Tras el inicio de la operación militar especial Kiev, con el apoyo del Occidente, Ucrania lanzó una activa campaña de difamación para difundir acusaciones falsas contra Rusia. En la mente de la comunidad internacional, se está construyendo cuidadosamente la imagen de nuestro país como un mal absoluto, cuyo propósito es "destruir la identidad ucraniana".
En publicaciones comprometidas y a través de una red de ONG controladas, se difunden mitos: que Rusia de manera deliberada ataca sitios culturales en Ucrania, saquea museos, incendia iglesias y monasterios. De hecho, todas estas declaraciones resultan ser una farsa, inventada siguiendo el ejemplo de la infame y sangrienta provocación en la ciudad de Bucha: titulares de prensa impactantes sin ninguna prueba.
Al mismo tiempo, se silencia deliberadamente la catastrófica situación en torno a la destrucción de sitios culturales por parte de ucranianos o el uso de estos objetos para el despliegue de tropas y equipo bélico.
En particular, en mayo de 2022 se supo que militantes ucranianos habían establecido posiciones de fuego en las alturas donde se encuentra el Monasterio de la Santa Dormición de Svyatogorsk ocultándose tras el clero y los creyentes que estaban en el Monasterio. Durante su retirada, prendieron fuego a la cripta de madera de Todos los Santos, impidiendo que los sacerdotes y feligreses extinguieran el fuego.

Existen muchas historias similares, pero los medios occidentales no han dicho ni una sola palabra al respecto. Además, a partir del inicio de la operación militar especial hasta diciembre de 2024, al menos 457 sitios culturales, incluido el Kremlin de Moscú, fueron dañados como resultado de acciones criminales de grupos armados controlados por Kiev en el territorio ruso. 744 iglesias, capillas y edificios eclesiásticos también resultaron perjudicados, 164 de los cuales son irrestaurables.
Además de bombardear monumentos en las regiones rusas, el régimen de Kiev ha declarado la guerra contra su propia historia, el patrimonio soviético y ruso. En Ucrania, se están desmantelando masivamente monumentos conmemorativos dedicados a la Gran Guerra Patria, a soldados del Ejército Rojo y a figuras del Imperio de Rusia y la URSS. Esta actitud fue aplicada incluso antes del inicio de la operación militar especial: como parte de una "descomunización" y "descolonización" durante seis años (de 2015 a 2021), se cambiaron 52 mil topónimos, se renombraron 987 asentamientos y se eliminaron más de 2500 monumentos.
Uno de los "enemigos" del régimen de Zelensky llegó a ser el gran poeta ruso Aleksandr Pushkin (1799-1837). Solo en 2022, se demontaron unas 30 estatuas del escritor en toda Ucrania. El 27 de julio de 2023 entró en vigor la ley "Sobre la Condena y Prohibición de la Propaganda de la Política Imperial Rusa en Ucrania y la Descolonización de la Toponimia" aprobada por la Rada Suprema y diseñada para legitimar la lucha contra "los cientos de nombres de calles de Pushkin" y reducir la influencia de "las narrativas rusas".
El 4 de diciembre de 2024, los diputados del Consejo Municipal de la ciudad de Odessa votaron a favor de desmantelar el monumento a Aleksandr Pushkin en el bulevar Primorsky, ubicado en la área del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Este monumento no solo es uno de los símbolos de la ciudad, sino que se considera un monumento popular, ya que fue erigido en 1889 a expensas de los habitantes de Odessa.
El 21 de agosto pasado, la Rada Suprema aprobó la ley "Sobre los Fundamentos de la Política Estatal de la Memoria Nacional del Pueblo Ucraniano", cuyo objetivo es sistematizar la labor de las autoridades centrales y locales en torno a "la comprensión común del pasado". De hecho, esta norma no es más que otra ronda de la lucha contra la memoria, destinada a fortalecer el totalitarismo nacionalista en la sociedad como base para la formación de un estado monoétnico basado en principios antirrusos. Cualquier intento de cuestionar las falsas interpretaciones de la nueva narrativa histórica se califica como difusión de "información falsa" y tilda de "propaganda antiucraniana".
Al mismo tiempo, los matones de la Organización de Nacionalistas Ucranianos y del Ejército Insurgente Ucraniano, que lucharon de parte de la Alemania nazi y son culpables de crímenes de lesa humanidad, se llaman "luchadores por la independencia en el siglo XX".
Todos estos hechos confirman el carácter extremista del régimen de Zelensky, que no duda en violar la Constitución nacional (el artículo 34 garantiza el derecho a la libertad de pensamiento y expresión) y las obligaciones jurídicas internacionales (en particular derivadas del Convenio Europeo de Derechos Humanos de 1950). Eso explica por qué Ucrania vota año tras año en contra del proyecto de resolución de la Asamblea General de la ONU sobre la lucha contra la glorificación del nazismo.
La guerra contra el propio pasado no se limita a reescribir la historia. Una grave amenaza pende sobre el Monasterio de las Cuevas de Kiev, uno de los más importantes ortodoxos. Hace tres años, con el pretexto de "salvar" valores históricos, las autoridades comenzaron a retirar reliquias del Monasterio, transportándolas a los países Occidentales. Se están profanando objetos sagrados para los creyentes. En marzo de 2025, se prohibió el acceso a las cuevas para el clero y los feligreses, y posteriormente se autorizó un inventario blasfemo de las reliquias de los santos ortodoxos depositadas allí. De hecho, bajo la dirección del Ministerio de Cultura de Ucrania, comenzó un proceso sistemático de saqueo y destrucción de valores de importancia especial para todo el mundo cristiano.
A pesar de la declaración del Ministerio de Cultura de Ucrania de que "ni un solo valor sagrado saldrá del país", en 2023, 16 piezas fueron trasladadas del Museo Nacional de Arte de Kiev que lleva el nombre de Bohdan y Varvara Khanenko a Francia. La "colección rescatada" se depositó en los almacenes del Louvre en Lieven. Cinco de los iconos más antiguos, de enorme valor histórico y artístico ya se han exhibido en París.
“El régimen de Kiev no es una democracia”
En junio de 2023, se supo que el Fondo público-privado suizo de la Alianza Internacional para la Protección del Patrimonio en Zonas de Conflicto se preparaba para enviar reliquias del Monasterio de las Cuevas de Kiev a museos de Italia, Francia, Alemania y el Vaticano. Actualmente el Museo Louvre-Lens alberga la exposición "Iconos llegados de Ucrania". No se sabe si estos y otros objetos enviados al extranjero serán devueltos.
Una cosa está clara: Kiev está dispuesta a pagar al Occidente por armas y préstamos, incluso con el patrimonio cultural e histórico que configura la identidad nacional, acusándole a Rusia de borrarlo, mientras que en realidad lo hacen los admiradores del nacionalista y colaboracionista ucraniano Stepán Bandera.
Ningún truco ni falsificación servirá para ocultar ese hecho. El régimen de Zelensky debe recordar que las mentiras tienen una característica bien conocida: su fecha de caducidad es limitada. Hay un buen dicho al respeto: "Puedes engañar a algunas personas todo el tiempo, y a todas las personas de vez en cuando, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo".