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La reglamentación del cannabis es un baño de humildad de la clase política

Desde la semana pasada, en el país es legal el cultivo de marihuana para fines medicinales. De esta manera, se comienza a dejar atrás la lógica prohibicionista instalada hace menos de cien años.

16-11-2020 marihuana
Desde ahora, será legal cultivar marihuana para fines medicinales | CEDOC

Con la nueva reglamentación de la Ley de Cannabis Medicinal, que esta semana publicó el Gobierno en el Boletín Oficial, ahora todas las personas que utilizan la planta para fines terapéuticos podrán cultivarla en sus hogares. También se habilita al cultivo colectivo entre las organizaciones, la venta de derivados medicinales en las farmacias y se abren las burocracias para que organismos, como el Conicet o el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), avancen en investigaciones científicas y cultivos.

Esta normativa no solo significa paz para todos los usuarios de marihuana que viven atemorizados ante el inminente momento en que la policía derribe la puerta de su casa con una orden de allanamiento en mano. Al menos, para aquellos que se inscriban en el registro del Ministerio de Salud. La decisión de los actuales funcionarios es un baño de humildad de la clase política

En los últimos años, la palabra "marihuana" estuvo asociada a las adicciones o a la delincuencia. Pero no siempre fue así. Hay registros históricos que ubican a los primeros usos de la planta hacia los 7.000 años A.C., en la región de Asia Central. Durante toda la humanidad, el cannabis no solo se utilizó para rituales religiosos, elevar la consciencia o disminuir los dolores durante el parto. También fue el principal cultivo para la confección de telas y sogas para barcos. Incluso, el prócer Manuel Belgrano proyectó plantaciones de cáñamo en el país para construir una marina mercante. No hace mucho tiempo que el cannabis fue cubierto por el manto del prohibicionismo. De hecho, hace menos de cien años era una planta más del reino vegetal.

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La condena al cannabis comenzó en Estados Unidos. En 1919, en el país del norte sancionaron la Ley Seca para prohibir el consumo de alcohol. Hasta 1933, cuando el Presidente Franklin Roosevelt volvió a legalizar las bebidas, la marihuana comenzó a utilizarse con la llegada de inmigrantes mexicanos. Ante la falta del alcohol, desde la década del '20 la nueva sustancia verde fue abrazada por los músicos de jazz, mayoritariamente afrodescendientes. 

En 1930, Harry Anslinger fue nombrado como el primer Comisionado de la Oficina Federal de Narcóticos. La designación llegó del tío de su esposa, Andrew Mellon: uno de los banqueros más importantes de la época y Secretario del Tesoro de Estados Unidos, entre 1921 y 1932. Este hombre, junto a otros magnates como John Rockefeller, William Randolph Hearst y Pierre Dupont veían al cáñamo como una amenaza para sus industrias papeleras y petroquímicas, ya que con las fibras del cáñamo podían generarse productos más baratos y sustentables, como sogas, combustibles, partes de autos o ropas. Era tan utilizado este material que, en 1941, Henry Ford presentó un auto fabricado con carrocería y combustible de cáñamo, que nunca fue comercializado. Para las empresas resultaba más rentable generar productos derivados del petróleo.

Para condenar al cannabis y prohibir la planta en su totalidad, para que no haya competencia posible para las industriales papeleras y del petróleo, Anslinger desató una campaña bestial. La marihuana era "cosa de negros" y, por lo tanto, despreciable para la sociedad norteamericana de la década de 1930. Para tomar dimensión, estas son algunas de las frases que Anslinger declaraba a los medios: “La marihuana es un acceso directo al manicomio”; “Fuma cigarrillos de marihuana durante un mes y lo que alguna vez fue tu cerebro no será más que un depósito de espectros horribles”; “Hay un total de cien mil fumadores de marihuana en los Estados Unidos, y la mayoría son negros, hispanos, filipinos y artistas. Su música satánica, jazz y swing son el resultado del consumo de marihuana. Esta marihuana hace que las mujeres blancas busquen relaciones sexuales con negros y artistas”. 

La campaña de Anslinger no se detuvo solo en declaraciones a la prensa. También financió películas que tenían primeras palabras como “los acontecimientos que va a presenciar en el siguiente film podrían pasarle a usted”. Uno de los títulos fue “Reefer Madness”, dirigida por Louis Gasnier en 1936, que mostraba como un grupo de muchachos probaban marihuana y luego cometían asesinatos, se volcaban a la prostitución, violaciones, terrorismo y hasta el suicidio. La intención fue causar espanto en la sociedad estadounidense y en 1937 el cannabis se prohibió para cualquier fin. Luego, la Convención Única de Drogas de las Naciones Unidas de 1961 exportó el tabú a todo el mundo con la base de afirmaciones tan falsas como que “la marihuana es la puerta de entrada a otras drogas”. 

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La puerta de entrada a otras drogas es el tranza; el dealer. En cualquier barrio, algunos jóvenes necesitan imperiosamente escaparse de su realidad descarnada. Cuando buscan comprar marihuana y el ilegal comerciante no tiene stock, este les ofrece otras sustancias para mantener su negocio: cocaína, paco, pasta base u otras de base sintética que están producidas en laboratorios para generar adicción. 

Tampoco es lo mismo ser un consumidor de cannabis de Puerto Madero, que en un barrio de emergencia. En el mercado negro, un gramo de cogollos -la flor del cannabis, que contiene los componentes psicoactivos- de calidad cuesta alrededor de $ 700. Mientras que la marihuana prensada, comúnmente llamada “paraguaya” por su procedencia del narcotráfico, cuesta $1000 los 25 gramos: una mezcla de flores, tierra, pasto, orina, arsénico y otros químicos de dudosa procedencia. 

El autocultivo de cannabis también es la verdadera guerra al narcotráfico. Para comprenderlo no hace falta más que levantar la vista hacia la otra orilla del Río de La Plata, en Uruguay, donde en 2013 legalizaron todos los usos de la marihuana. Según datos oficiales del país vecino, en los primeros seis años de la regulación del cannabis y su venta en farmacias, se calcula que se le quitó al narcotráfico unos US$ 22 millones. El monitoreo de la Junta Nacional de Drogas reveló que mientras en 2014 el 58% de los encuestados afirmó conseguir marihuana de forma ilegal, la cifra cayó a un 18% para el año 2018. En cuánto al consumo problemático, los datos se mantienen estables en comparación a 2011: solamente el 16%. Tampoco hay registros de un aumento del uso en estudiantes secundarios. 

 

Uruguay: en el consumo problemático, los datos se mantienen estables en comparación a 2011: solamente el 16%.

Por otro lado, no debería ser motivo de escándalo el consumo de sustancias psicoactivas. Existen investigaciones científicas que explican que el desarrollo del córtex humano se triplicó y el cerebro se expandió en un período de tiempo evolutivo corto de dos millones de años porque nuestros antepasados primates consumieron “hongos mágicos”, los cuales contienen psilocibina. La teoría es desarrollada por Charles Grob, profesor de psiquiatría y ciencia bioconductal de la Universidad de California, junto a otros especialistas en el documental “Fantastic Fungis” donde se cuenta que la psilocibina produce la sinestesia. Se trata de la percepción de una modalidad sensorial fundamental en el desarrollo de la cognición y el lenguaje, que nos diferencia a los humanos de otras especies animales. Actualmente, la psilocibina también está prohibida, excepto en Canadá donde se están realizando realizando estudios y terapias para distintos tipos de cáncer. 

Acaso, usted, lector o lectora de este artículo, ¿jamás se tomó una copa de vino luego de una jornada de trabajo estresante? Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2016 murieron alrededor de tres millones de personas a causa de las bebidas alcohólicas. Más drástica es la situación producida por el tabaco, otra sustancia legal. La OMS registra que por año mueren ocho millones de personas por fumar cigarrillos en todo el planeta. Por su parte, no hay un solo fallecimiento por el uso de la marihuana en todo el mundo.

La planta no es el problema; ella es perfecta como todo lo que habita en la naturaleza. El problema somos nosotros, con nuestros abusos y prejuicios. No existe un cannabis medicinal y otro recreativo; es una planta única y completa. El THC, polémico psicoactivo, es un regulador natural del CBD, el cannabonioide más asociado al uso terapeútico. En la marihuana existen más de cien cannabinoides, que aún no han sido tan estudiados y difundidos. Por eso, la reglamentación de la Ley de Cannabis Medicinal del Gobierno es un pequeño paso para dejar atrás la obsesión humana a creerse superior al resto de los seres del planeta y su vocación por dominarlos. Aún resta liberar a la planta en su totalidad, para todos sus usos.

Debemos aprender a vivir con la naturaleza, porque tan solo somos una parte más de la vida del planeta. La comunidad cannábica del país celebró este avance de derechos, pero también está atenta y activa por los pasos que se deben continuar. El primero de ellos debe ser la amnistía a todas las personas que hoy cumplen una pena en prisión. No debemos permitir como sociedad que avancen proyectos económicos, como el mega cultivo en la provincia de Jujuy para exportación de cannabis, sin la liberación inmediata de los cultivadores y cultivadoras de marihuana. Sin ellos no se hubiera ganado la batalla cultural y el cannabis no habría entrado en los despachos de los políticos.