—Leí tus tuits sobre que esto que pasó en el Gobierno debe fortalecer al Frente de Todos. ¿No hay un poco de ingenuidad respecto a que las heridas se pueden curar y de que el disenso siempre es bueno?
—La elección del 12 de septiembre interpeló a todo el Frente de Todos, de punta a punta. Es la mejor encuesta, la verdadera. Nos plantea la necesidad de fortalecer el espacio. Cada sector que integra el Frente de Todos tuvo opiniones disímiles. Pero se sale con más Frente de Todos. Discutiendo más. Lo dije en un reportaje que tuvimos el año pasado: las discusiones sobre cómo está la sociedad argentina deberían ser más para adentro. Por la responsabilidad que asumimos en 2019, no debe disgregarse la fuerza política. No sucederá. A partir del resultado electoral, el Presidente decidió comenzar una nueva etapa. No nos enojamos con lo que pasó el domingo ni cómo vota la gente. Al contrario: nos debe llamar a la reflexión. Pusimos en cabeza lo que pasó con la pandemia, el sistema sanitario y la vacunación. Faltó más. Como gobierno, nos faltó mirar un poquito más y resolver la situación económica.
—En un reportaje que tuvo por título “Es bueno tener un presidente terrenal” te pregunté si personas como Cristina Kirchner no lo eran, si estaban más asociadas a lo dogmático, con toda la carga de analogía con la religión. Saliste de la situación, hablando de equilibrios.
—Se construye y se fortalece esta unidad en las diferencias. Las diferencias no pueden ir por delante de los objetivos. Ni con la responsabilidad de gestionar. ¿Nos mueve ganar una elección? Sí, en una etapa. Pero también gobernar, gestionar, resolver problemas. Hay un 56% de chicos pobres en Argentina. Tomamos medidas, pero son temas de los que hay que ocuparse. Se logra con recuperación, no mirando solamente el proceso electoral.
—Tuviste una polémica con Sergio Berni. Sobre ella dijiste: “Me gustaría que nos mostrásemos más unidos, que las discusiones no fueran públicas, que fueran en privado”. ¿No hubiera sido mejor que las diferencias se hubieran expresado en unas PASO viendo el resultado del 12 de septiembre?
—Me equivoqué en haber hecho pública una diferencia. En la cabeza de los argentinos la demanda es otra. En segundo lugar, sí, es posible. Tenemos el ejemplo de Cambiemos. Es posible que el debate interno en algunos lugares pueda servir para poder crecer.
“Este gabinete no es albertista sino frentedetodista.”
—¿Hubo miedo a que se quebrase el frente ante una competencia interna?
—En la cabeza de Alberto Fernández, de Cristina Kirchner, de Sergio Massa, de todos, estuvo que estamos gobernando la Argentina y la consolidación del frente a través de la unidad. Y ahí fuimos.
—¿Es más fácil para la oposición llevar adelante unas PASO con internas que para quien gobierna?
—Debemos poner todos los días el esfuerzo, el trabajo, el compromiso, las decisiones y las ideas para sacar a la Argentina del pozo en el que está.
—No lo sé. La encuesta verdadera es la elección. El pueblo vota como vota. No hay que enojarse. Hay que corregir, avanzar, tomar decisiones. Más cuando se gobierna.
—¿En 2023 habría que aprovechar las PASO? Agustín Rossi dijo: “Nosotros creamos las PASO y las usó la oposición”.
—Falta mucho.
—No me refiero a nombres, sino al método.
—Falta mucho. Los que nos están leyendo quieren que les diga qué va a pasar con los planes sociales, si los convertiremos en trabajo. La experiencia de intendente, saber qué pasa en la cabeza de un jubilado, de una jubilada, de un docente o un trabajador sirve en este sentido. No hay que mirar a 2023.
—¿Un intendente sí puede cambiar la vida de la gente; un gobernador un poco menos y un presidente del Ejecutivo muchísimo menos?
—El Estado más cercano es el municipal. Resuelve más rápido, pese a la discusión pendiente sobre recursos. Creo plenamente en la autonomía municipal.
—¿Extrañás ser intendente?
—No. Vivo y recorro Hurlingham. Puedo hacer un aporte para nuestro distrito también desde el ministerio con la políticas, medidas y gestión
—¿Hubo señales previas que indicaban que podrían perder?
—Comencé a militar en política en 1983. Tenía apenas 16 años. No los conté, pero debe haber entre elecciones generales e internas más de 35 o 36 comicios. Comparado con la libreta de enrolamiento de mi papá, voté muchas más veces que él. Lo pongo en valor y es muy bueno. Aprendí que hay que esperar hasta que se abran las urnas y contar. Por respeto al que vota, más allá de que uno va analizando el proceso.
—¿Cómo describirías las diferencias entre Juan Manzur y Santiago Cafiero a la hora de conducir el gabinete?
—Entre otras cosas, el veredicto de las urnas fue rearmar el gabinete. El Presidente siempre dijo que gobernaría con los 24 gobernadores. Era una deuda. Hoy tenemos un gobernador del norte grande, un buen gobernador, un dirigente territorial. Arrancará esta etapa con toda su experiencia.
—¿Tiene diferencias ideológicas con Santiago Cafiero?
—Son los dos peronistas y tienen los mismos objetivos: poner la Argentina de pie y acompañar al Presidente. Y ganar el 14 de noviembre.
—¿La idea de Manzur estaba previamente en la cabeza del Presidente, simplemente que la tenía para después de las elecciones de noviembre y no es real todo lo que se dice sobre una imposición de Cristina Kirchner?
—Manzur fue el primer gobernador en acompañar muy rápidamente la decisión de Cristina para que Alberto fuera candidato a presidente. Esa misma semana estaba el hoy presidente en Tucumán. Hay una relación, un vínculo previo. Hubo una combinación de toda la coalición en acompañar la decisión de que fuera jefe de Gabinete.
—¿No fue una imposición de Cristina?
—No hay imposiciones de Cristina. Cada espacio plantea diferencias con su forma. Eso también hace a que hayamos salido fortalecidos. Este gabinete tiene mucho volumen político. Cuenta con muchos comunicadores. Dará mucho que hablar en gestión y en políticas que ponga en marcha el Presidente. Pero no hubo imposiciones. Es más Frente de Todos. No es albertismo, es frentedetodismo en un marco de unidad. Si fracasa la construcción política, nos va a ir mal a todos, y fundamentalmente a millones de argentinos que, a pesar de dificultades y angustias, no quieren volver atrás.
—Viví en Brasil en dos oportunidades, y los ministerios se deciden entre las coaliciones en proporción a su peso específico. Cambio la palabra “imponer” por “presionar”. El periodista Iván Schargrodsky señaló esta semana que dentro del albertismo, durante la crisis, había dos sectores: uno encarnado por Gustavo Beliz, que sugería que era el momento de romper con el kirchnerismo, y otro conducido por Vilma Ibarra, que decía que romper era una batalla perdida por la correlación de fuerzas.
—No pasó de ninguna forma. Siempre entendimos que como ministros, y en la cercanía con el Presidente, había que seguir fortaleciendo el Frente de Todos.
—¿No se pensó en ningún momento aceptar las renuncias presentadas?
—Más allá de renuncias o no, son objetivos que hay que plantearse de cara al futuro. Se perdió una elección. Tampoco es algo tan grave.
—Te pregunto si fue una hipótesis plausible.
—En ningún momento. En mi ministerio me toca mirar de cerca las caras. Como cuando pusimos en marcha el programa Mi Primera Pieza. Las mujeres de barrios populares pueden acceder a refaccionar su casa con un subsidio del gobierno nacional. Esas caras reflejan otra cosa. La demanda de que el ministro, el Presidente, la vicepresidenta, Sergio Ma-ssa, todos los días tomen medidas para poder sacar de la pobreza a más personas, para que las pymes mejoren cada día.
—Juan, perdoname. Creo que el tono de un reportaje de este tipo es entender el complejo funcionamiento que tienen las coaliciones. Mis preguntas apuntan a entender cómo se mueven esas fuerzas para no caer en las simplificaciones que aluden a bandos irreconciliables. Sobre el resultado hay dos perspectivas. Una perspectiva, que se le asigna al kirchnerismo, afirma que no se hizo en materia económica todo lo posible en el tema asistencialista. Agregar más demanda agregada en la terminología keynesiana. Y otra que supone que el problema fue el corrimiento de Alberto Fernández hacia el kirchnerismo y no hacia la ortodoxia, representada por el caso de Vicentin. Son dos lecturas que seguramente deben tener partes de verdad. ¿Cuál es tu propia mirada de ese dilema?
—No veo tal dilema. Posiblemente habría que hablar de diferencias, de matices y diversidad.
—¿Estuvo mal, en el sentido de un perjuicio electoral, lo de Vicentin, estuvo mal lo de la carne, y al mismo tiempo también estuvo mal no tener una política de mayor asistencia social?
—En Vicentin, el Presidente fue al rescate de una empresa y a defender el trabajo. Con respecto a la carne, se respetó el bolsillo del ciudadano. En cuanto al ajuste fiscal, no hay tal ajuste, sino un equilibrio que tiene que ver con una mayor recaudación. Nuestro ministerio hace una inversión de 18 mil millones de pesos por mes en la Tarjeta Alimentar. Hubo alrededor de 500 mil millones de pesos en el sostenimiento del empleo, el Aporte del Trabajo y la Producción.
—Los sectores más críticos dicen que este año no hay ni IFE.
—No, pero sigue la Tarjeta Alimentar ampliada a 14 años. Implica una mejora de Asignación Universal por Hijo. Pusimos en marcha un programa con una inversión de 5 mil millones de pesos para que en una primera etapa 27 mil beneficiarias puedan refaccionar su casa con subsidios de 100 mil a 240 mil pesos. No hay ajuste.
“No hay imposiciones de parte de Cristina Kirchner.”
—Coincidís con lo que dijo el ministro Guzmán, pero la vicepresidenta dice que hubo ajuste.
—No escuché a la vicepresidenta decir eso. Hubo mejor recaudación, y eso equilibró las cosas. Y hay todos los días decisiones, programas y medidas que se toman desde el Estado con recursos para asistir a los argentinos. Seguramente hace falta más. Hay que ir más al hueso desde el punto de vista de un crédito a una pyme, ampliar los beneficios a monotributistas.
—¿Cuánto tiene de real la interpretación de que ganó Cristina en la confección del nuevo gabinete?
—Con este gabinete deben ganar los argentinos luego de un resultado electoral adverso. No ganó ni perdió nadie. ¿Hubo diferencias? Sí. ¿Se saldaron? También. Avanzamos tomando medidas con un jefe de Gabinete que viene de ser gobernador, con un gabinete integrado por hombres y mujeres con mucha experiencia en una etapa en que la economía está dando señales claras de crecimiento, de reactivación.
—¿Qué rol tendrán los intendentes del Conurbano? Martín Insaurralde está en el gobierno provincial; Mario Ishii se mostró con Alberto Fernández. ¿No solo es gobernar con los gobernadores, sino también con los intendentes?
—Hay una decisión del Presidente y del gobernador Axel Kicillof de contar con hombres y mujeres. La experiencia de gobernar un municipio nos brinda otra mirada, más cercana. Aparece ese abanico de problemáticas como seguridad, educación, salud y trabajo.
—Intendentes y gobernadores ofrecen más experiencia en la gestión que teóricos, intelectuales y científicos. ¿En vez del gabinete de científicos que planteó el Presidente hace dos años ahora tenemos uno de expertos en gestión?
—No sé si Alberto Fernández planteó un gabinete de científicos. Sí con los científicos trabajó mancomunadamente toda la pandemia.
—Cuando asumió dijo expresamente que, en lugar de un gabinete de CEOs, tendría un gabinete con científicos.
—Sí, y con militantes también. Y con hombres y mujeres con mucha experiencia durante todos estos años de democracia. Nos alienta mucho para la etapa que viene de la recuperación económica, la etapa de revinculación con los actores de la sociedad. Esta semana estuve con la Cámara Argentina de la Construcción conversando la transformación del plan Potenciar Trabajo en trabajo genuino, con cupos generados por la cámara, por la Unión Obrera de la Construcción, por el gremio, el Estado. Es el momento también de que el Estado convoque a estos sectores para empezar a resolver demandas.
—¿Por qué ganó el oficialismo en Hurlingham y en todos los partidos vecinos no?
—En cada municipio, en cada provincia, la sociedad vota distinto. En la multicausalidad interceden distintas situaciones, como los roles de los dirigentes locales. Pero no hay municipio que pueda desarrollarse sin modelo de país.
—Pero con ese modelo, se ganó en un lugar y se perdió en otros.
—Se debe también a la conformación social. A diferentes situaciones.
—En el reportaje anterior contaste que Hurlingham es un partido industrial, el parque industrial del viejo Morón. “Un parque y una zona industrial que en los años 90 implosionó perdiendo 2 mil trabajadores textiles, 2.500 trabajadores de frigoríficos y 1.500 trabajadores donde hoy está la universidad pública”, dijiste. No es muy distinto de lo que pasó en San Martín, donde también otro ex intendente muy cercano a Alberto Fernández, Gabriel Katopodis, perdió. Son partidos con demografías comparables.
—En los márgenes de error, fueron más o menos los mismos resultados. Más allá de que haya conglomerados urbanos, cuando se cruza de una vereda a la otra hay municipios que tienen lógicas, realidades y conformación socioeconómica diferentes.
“Como gobierno, nos faltó mirar un poquito más y resolver la situación económica.”
—¿Son distintos demográficamente San Martín y Hurlingham?
—Tienen realidades muy distintas en cantidad de habitantes o barriadas. San Martín y Tres de Febrero son parte del primer cordón del Conurbano, pegado a la General Paz. No se trata de mirar cómo se votó en cada distrito, sino de mirar qué nos faltó. Para que cada vecino de San Martín, de Hurlingham, de Ituzaingó, cambie su voto o vaya a votar.
—Tuviste un conflicto con La Cámpora al establecer las listas. ¿Jugó a favor?
—Lo que puede jugar a favor del resultado entre tantas situaciones fue conservar el marco de la unidad, estar todos juntos. El resto son temas menores, muy menores.
—Formalmente estuvieron juntos en los demás.
—Estar juntos nos garantizará que sigamos poniendo a la Argentina en modo de crecimiento.
—Apenas se supo el resultado electoral, Luis D’Elía tuiteó: “La Cámpora debe terminar su hegemonía sectaria y excluyente”. Dijo que fueron “los mariscales de la derrota”. ¿Cómo es La Cámpora en el Conurbano?
—Es una opinión de Luis, a quien respeto. No la comparto. Máximo Kirchner presidirá el 10 de diciembre el Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires, la herramienta electoral del peronismo bonaerense. También integro esa herramienta. Soy uno de los intendentes que la integran, como consejero de ese partido. Tenemos el objetivo de un partido que se renueve, que se haga más dinámico, que interpele a la sociedad.
“Las elecciones son una etapa, pero nuestro compromiso es gobernar.”
—¿Cómo se da esa confluencia entre el PJ y La Cámpora? Pablo Gerchunoff decía, un poco provocativamente, que hoy en la Argentina hay dos partidos políticos: la UCR y La Cámpora
—PJ y La Cámpora somos parte de este frente político. Tenemos diferencias, pero no hacen en absoluto a los objetivos que compartimos: que a los argentinos les vaya mejor y que el peronismo se consolide.
—Una de las críticas habituales al diseño del Gobierno fue el loteo entre distintas fuerzas en el Frente de Todos. El Ministerio de Desarrollo Social era quizás el ejemplo más marcado con componentes de los movimientos sociales, no solamente de los partidos. Se afirma que esa conflictividad interna tuvo que ver con la salida de Daniel Arroyo. ¿Percibiste al llegar la dificultad de armonizar componentes disímiles?
—Cambio “loteo” por “integración”. Es integración. Se necesita en una coalición. Así funcionamos. Tenemos objetivos a mediano y largo plazo que compartimos con los distintos funcionarios. Esencialmente, transformar planes Potenciar Trabajo a empleo genuino, fortalecer la economía popular a través de cooperativas y de emprendedoras y emprendedores a los que asistir con herramientas y con materiales. También una política alimentaria que sostendrá la Tarjeta Alimentar y garantizará la red de merenderos y comedores. La Senaf, que es la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, también tiene un marco de trabajo, con el objetivo de construir seiscientos jardines maternales y distintos programas que hacen a la cobertura de la niñez y la adolescencia. La Secretaría de Integración Socio Urbana tiene a cargo la urbanización de 4.400 barrios populares que forman parte del Renabap, el Registro Nacional de Barrios Populares, instaurados por una ley nacional, fondeada en gran parte por el aporte de las grandes fortunas. Hay un porcentaje de fondos de esa área que está urbanizando cuatrocientos proyectos, cuatrocientos barrios populares de la Argentina, con doscientas obras en marcha. Hoy pusimos en marcha Mi Pieza, que es la refacción y ampliación para mujer. Todo eso está integrado y conducido por mí como ministro. En esta etapa que viene tenemos una experiencia importante con la Uatre en cuanto al empleo. Es con productores rurales, vinculado a la cosecha temporal. Más de 150 mil beneficiarios del Plan Potenciar pueden trabajar en la cosecha.
—Convertir planes sociales en trabajo.
—Es lo que ahora se está llevando adelante con la cosecha del arándano y la naranja en Entre Ríos, de la yerba en Misiones, del algodón en Chaco, de la pera y la manzana en Río Negro. Beneficiarios del Plan Potenciar no querían ir a la cosecha temporal porque perdían el plan; la Asignación Universal o la Tarjeta Alimentar. Hoy eso se compatibilizó. Es el Plan Potenciar más el salario de convenio puesto por el productor. Los productores de fruta perdieron el 30% de la cosecha por no tener mano de obra. Eso complica la situación de las economías regionales. Ya se avanzó en una cantidad importante de beneficiarios de planes. El próximo paso es trabajar en sectores como la construcción, la gastronomía, para el área de servicios. Se sumará el plan más el salario de convenio
—¿Qué sucederá con las actividades que no son temporales?
—Sucederá también. En el camino de recuperación económica, si se resuelve la macro, hay un dinamizador por parte del Gobierno. Es decisión del Presidente dinamizar la economía con mucha obra pública. Eso está pasando y se ve en la construcción. Entendiendo que hay un nuevo formato que es la economía popular, hay gente que quedó afuera del sistema laboral, que hoy tiene un oficio y a la que el Estado acompaña con su herramienta y con programas en los que puede publicar en la web lo que produce. Hay una fábrica de mermeladas en Hurlingham que hoy, por Ley de Góndolas, tiene los productos Laura en Carrefour, Walmart y Changomas. Perdón por el chivo.
“No escuché a Cristina Kirchner decir que hubo ajuste.”
—¿Puede generar bronca en personas con trabajo formal con salarios muy bajos, por debajo de la línea de pobreza, como la mayoría de la población, que otras personas, sumando distintos planes de asistencia, terminen ganando lo mismo sin trabajar?
—Esto no es una pelea de argentinos contra argentinos y argentinas contra argentinas. Es todo lo contrario. Se trata de equilibrar un beneficiario de un plan de trabajo con el salario de convenio. De acompañar y ayudar al productor, al pequeño y mediano, ayudarlo a que pueda en este caso tomar el beneficio del plan.
—Mencionabas que el 30% de la cosecha de determinados productos no se pudo recoger. ¿No es un síntoma en un país con 13 millones de personas que no trabajan? ¿El asistencialismo no termina convirtiéndose en un problema en vez de una solución?
—Venimos de una pandemia. De un gobierno de cien días y 16 meses de pandemia. Eso rompió, desarmó y desarticuló todo.
—Un texto del Presidente dice que en realidad cumplió los cien días a los dos años, porque tuvo un año y medio de pandemia.
—En esos cien días, para el Presidente no fue lo mismo una cosa que otra. No fue lo mismo que un beneficiario de PAMI tuviese un remedio gratuito a que no. Tampoco asistir a una pequeña y mediana empresa que no hacerlo. La recuperación actual se debe también a lo que fuimos haciendo.
“El peronismo siempre recuperó los ingresos en la Argentina.”
—¿Progresivamente, el crecimiento económico permitiría que mucha gente que tiene un subsidio pueda pasar a tener un trabajo o creés, como por ejemplo Juan Grabois, que hay una cantidad de personas, varios millones de personas, que nunca serán absorbidas porque no son empleables por sus capacidades en el sistema laboral tradicional y que siempre se deberá asistirlas?
—Mientras haya que asistirlas, se las asistirá. También es cierto que hay discusiones nuevas arriba de la mesa entre los distintos sectores sociales, económicos, productivos, sobre nuevas herramientas. Son válidas en el camino de buscar empleos genuinos.
—¿Es una solución correcta, incluso no solo para la Argentina sino para toda la humanidad, la idea de un salario universal?
—Está en discusión. Es una propuesta de dirigentes sociales que debe discutirse. La finalidad de esta discusión debe ser la recuperación del trabajo genuino. No dejemos de mirar la economía, que seguirá funcionando en Argentina.
—Agustín Salvia, el director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, dijo que “la pobreza no solo alimenta los neopopulismos de derecha y de izquierda, los hace prosperar en el escenario electoral. A su vez, limita las capacidades productivas. Sería la solución del problema el desarrollo productivo y distributivo de la sociedad. Esto requiere un acuerdo de cooperación no solo entre la clase política, sino un acuerdo de cooperación política sin la cual, sin la superación de la grieta, los acuerdos económicos, los pactos sociales y el Consejo Económico Social serían victorias pírricas y solo de corto plazo”. ¿Sería la base de un acuerdo como el de La Moncloa?
—Un ejemplo es lo que se hizo en el Consejo del Salario en estos días, que define el acuerdo para el salario mínimo, vital y móvil. Allí estuvieron sectores empresariales, la UIA, las cámaras gremiales, los sectores sindicales, los sectores sociales y el Estado. Se logró un haber mínimo, vital y móvil. Entre diciembre de 2020 y diciembre de 2021 tendrá un aumento de más del 53% y de marzo de 2020 a marzo de 2021, donde cierra la fecha paritaria, del 51%. ¿Alcanza? No, pero es enorme la recuperación. El peronismo siempre recuperó los ingresos en la Argentina. Conversé con Agustín. Estamos trabajando juntos con el Observatorio de la UCA. Tiene que ver con la articulación y la recuperación del diálogo.
—¿Cuál es tu lectura del crecimiento de Milei, votado incluso en mayor proporción en los barrios más populares de la Ciudad de Buenos Aires?
—Más que interpretar por qué votaron a Milei, nuestra fuerza política, el Frente de Todos, debe pensar qué hacer para recuperar este sector, que no encontrará ninguna solución a sus demandas de esa manera. El resultado del 12 de septiembre también nos lleva a escuchar a sectores que nos acompañaban y que hoy miran hacia otro lugar o que ni siquiera fueron a votar. Hacia allí hay que dirigirse el 14 de noviembre. Tuvimos una campaña cortita, muy rara, muy de pandemia, muy de salida de pandemia. ¿Qué nos pasó? No les explicamos a los argentinos adónde los íbamos a llevar. El gobierno de la Provincia y del país se retoma ampliando sectores, ampliando hacia los sectores empresariales, de las pymes. Ampliando a la educación, a los docentes. Debemos volver a hablarles a todos y dejar de hablar para adentro.
“Tampoco creo que sea tan grave perder una elección.”
—¿Milei es un fenómeno capitalino o hubiese captado también la bronca en el Conurbano?
—No sé si es un fenómeno. Es un candidato con una cantidad de votos importante. Ahora tiene el desafío de cumplir. Le llegará el momento de poner en marcha sus ideas. Ahí se visualizan los fenómenos efímeros, que se diluyen fácilmente.
—¿Cómo serán los últimos dos años de gestión de Alberto Fernández?
—Serán de recuperación económica plena. De la consolidación de un modelo de gobierno, que tiene la producción, el trabajo y el acompañamiento social como guía. Será de crecimiento económico, de derrame en empleo genuino. Hay un presidente al frente del Gobierno tomando decisiones, compartiendo, con un gabinete que sabrá acompañarlo.
—¿Será el mismo gabinete después de noviembre?
—Hay un nuevo gabinete y será el que acompañe al Presidente.
—Los próximos dos años.
—Será lo que el Presidente disponga.
—¿Cuál es tu pronóstico?
—Tengo el convencimiento de que vamos a estar acompañándolo en esta propuesta de recuperación genuina de la Argentina, económica, industrial, de trabajo, para todas y para todos.
—¿Martín Guzmán será ministro de Economía acompañando al Presidente hasta el último día de su mandato?
—Imagino al Presidente pudiendo cumplir con los objetivos de crecimiento económico de 2019, truncados por la pandemia, con todo el equipo de gobierno económico que decida. La expectativa de hoy es que, en esta nueva etapa, estamos muy bien y muy entusiasmados por lo que viene. No miramos una elección, miramos la Argentina. El año 2023 es nuestra responsabilidad.
“La oposición es muy complicada”
—¿Te sorprendió el resultado?
—Los resultados son eso, precisamente: resultados. No sorprenden. Y hay que asumirlos y mirar lo que viene. Y lo que llega es más responsabilidad. Asumir qué votó el pueblo. No nos terminamos de sensibilizar con el sufrimiento que tuvieron industriales, comerciantes, papás y mamás durante 15 meses con sus hijos dentro de casa. Por ahí faltó un poquito más de análisis.
—¿No solo fue la economía; también influyó el estado emocional que generó la pandemia?
—Es multicausal. Lo vi como intendente. Les pedimos a los argentinos el 19 de marzo que se quedaran en sus casas, y eso se fue alargando y generó innumerables situaciones. Cabe pensar en la experiencia de los centros de aislamiento. Lo difícil que era trasladar vecinos que no tenían posibilidades habitacionales de aislarse. Todo eso fue generando muchísima angustia.
—¿Qué incidencia tuvo la foto del cumpleaños de la primera dama, Fabiola Yañez?
—Estuvo muy mal. Fue un descuido que no tendría que haber pasado. Millones de argentinas y argentinos confiaron y siguen confiando en el presidente de la Nación y en el Gobierno. Pero hay que mirar hacia adelante.
—¿La apertura actual es ese dar vuelta esa página?
—No es por una cuestión electoral. Tenemos una oposición muy complicada. Cuando teníamos 30 mil casos de contagios por día, hablaban de “infectadura” y pedían abrir. Ahora que vemos una campaña de vacunación masiva, con más de 65 millones de vacunas aplicadas en primeras y segundas dosis, se cuestiona que el 1° de octubre no se usará el barbijo en los espacios al aire libre. Me encantaría que pusiéramos algunos temas arriba de la mesa. Que los argentinos vean que son de Estado: la salud, la educación, el trabajo, la economía. Ojalá pueda conseguirlo como ministro. La dirigencia tiene una deuda enorme en este sentido.
“Al peronismo estos golpes lo espabilan”
—¿Cuánto se puede remontar el resultado electoral? ¿Cuál sería la hipótesis de mínima y cuál la de máxima?
—Nuestro objetivo es interpretar lo que los argentinos quieren y tomar medidas. Que los argentinos opinen el 14 de noviembre. Los argentinos llegamos a votar el 12 de septiembre después de una pandemia terrible. Aun así, hubo un 67% de presencialidad, sin contagios durante la votación. En 2019 tuvimos un 82%. Con esta nueva normalidad, con hospitales que ya no tienen contagios, sin fallecidos, debemos mejorar los lugares de votación para que la gente concurra. Tenemos que lograr que vayan muchos a votar.
—¿Cuál es el estado de ánimo de Alberto Fernández?
—Es bueno. Llama todos los días preguntando qué estamos haciendo. Toma decisiones y consulta a cada ministro sobre qué podemos decidir en cada área.
—¿Percibís cambios antes y después del acto electoral?
—Ver que hay un espacio político que gobierna la Argentina, el Frente de Todos, que resolvió sus diferencias. Eso lo puso activo. Tuvimos con el nuevo jefe de Gabinete una reunión a las siete y media de la mañana. Se convocó a esa hora a los 22 ministros.
—Es un horario del interior.
—Claramente. Cada uno contó qué se viene en cada área. Será quincenal, seguramente estará el Presidente. Hay una etapa nueva en el Gobierno, con los pies en la tierra, escuchando más.
—¿Son más optimistas que antes con este nuevo gabinete?
—Al peronismo estos golpes lo espabilan.
Producción: Pablo Helman y Debora Waizbrot.