—Sobre Perón, usted dijo en su momento que podía ser el más peronista de los frenteamplistas y agregó: “Porque la izquierda nunca entendió al peronismo. No me importa que no lo entienda. No es muy entendible, pero es muy atendible”. ¿Cómo es ese vínculo entre lo entendible y lo atendible? ¿Cuál es el rol de lo emocional?
—El escenario real es que Perón hace mucho que pasó y, sin embargo, sigue estando. Es un dato objetivo. Otro elemento es que da la impresión, por las contradicciones sociales, por la composición de gente tan diversa, de que por momentos tiene rasgos de religión. Y una diosa, Evita. Es una cosa que no se discute. No es poco, porque en los momentos de incertidumbre ese símbolo que viene del pasado le sirve a una masa muy grande. Lo otro es contingente al momento y a las circunstancias. Esa realidad la tiene el pueblo argentino. Es algo que no vi en otros pueblos de la región.
—¿Ese rasgo es una fortaleza o una debilidad?
—Seguramente las dos cosas. Es una oportunidad, según el rumbo que se tome. Y una amenaza también, por lo que demuestra la realidad objetiva. Fíjese que soportó dictaduras, pasó de todo y sigue ahí. Comparemos con Brasil, Getulio quedó por el camino. Víctor Paz Estenssoro quedó por el camino. Del APRA ni se acuerdan los muchachos. ¿Quién se acuerda de Lázaro Cárdenas? Es una realidad muy fuerte de la Argentina. Por eso dije que tienen que hablar, porque esa realidad no se disuelve con fuegos artificiales o insultos. La política tiene que empezar por reconocer la realidad. Y así como está lo que se llama peronismo, lleno de contradicciones, pero que componen. Y un anti, consecuencia de este que también tiene entidad.
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