OPINIóN
Columna de la UB

Aprender, enseñar y educar en tiempos de crisis

Los educadores debemos resignificar qué es aprender, enseñar y educar. “Haber aprendido” significa que se puede recuperar la información en el momento oportuno y de forma competente.

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Reflexión. Ideas nacidas del desafío que representó el virus. Una tarea por delante: cerrar la brecha digital, porque lo virtual llegó para quedarse. | cedoc

Estamos en crisis. La educación está en crisis. Si bien generalmente asociamos el término “crisis” con el concepto de amenaza o, desde una mirada más optimista, con el de oportunidad, en realidad, la etimología de la palabra proviene del griego y significa “Momento de decisión”.

Estamos en un momento de decisión. Ese momento en que lo rutinario deja de servirnos y debemos buscar caminos alternativos o… Perecemos. A los seres humanos nos cuesta mucho salir de nuestra zona de confort, de la familiaridad, de lo que conocemos, aunque esto no nos sea funcional. Sin embargo, nuestro instinto por sobrevivir está por encima de todo. Por eso, confío en que en este momento de crisis nos decidiremos a superar el miedo a la amenaza para transformarla en oportunidad de cambio.

El desafío de educar: entre la emergencia y el largo plazo

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Para lograrlo, los educadores debemos resignificar qué es aprender, enseñar y educar. “Haber aprendido” significa que se puede recuperar la información en el momento oportuno y de forma competente. Preguntémonos, entonces, ¿cuántas cosas que “enseñamos” en su momento nuestros estudiantes pueden aplicarlas en forma competente en la actualidad?

Para aprender se requiere tiempo, repetición, novedad y emoción. Desde el punto de vista neuropedagógico, aprender implica el poder formar, modificar redes neuronales, que se activen en el momento de tener que resolver desafíos y cuya información se pueda recuperar desde diversos sistemas cerebrales. De aquí que los recursos educativos deben apelar a todos nuestros sentidos. Para que estas redes neuronales representen aprendizajes reales, o sea duraderos, tienen que repetirse hasta consolidarse.

¿Escuelas o fábricas?

Francisco Mora nos dice: “No hay aprendizaje sin emoción”. Motivación y emoción tienen la misma raíz: motere, que significa “movimiento”. Detrás de toda motivación hay una emoción que nos lleva a la acción. Si la emoción es placentera, la motivación será intrínseca y el aprendizaje será real.

“Haber enseñado” significa haber ofrecido los recursos, herramientas y desafíos para que los estudiantes pudieran tomar lo que cada uno necesitaba a fin de construir su propio aprendizaje, de acuerdo con sus capacidades, habilidades y talentos. Preguntémonos: ¿enseñamos o sólo informamos, es decir sólo impartimos conocimientos?

La importancia de educar las emociones

El gran desafío de enseñar es que nuestros estudiantes necesitan distintos estímulos para aprender. Cada semilla tiene un potencial y nosotros somos los jardineros que debemos proveerle los recursos para que pueda florecer en todo su esplendor. Si, esto es ser maestro. Si sólo informamos, nuestro rol puede ser perfectamente reemplazado por la tecnología.

“Haber educado” significa haber logrado entender que frente a nosotros hay individuos (seres indivisibles) que no sólo piensan sino que también sienten. Es verdad que la casa es la primera escuela en este sentido, pero no podemos separar la cabeza del resto del cuerpo. Somos educadores, no sólo “informadores o enseñadores”.

Homeschooling, una nueva opción de educación

En estos tiempos de crisis es fundamental reflexionar sobre lo que realmente significa “aprender, enseñar y educar” y también sobre lo que realmente somos o queremos ser en la vida de aquellos que nos miran como modelos. Es hora de tomar decisiones que nos permitan comenzar con el cambio que deseamos porque lo que hicimos hasta ahora ya no nos sirve.


 

* Rossana Fernández Coto, coordinadora académica de los posgrados de Neurociencias y Primera infancia y Neurociencias y PNL de la Universidad de Belgrano.