OPINIóN
Chile

Un buen momento constitucional

Lectura sobre la protesta en el país vecino y la necesidad de una Reforma Constitucional.

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La protesta reclama y exige derechos elementales que la Constitución chilena | AFP

Cuando el 18 de octubre pasado el presidente chileno Sebastián Piñera ordenaba un aumento en la tarifa del metro no imaginó que esa “inofensiva” decisión haría estallar la mayor crisis política y social que desde el retorno de la democracia experimentó Chile, y que pocas semanas después –en un medio británico como la BBC- estaría reconociendo públicamente la posibilidad de reformar la Constitución del país.

Sucede que el botón que presionó Piñera tal vez era el último disponible en la vieja botonera del orden político chileno; en cualquier caso, lo cierto es que aquello que ha quedado expuesto es la necesidad de un nuevo pacto social, lo cual significa una reforma total de su Constitución nacional, pues solo un nuevo texto constitucional tiene la potencia para satisfacer –al menos en un aspecto normativo- el reclamo popular, no por “nuevos” derechos, sino directamente por el reconocimiento de derechos básicos como a la salud, a la educación o a la seguridad social que no se hayan reconocidos ni asegurados para todos por igual en el actual diseño constitucional chileno.

Preguntas y respuestas para comprender la crisis chilena

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Es decir, la protesta reclama y exige derechos elementales que la Constitución chilena -pensada, diseñada y sancionada en la plenitud de la dictadura pinochetista- no reconoce ni garantiza a la mayoría de la sociedad; en tal sentido sería un error suponer que la protesta de todo ese pueblo se dirige exclusivamente contra un Presidente coyuntural.

Por consiguiente, la protesta es contra un modelo constitucional que convalida un sistema de privilegios hacia una élite y que a su vez no le reconoce ni asegura derechos básicos a la mayoría.

En definitiva, aquello que el pueblo reclama en las calles de Santiago y demás ciudades es una democratización de su constitución nacional, y en consecuencia, ha generando lo que se denomina un momento constituyente de tipo social.

Ahora, ¿que quiere decir exactamente esto? Lo explicaré muy brevemente.

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Significa que Chile se encuentra en las puertas de un momento histórico de alta fertilidad constitucional, para que se entienda mejor: una reforma constitucional puede producirse de dos maneras: motivada por un reclamo popular que exige cambios y transformaciones institucionales, económicas y políticas (la mega crisis argentina del 2001) o a partir de intereses y acuerdos originados en y por los niveles del poder, por ejemplo, el llamado pacto de Olivos que generó la reforma de nuestra Constitución Nacional en el año 1994; por tal razón es que se afirma que una reforma constitucional puede nacer desde el debate público y abierto o el reclamo democrático en las calles o entre cafés en despachos elegantes.

La necesidad de una reforma constitucional puede nacer desde abajo hacia arriba o desde arriba hacia abajo

Dicho de otro modo: la necesidad de una reforma constitucional puede nacer desde abajo hacia arriba o desde arriba hacia abajo.

Los momentos constituyentes o momentos de fertilidad constitucional son muy importantes porque no solo enmarcan y orientan ideológicamente -en tanto definen prioridades y derechos a reconocer y tutelar- sino también porque proponen nuevas estructuras, mecanismos y relaciones de poder.

En conclusión: se define el perfil democrático de la botonera del poder, es decir: para qué, cuándo y (sobre todo) quiénes, tienen el poder de apretar los botones.