La vuelta al ruedo del ex presidente Mauricio Macri fue una indudable buena noticia. Juntos por el Cambio no podía prescindir de su figura ni de su experiencia en el camino de volver a construir una fórmula mayoritaria. Ojalá que su vitalidad y entusiasmo contagien a muchos de los dirigentes que se encuentran demasiado cómodos en sus puestos y bancas, tomándose la tarea política como si fuera una función burocrática y de beneficio individual que no se condice con los tiempos que vivimos.
Para algunos las cosas no son complejas de diagnosticar: convivimos con el peor gobierno de la historia, incapaz de mostrar un solo logro en la gestión y repleto de vergüenzas, corrupción y ataques a las leyes y a los postulados de la república. En este sentido la primera definición es que hay que ganarles las elecciones de 2021 y en ese camino aportar al candidato que más posibilidad tenga de quitarlos del poder en 2023, sea cual sea el elegido después de una disputa interna, abierta y democrática.
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En segundo lugar, tenemos que saber que 2023 no será 2015, que la deriva autoritaria y desesperada de CFK y sus secuaces se observará en una utilización activa y nefasta del Estado para garantizarse el triunfo electoral. Para ganar en 2023 hará falta toda la inteligencia, la experiencia, el entusiasmo y la preparación que podamos reunir para enfrentar un escenario de autoritarismo desconocido para la democracia argentina post 1983. No sobra nadie para alcanzar este objetivo.
En tercer lugar, prepararse con responsabilidad para terminar con la horrible gestión de este gobierno en 2023 implica también llegar a ese momento con un programa de cambio que debe contener ideas y políticas precisas para llevarlo adelante pero también, debe tener en cuenta la experiencia de aquello que hicieron mal o directamente, no hicieron en el “primer tiempo”.
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En este sentido, esta autocrítica (que el mismo Macri transmite en sus intervenciones públicas y en el libro) es necesaria para no reiterar errores y para reafirmar que son ciudadanos comprometidos que buscan generar políticas públicas para mejorar la vida de los argentinos, y no hinchas de futbol que alientan a una camiseta por los colores, sin importar si el equipo juega bien o mal o tan sólo apuntar a un buen resultado.
En este sentido, como ocurre en el mundo deportivo, si en el primer tiempo las cosas no salieron como pretendían ante del partido, se deben cambiar para el segundo. La función de un liderazgo positivo es analizar qué cosas fallaron y qué intérpretes no funcionaron, para hacer los cambios que se precisan para dar vuelta el resultado.
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Por lo dicho anteriormente, la actitud de fanatismo irracional, se opone a la idea que propugnamos de ciudadanos ubicados en la realidad social, con capacidad de reflexión, de evaluación y por ello, con ideas precisas del tipo de cambio que debemos llevar adelante. Por eso también algunos elementos dela presentación de Macri hicieron sonar alarmas sobre la estrategia a futuro, sobre quienes serán los encargados de implementarla y qué grado de reflexión y autocritica han hecho de responsabilidades pasadas.
Este punto no tiene que ver con pasar facturas, pero es necesario que acuerden qué cosas no hicieron bien en la gestión de la política antes de delegar en las mismas personas un proceso tan importante para la coalición opositora y para el país. Es evidente que la conducción de JxC se hizo más amplia y horizontal, repensemos juntos el segundo tiempo.
* Ricardo Raúl Benedetti. Coordinador General Equipo Banquemos.