanción de la Ley 19.587 de Higiene y Seguridad en el Trabajo, que constituye hasta el día de hoy el marco fundamental y fundacional de una disciplina fundamental para cualquier actividad.

Este año es particularmente importante porque esta ley madre cumple 50 años y esto nos lleva a reflexionar sobre la importancia de la prevención de accidentes y enfermedades profesionales. 

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 Asimismo, el 28 de abril próximo se celebrará el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, establecido desde 2003 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), cuyo lema este año es: "Actuar juntos para construir una cultura de seguridad y salud positiva".

Condiciones físicas inadecuadas, una excesiva carga horaria, la falta de capacitación adecuada, escasa motivación y reconocimiento y actitudes riesgosas son algunos de los factores por los cuales las enfermedades y los traumatismos relacionados con el trabajo provocaron la muerte de 1,9 millones de personas en 2016, según estimaciones conjuntas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). A nivel nacional, la Superintendencia de Riesgo de Trabajo (SRT) informó que los fallecimientos relacionados con accidentes de trabajo (AT) o enfermedades profesionales (EP) en el año 2020 fueron 512, a pesar del aislamiento y la caída de la actividad industrial, administrativa y comercial. Mientras que los AT y las EP remontaron a 259.350 casos en el país en el mismo período.

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En esta semana de la seguridad e higiene reconocemos que existe a nivel laboral consciencia de los riesgos y de las condiciones que pueden conducir a producir un daño a la salud y a la integridad física y psicológica de los trabajadores. Pero a la vez, se viven tiempos en que el Covid-19, la cuarentena, el trabajo remoto o híbrido y situaciones dispares y de precariedad pueden llevar a resultados no deseados. En este sentido, también debemos considerar los accidentes y decesos ocurridos en todos los ámbitos de nuestras vidas que no involucran directamente al lugar trabajo o el traslado hacia y desde el mismo.

De hecho, de acuerdo a las estadísticas publicadas por la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (Ministerio de Salud de la Nación) en el año 2019 fueron 14.095 las personas que perecieron en el país por causas llamadas externas (se restaron los suicidios y complicaciones derivadas de la atención médica), es decir que un 4,1% de las muertes de ese año fueron producidas por causas evitables como accidentes viales, accidentes domésticos o agresiones.

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Los accidentes del hogar generan lesiones y muertes completamente evitables. Pero, así como en el ámbito laboral existe normativa que determina condiciones y acciones para prevenir accidentes, en el ámbito doméstico no contamos muchas veces con el conocimiento, herramientas y medios para que éstos sean prevenidos. Y nuestras viviendas presentan riesgos relacionados en muchos casos con aspectos cotidianos y de los cuales no somos siempre plenamente conscientes, como por ejemplo: las instalaciones eléctricas y de gas, escaleras sin barandas, balcones y ventanas sin protección para niños y mascotas, desniveles sin señalizar, equipos térmicos (agua caliente y calefacción) sin revisión periódica y sin mantenimiento, ausencia de extintores dentro de los hogares, piletas sin protección para niños, falta de mantenimiento adecuado de nuestros vehículos, manejo y almacenamiento inadecuados de sustancias inflamables, corrosivas y/o tóxicas de uso común.

Sin ánimo de generar pánico, pero sí conciencia, deberíamos tratar de evaluar los riesgos que nos rodean de manera razonable y hacer de la prevención un ejercicio cotidiano que evite o minimice los accidentes en todos los ámbitos de nuestras vidas, con el fin de contribuir a mejorar el bienestar y la calidad de vida de nuestra comunidad.

 

* Mg. Ing. Ramiro Calafell Carranza. Director de la Escuela de Geografía y Ciencias Ambientales y Coordinador del Instituto de Medio Ambiente y Ecología, Facultad de Historia, Geografía y Turismo, Universidad del Salvador.