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Alfredo Cornejo: "Massa no entendió que era un instrumento para frenar al kirchnerismo"

Entrevistado por Jorge Fontevecchia, el presidente de la UCR se manifestó a favor de una reforma constitucional y aseguró que el kirchnerismo "plantea consumir como capitalistas, pero producir como estatistas".

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Jorge Fontevechia entrevista a Alfredo Cornejo | Pablo Cuarterolo

El gobernador saliente de Mendoza y presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, fue entrevistado por Jorge Fontevecchia en el ciclo Periodismo Puro, en una charla donde cuestionó la hegemonía del peronismo, lanzó críticas a Raúl Alfonsín, y propuso una reforma constitucional para avanzar hacia la figura del primer ministro.

Asimismo, el radical aseguró que Sergio Massa debería hacer una autocrítica y sostuvo que el kirchnerismo "plantea un chancho gordo que pese poco. Nos plantea consumir como capitalistas, pero producir como estatistas".

A continuación, un fragmento de la entrevista:

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—Usted repite que hay dos minorías. Entonces, ¿el peronismo no es hegemónico?

—Si todos nos convencemos de eso, estaremos frente a una profecía autocumplida.

—Pero podemos reconocer que entre esas minorías hay una mayor que otra, y por eso Alfonsín condicionó la reelección de la Constitución de 1994 a que hubiera balotaje.

—Tengo una gran admiración por Raúl Alfonsín, lo reivindico muchísimo. Pero cometió dos errores nefastos para el futuro. Uno de ellos fue conceder en lo referido al primer ministro. Hoy estaríamos frente a otra situación si pudiésemos tener un primer ministro que tenga que ganarse el apoyo de la mayoría parlamentaria. La figura del jefe de Gabinete es un híbrido. En la Argentina que viene, debe darse ese cambio para salir de esto. No habrá reforma laboral, ninguna reforma impositiva seria, técnicamente seria, sin una construcción de una mayoría parlamentaria sostenida. El segundo error grave fue que concedió lo del balotaje trucho, inédito. En ese embrollo está el ciudadano que vota y no entiende qué está votando.

—¿Una nueva reforma constitucional?

—Deberíamos ir hacia un primer ministro para evitar esos ciclos. Para hacerlo se necesita una reforma, sí. Pero lo haría hasta por ley. Daría seguridad jurídica a los inversores en energía, por ejemplo. Las mayorías parlamentarias garantizarían esa estabilidad.

—Para evitar que una minoría no prevalezca sobre la otra aún con balotaje era necesaria la presencia de una tercera fuerza, como sucedió en 2015. Usted fue gobernador ese año también por el partido del Frente Renovador de Sergio Massa.

—Nos apoyó el Frente Renovador.

—Otra diferencia producto de la acción política de 2019 es que no hubo una tercera vía vigorosa.

—Es un tema más bien de oferta electoral. Con este sistema, con el actual diseño constitucional, el bipartidismo funcionaría mejor. Pero avanzar hacia el bipartidismo será una tarea difícil por este nivel de fragmentación que hemos tenido en los últimos años. La oposición está más fragmentada que el oficialismo.

—¿Cómo fue su relación con Sergio Massa estos años?

—No tengo una relación muy estrecha, pero no lo veo bien. Lo veo sumándose al peronismo que le hizo daño. Creía que después de su éxito de 2013, cuando le puso un freno al kirchnerismo, iba a ir para otro lado. Los dirigentes políticos tenemos que hacer una autocrítica, dado que tenemos una enorme dificultad para entender por qué nos votaron. Massa no entendió que era un instrumento para ponerle un freno al kirchnerismo. En 2015 el Gobierno lo buscó para hacer acuerdos, y él estuvo ambiguo. Nunca propuso un programa para un acuerdo. Los puntos que sugerían para acordar siempre eran populistas. Por eso me pongo del lado del presidente Macri en cuanto a sus dificultades a la hora del acuerdo. Hay que entender que es una correlación de fuerzas que hay que construir en la opinión pública. Hay que sentar a los dirigentes, construir consensos. A Sergio Massa lo veo cambiante. Los ciudadanos tienen percepciones a la hora de votar y después explican su voto. Los dirigentes hacen algo bastante similar. Primero ven dónde les conviene estar y recién después lo explican. Massa está contando un cuento: que Alberto no es Cristina. Dice: "Vengan todos por acá, este es el vehículo". Quiero ver si es así.

—Massa dice que será presidente de la Cámara de Diputados para ser un puente con la oposición y conseguir los votos necesarios para que se voten leyes de Estado. ¿Sería más fácil, presidiendo usted el bloque de diputados del radicalismo o de Cambiemos, para ponerse de acuerdo con Massa?

—Cualquier acuerdo que hagamos en el futuro necesitará ser idóneo técnicamente. Vuelvo a un punto anterior: hay gobiernos exitosos, democráticos, con altos consensos, y gobiernos autoritarios con economías exitosas. Pero todos han sido serios desde lo técnico.

—Idóneo, ¿que trascienda el voluntarismo?

—No podemos hablar del sexo de los ángeles y limitarnos a expresiones de deseos o leyes que decreten la felicidad de los argentinos. Un acuerdo tiene que decir exactamente qué es lo que se va a hacer con el déficit fiscal, qué se va a hacer con la circulación de la moneda, con la política exterior, cuál será nuestro marco de alianzas. Un acuerdo debe definir qué vamos a hacer con la energía, qué haremos frente al cambio climático. Necesitamos discutir idóneamente todas estas cosas. Que los ciudadanos no piensen que hay cosas raras detrás de los acuerdos. Si todo es una cuestión de generalizaciones, tal como pasó en 2015 o ahora, los ciudadanos desconfían.

—El Congreso será vital, de él deberá surgir el consenso. Siendo usted diputado electo en 2005 renunció para ser intendente. En 2018 dijo que no quería ser diputado. Pero ahora dice que quiere llegar al Parlamento para presidir una cámara o un bloque.

—Me voy entusiasmando. Me entusiasmo por el destino del país y no en forma mesiánica, voy a ser uno de los 257 que trabajen en ese sentido.

—Y no era lo mismo que usted representara al oficialismo o a la oposición.

—Por supuesto.

—Si son oposición, el rol del Congreso pasa a ser el central, la cara visible de la oposición. Ahora, ¿el radicalismo tiene más puntos de acuerdo en economía con el peronismo de los gobernadores, que representaría Alberto Fernández o con Roberto Lavagna, que fue del Frente Renovador y candidato de la propia UCR, que con el PRO? ¿De la misma forma que sobre lo republicano está más cerca del PRO que del peronismo?

—Es una mirada simplificada. Como decíamos antes. El PRO tiene un líder, Mauricio Macri. Por momentos parece que le sale el ortodoxo que tiene en el placard. Pero la verdad es que en materia económica es bastante heterodoxo y pragmático.

—¿Es algo ideológicamente?

—Tiene una idea del mundo que sueña para Argentina. Ahí están algunas de sus convicciones.

—Pero ¿eso es ser algo? Desear que Argentina sea Alemania es algo que también tenía Cristina Kirchner. Como querer ser feliz, o ser eterno.

—No sé si Cristina tenía esa idea. Lo concreto es que para ser Alemania tenemos que producir como Alemania, y organizarnos como Alemania. El kirchnerismo plantea un chancho gordo que pese poco. Nos plantea consumir como capitalistas, pero producir como estatistas. Y eso no funciona, es una de sus contradicciones. No es una explicación completa esto que digo, porque no son estúpidos. Pero hay mucho de esto.

—¿Ser Alemania sin el esfuerzo para alcanzarlo?

—En Alemania, los sindicatos discuten los salarios por empresa, cosa que el peronismo niega acá. La discusión es por productividad, cosa que el sindicalismo peronista no acepta en la Argentina. No se negocia por salarios y por inflación, sino por productividad. Cuando la discusión sea así, con tiempo vamos a estar más cerca de Alemania. Debemos ir hacia eso. Las ideas del Presidente en el fondo son coincidentes en un aspecto con las tradicionales del radicalismo. En otros, no tanto. Probablemente le falte mayor definición al Presidente, pero tenemos varias coincidencias. En lo republicano, sin dudas. También en la necesidad de una intervención inteligente del Estado. En la guerra, el Presidente comete el error de poner como populistas a todos los demás.

—Y a usted mismo.

—Se hace difícil la deliberación ahí.

—Por eso le preguntaba si Macri es algo. Si el eclecticismo lo hace ser más marketing que otra cosa.

—Digamos que tiene un poco de pragmatismo.

—Ahora, imaginémonos el post Macri en el rol clave de la oposición.

—Ahora me gustaría ser el presidente de la Cámara de Diputados con Mauricio Macri. Y buscar consensos para una economía sana, que es lo que necesitamos en la Argentina. También, para una política exterior seria. Son dos prerrequisitos indispensables que requieren consensos. Los países democráticos, si quieren tener éxito económico, requieren un alto consenso en la élite, y uno aún mayor de la ciudadanía. Consensos sobre cuál es el programa. Y para eso hay que hablar con la verdad: y cuando se diga ajuste, será ajuste. Cuando es represión legal del Estado en una manifestación, es represión legal del Estado en una manifestación.

—La misma respuesta valdría tanto si el presidente fuera Macri o si fuera Alberto Fernández. Si la Argentina necesita lo que usted plantea, debiera buscarse tanto desde la presidencia de la Cámara desde el oficialismo o desde la presidencia del bloque radical desde la oposición.

—Confío en Macri. A pesar de sus errores estos cuatro años, vi que es una persona honesta. No creo que Alberto Fernández sea deshonesto, no me consta que así sea, pero veo que está condicionado por Cristina y ese pensamiento viejo. Alberto es una persona criteriosa. Pero su correlación de fuerzas lo tironea muy fuerte.

—Una persona criteriosa sin poder para ser un presidente autónomo. ¿Ese será el conflicto en el caso de que fuera electo?

—Si gana, ese será el conflicto.

—¿No le asigna posibilidades a que si se impone electoralmente, pueda prevalecer en su propio espacio?

—Veo la estupidez que hizo en Mendoza como un ejemplo. Su fórmula de consenso es recostarse en los gobernadores. Pero ¿en qué gobernadores se recuesta? ¿En los republicanos, como Urtubey o Schiaretti? ¿O lo hace en Juan Manzur, o Mariano Arcioni, que no puede pagar sueldos y se toma el trabajo de alquilar un avión e ir a un acto a apoyar a Anabel Fernández Sagasti? En Tucumán suceden barbaridades, ¡barbaridades, barbaridades! En un país normal, alguna que otra provincia debería estar intervenida. Pero este no es un país normal. Alberto se va a recostar en los gobernadores. Ese es su núcleo de poder, lo que mostró es que va en la misma dirección que algunos de ellos.

—Usted dijo que hizo una sobreactuación del apoyo a la candidata.

—Presionado por Cristina. ¿Qué necesidad tenía de hacer eso? Tiene un poder prestado por Cristina. Este país es apasionante, genera sorpresas continuas en el proceso político. Cuidado que decir apasionante no implica decir bueno.

—Interesante para el espectador pero no para el ciudadano. Vivir esa realidad no es apasionante.

—Como espectador, puede ser. Pero vivirlo y sufrirlo con nuestros hijos aquí, buscando un futuro, no es algo muy feliz. Hay quien dice que es probable que se despegue de Cristina y que ella se retire. La verdad, me cuesta un poco creerlo. No tengo mucha confianza en que suceda eso. Dije que es una persona criteriosa, pero tampoco sé si tendrá en la pelea con Cristina la fortaleza para hacer un plan económico y una política exterior sensata. Que diga honestamente que vamos hacia un ajuste. Que llame a los sindicatos a negociar por productividad. Y que la rentabilidad empresarial se mida a través de las reglas del mercado. El grotesco de esta semana con los sindicatos aeronáuticos marca lo mismo que sucedió con Juan Grabois. No la tiene fácil. La Argentina debe reflexionar sobre el resultado de las PASO antes de la general y darle una oportunidad a Mauricio Macri. Con sus errores, es infinitamente más previsible lo que puede ser la Argentina. Es mejor que tirar una moneda en el aire para ver si Alberto hace sensateces o más bien hace lo que puede en un contexto de mucha conflictividad.

Leé la entrevista completa.

 

MS/  CP