OPINIóN
Universidad de Belgrano

Sin recetas mágicas para la salud

En las farmacias, hoy, coexisten tres tipos de recetas médicas: la manuscrita, la digital y la electrónica, que conviven en un proceso cultural en marcha, que mejora la prestación y minimiza errores.

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A poco más de un mes de la aprobación del decreto reglamentario de la Ley 27.553, que establece que los profesionales autorizados pueden prescribir medicamentos de forma electrónica y de forma digital, además de la manera tradicional, se ha iniciado un proceso de transición que posiblemente no tenga vuelta atrás: la digitalización de la prescripción médica parece ganar terreno en la preferencia de médicos, odontólogos, pacientes y también en las farmacias.

Y si bien quedaron atrás las fotografías de recetas enviadas por mensaje, esta práctica fue útil porque sembró el uso y costumbre de pensar en las prescripciones como algo que podía ser digitalizado, más fácilmente trazable y controlable. 

Esto es una ventaja clave para el sector de la salud porque desde lo operativo, entre otras cosas, permite minimizar el riesgo de error, facilitar la posibilidad de brindar un mejor servicio a la población para el cuidado y seguimiento de su adherencia a los tratamientos.

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Desde lo estratégico, la sostenibilidad del sistema de salud puede hallar en las recetas digitales y electrónicas un aliado para lograr mayor eficiencia en la asignación de recursos. Esto resulta clave en un país cuyos indicadores de pobreza hoy rondan el 40% de la población total. Además, según la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, el 20,9% de la población refirió que su salud general era mala o regular, un dato que se ha mantenido sin mayores variaciones en cada una de las mediciones.

 

Sin recetas mágicas para la salud

De cara al futuro inmediato, hay dos elementos que permiten ilusionarse con cambios positivos. Por una parte, hoy en las farmacias coexisten los tres tipos de receta, lo cual habla de que tanto pacientes como profesionales no han presentado una gran resistencia cultural a la adopción de las nuevas herramientas. 

El otro dato, es que el número de médicos y otros profesionales de la salud que se siguen anotando en el registro para poder hacer uso de las recetas digitales y electrónicas sigue en alza, aunque aún estamos lejos de cubrir la totalidad de los más de 180.000 profesionales de la salud matriculados en el país. 

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En cualquier caso, lo que vemos es que los cambios de procesos, sus mejoras y la obtención de mayor eficiencia en un sistema tan complejo como el sanitario requieren no sólo de tecnología, sino también de un profundo trabajo de cambio cultural y que, de una u otra forma, lleva tiempo y el compromiso de todos los involucrados.

Esto es lo que estamos viendo, a poco más de un mes, en el proceso de adopción de la receta digital y de la receta electrónica. Resta esperar que todo este esfuerzo traiga los resultados que la sociedad y cada una de las personas que viven en este país necesita para poder alcanzar una mejor calidad de vida relacionada a la salud, algo a lo que todos aspiramos. 

*Directora de la carrera de Farmacia de la Universidad de Belgrano