—En tu cuenta de Twitter felicitaste los resultados de los radicales en Santa Fe, la gran elección de Facundo Manes en la provincia de Buenos Aires, la normalización del radicalismo en Río Negro. ¿Ya estás actuando como líder nacional del partido radical?
—No me corresponde todavía. Si los delegados y la estructura de mi partido lo deciden en diciembre, llegaré nuevamente a la presidencia del radicalismo. Ya lo fui. Uno de los honores más importantes de los radicales es conducir al partido. Sí soy un dirigente que caminó todo el país. No solo como senador, sino cuando presidí. Tenemos correligionarios y correligionarias y desafíos en distintos lugares que siento como propios en los que participo y acompaño, a veces desde lejos porque tengo la responsabilidad de gobernar la provincia de Jujuy, lo que demanda mucho tiempo.
—En Mendoza no hay reelección y Alfredo Cornejo estaría disponible para ser candidato a gobernador nuevamente.
—Podría estar. No sé cuál es el plan de Alfredo, pero es un dirigente importante con prestigio y reconocimiento en Mendoza y también en el país. Hicieron un acuerdo importante con Julio Cobos y Rody Suárez, todo el radicalismo. Hay una lista muy potente en Mendoza. Supongo que si no quiere ser gobernador, tal vez sea un eventual candidato a presidente. Eso es lo más importante. Más allá de mis aspiraciones de presidir el país, aún antes de eso, es clave que el radicalismo tenga un candidato a presidente con un trabajo importante estos dos años que vienen en el marco de Juntos por el Cambio.
—Facundo Manes dijo en esta misma serie de reportajes que el radicalismo fue el que derrotó al kirchnerismo en estas últimas elecciones. Que el punto final de la derrota del oficialismo nacional estuvo en la provincia de Buenos Aires, el distritos con mayor cantidad de votos y que sin interna entre el radicalismo y el PRO, muy probablemente hubiera ganado Victoria Tolosa Paz.
—Comparto esta opinión de Facundo. Ejerció un rol central, no solo en la provincia de Buenos Aires, a la cabeza de un radicalismo de pie. Derramó en todo el país y generó mucha energía en todas las provincias. Más allá, nadie puede atribuirse ser el propietario de este triunfo. Nadie de la Ciudad, nadie de la Provincia. Ni el radicalismo, el PRO, ni ningún gobernador.
“El resultado electoral pone a la UCR en una relación mucho más simétrica con el PRO.”
—¿Quién ganó?
—La coalición. Ganó la expectativa de cambio y de poner límites. Fue derrotada una manera de gobernar, la ausencia de plan, la falta de convicción de un gobierno. No se comprendió que las cosas y mucha gente están muy mal. Eso también estuvo sobre la mesa. Pero lo que dice Facundo es verdad. Hubiera sido muy difícil que Juntos por el Cambio ganara si no había un radicalismo de pie y un Facundo Manes, que se caminó toda la Provincia. Les dije a varios dirigentes del PRO que si teníamos dos semanas más, con Facundo ganábamos en la Provincia. Hicimos una gran elección. La provincia de Buenos Aires está casi pintada de rojo. Facundo hizo hacer un mapa de todo el país y ya no es solo amarillo y azul; ahora es amarillo, azul y rojo, el color radical.
—¿Se repetirá el resultado en noviembre?
—Nunca es igual el resultado.
—¿Será mejor o peor?
—Es importante no caer en el triunfalismo. Sería un error. Hay que tener los pies sobre la tierra. Es un gobierno básicamente peronista y está reaccionando, con varios gobernadores. Con los que me toca trabajar en el norte grande están con la cabeza metida en el 14 de noviembre. Bajarán el aparato y la estructura que pueden dar.
—¿Se reducirá la diferencia?
—Podría ser o no. No lo sé. No hay que confiarse, hay que mantener la mayor cohesión y unidad posible. Hicimos un encuentro de Juntos por el Cambio hace unos días y un encuentro del radicalismo donde estuvimos radicales enfrentados con el PRO. También en el encuentro del radicalismo hubo radicales enfrentados entre radicales con distintas listas. La consigna es la cohesión y seguir trabajando codo a codo con la gente sobre lo que está mal. Para que esta elección siga siendo una notificación al Gobierno de la necesidad de cambios reales, y no de maquillajes.
—¿Cuál es la diferencia entre tu coalición en Jujuy, que incluye al peronismo, con la de Gerardo Zamora en Santiago del Estero, también radical, pero dentro del Frente de Todos ¿Es coyuntural o de pensamiento?
—Hay diferencia de pensamiento. No me veo acumulando en un proyecto para mi provincia que tenga que ver con el kirchnerismo. La diferencia es el kirchnerismo.
—Es la frontera.
—Sí. Nuestro frente Cambia Jujuy, tiene mucho peronismo.
—¿Tu estilo de conducción o el de Gustavo Valdés en Corrientes son más cercanos al de Sergio Uñac en San Juan o Juan Schiaretti en Córdoba que al de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires o el que tuvo Horacio Rodríguez Larreta en CABA?
—Es correcto. Hay visiones diferentes de país. El instrumento que es la coalición puede generar expectativas de cambio y de alternancia para 2023. Las diferencias debemos dirimirlas a través de un plan de gobierno. No lo tienen la coalición ni el Gobierno. Las similitudes tienen que ver con cuestiones del pensamiento federal. Con lo que necesita el país profundo.
—¿Lo que los une es algo que podría definirse como “no porteño”?
—Puede ser. Tengo muchos amigos en Buenos Aires. Buenos Aires es la cara visible de la República Argentina. Es una ciudad que todos amamos desde el interior. Pero hay una visión porteña bastante sesgada. No comprende a la República Argentina.
—¿La visión porteña de la política cruza tanto a Mauricio Macri como a Fernando de la Rúa?
—Exactamente. Y también a sectores del peronismo. Por eso, 2023 puede representar una oportunidad. Tenemos que ser muy responsables y llegar con un plan, porque hay que salir también de este sistema retrógrado de alternancia.
—¿Cómo sería?
—Salimos de los últimos años de gestión de Cristina para que exista un cambio. Llegamos sin un plan y defraudamos a gran parte de la sociedad argentina. Debemos analizar ese hecho. Es algo que algunos sectores de Juntos por el Cambio quieren eludir. A mí me parece central para construir no llegar de nuevo y volver a hacer macanas. Luego, llega Alberto con Cristina nuevamente y lo hacen también sin plan.
—¿La vuelta de Cristina sería tan retrógrada como un regreso de Mauricio Macri?
—Siempre iríamos hacia atrás. No votaría a Mauricio. Él se enoja conmigo. No me quiso hablar meses, pero lo que digo no es para enojarse. No podemos hacer un nuevo experimento sin proyecto, sin plan. Aquel “gobierno yo” sin que haya cohesión ni debate sobre las diferencias ideológicas. Otra vez Mauricio, no.
—¿El radicalismo es el ala progresista de Juntos por el Cambio?
—Claro.
—¿Hay que correr a Juntos por el Cambio hacia el progresismo?
—Hay que correrlo al centro, al progresismo. Por eso es importante un radicalismo fuerte. Pretendo una relación más simétrica en Juntos por el Cambio. Para ese lugar es clave la actitud que tengamos como partido. El resultado electoral nos pone en una relación mucho más simétrica con el PRO.
—¿Es progresismo sería desde el punto de vista económico más keynesiano, con un papel del Estado más preponderante que el que vea el PRO?
—Es más keynesiano. Que pueda liberar la energía emprendedora para que el país produzca. No el dejar hacer y dejar pasar. Es lo que implica no tener un plan y que el mercado arregle por sí la economía. Eso no sucederá. Debe hacerlo un Estado presente, con un gobierno que tenga un plan que articule y que deje que la energía empresarial genere la riqueza y a la vez genere trabajo.
“En las PASO ganó la expectativa de cambio y de poner límites.”
—¿Dentro del radicalismo hay un debate sobre el rol del Estado?
—Hay debate, aunque hay una opinión mayoritaria de un modelo mucho más keynesiano.
—¿Martín Tetaz piensa más parecido a Macri que a vos?
—No hablé mucho con Martín. Hizo un aporte importante en la elección desde el radicalismo en la Ciudad. Me parece que primero hay que dar el debate en el radicalismo.
—¿Cómo ves la propia interna del PRO y la situación de Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta?
—Hay una crisis de liderazgo en el PRO, producto de la derrota de 2019 y la emergencia de dirigentes como Horacio y Patricia, que tienen sus diferencias. Ambos quieren presidir la República Argentina y están en su legítimo derecho. Me parece bien que dentro de Juntos por el Cambio esto ocurra. Nos da otra energía. Y también que los radicales querramos presidir el país.
—No mencionaste a Mauricio Macri.
—Mauricio es una realidad. En lo personal y en lo político. No estoy de acuerdo en que vuelva a ser presidente, pero tampoco lo quiero jubilar. La puja por el liderazgo está entre Horacio y Patricia.
—¿Quién ganará?
—No sé. No quiero que el radicalismo sea dueño de Juntos por el Cambio. Pretendo que seamos parte y no furgón de cola.
—¿Fue oportuna la crítica de Elisa Carrió a Manes?
—Lilita es como es. Primero estaba de acuerdo con Facundo; lo invitó a su casa y le dio la bienvenida. Pero después terminó operando una campaña de invisibilización a Facundo muy fuerte en medios importantes y con la fuerte estructura de la Ciudad de Buenos Aires. Lilita formó parte de eso. A eso se sumó una campaña de desprestigio que denuncié. Facundo llegó para sumar. Tuvo 1.300.000 votos y un radicalismo fuerte y movilizado. Con mucho esfuerzo militante personal de Facundo y de dirigentes como Maxi Abad o Alejandra Lorden.
—¿Qué pensaste cuando Mauricio Macri dijo que coincidía con las ideas de la libertad de Javier Milei?
—No lo comparto. Para derecha, suficiente con el PRO. Es un debate que debe darse. Muchos sectores del PRO estaban de acuerdo con incorporar a José Luis Espert y a Javier Milei. Implicaría mezclar agua con aceite. Mezclar radicalismo y peronismo no es mezclar agua con aceite, pero eso sí.
—Dijiste que mezclar “radicalismo y peronismo no es agua y aceite”. En cambio, radicalismo y libertarios sí es agua con aceite. ¿Por qué la mezcla con el PRO de la UCR no es mezclar agua y aceite? ¿En la convención de Gualeguaychú sí pensaste que eran esa mezcla imposible?
—En Gualeguaychú planteé que estaba bien un acuerdo con el PRO, pero debía incorporarse también el Frente Renovador.
—Diluir el aceite.
—Mezclar un poquito con agua. Advertí en mi discurso en la convención que no incorporar al Frente Renovador pondría en segundo nivel a la Unión Cívica Radical.
—Si Milei dijo que Larreta era, textualmente, un “zurdo de mierda”, ¿cómo verá a los radicales?
—Como marxistas leninistas, seguramente.
—Y además, trotskistas.
—(ríe) Claro.
—¿Qué interpretación le das a su perfomance electoral?
—Es la expresión de la antipolítica que crece cuando no hay respuestas desde la política y desde el Gobierno. Es otro efecto de la alternancia retrógrada. Ir para atrás y no resolver los problemas de la economía, de la inflación, de la gente. Ese círculo hay que detenerlo. Y eso se hace con un plan. Si no surgen sectores que ven a la política enfrascada en la grieta, con sus emergentes como estos, que los representan. Es un llamado de atención para la dirigencia política.
—¿Representa más la bronca que un corrimiento ideológico?
—Hay las dos cosas, pero el disparador es el voto bronca y la insatisfacción.
—¿Qué hubiera pasado con una candidatura como la de Milei en Jujuy?
—No creo que hubiera tenido tanta aceptación.
—¿Hubiera captado parte del voto bronca que fue hacia la izquierda?
—Hubiera captado ese voto. La izquierda lo captó en Jujuy. No es un tema solo de la Ciudad. En esto aporta nuestro fracaso entre 2015 y 2019. No es que hayamos hecho todo mal, pero el balance fue negativo. Por eso perdimos.
—¿El próximo presidente debería ser del interior o podría ser bonaerense o porteño?
—Me gustaría un próximo presidente del interior con un plan. Y una mirada real del país. Vivimos una situación muy injusta. La industria en el norte, NOE y NEA, está pagando 7 dólares el millón de BTU para producir, mientras el centro y el sur del país, 3 dólares. Los subsidios siguen concentrados en el Área Metropolitana, incluso en CABA. Pagan la luz cinco veces más barato que en el interior. A veces desde Buenos Aires se vive otra realidad. Un país diferente al que sentimos y vivimos en el interior. Llega el momento para otra mirada. Nada garantiza nada si no hay un plan y una estructura diversos.
—El comité Nacional de la UCR, a través de Alfredo Cornejo y Alejandra Lorden, hizo una declaración sobre la crisis del Frente de Todos que dice: “Esta situación es reflejo de lo que ya habíamos advertido. El Frente de Todos es una coalición frágil sin ningún tipo de coincidencias entre ellos. Solo se unieron para conquistar el poder y conservarlo”. ¿Coincidís?
—La coalición de gobierno es frágil. Hay ministerios en los que no se sabe quién manda. Sigue siendo una coalición con kirchnerismo, albertismo, Frente Renovador, organizaciones sociales, sindicalismo. Hay mucha puja de poder no conducida. Lo veo como gobernador. Aun así hay ministerios un poco más ordenados que otros.
—¿No hay allí una señal hacia Juntos por el Cambio en 2023? ¿Cómo se debe articular y organizar?
—Por eso es clave el plan. Un programa de gobierno que ajuste las diferencias ideológicas y que marque la hoja de ruta. No como dijo Mauricio en 2015: que la coalición estaba en el Congreso y el que gobernaba era él. Es un error que no podemos repetir. Tenemos todo 2022 para elaborar ese plan con un lugar clave para el radicalismo.
—¿Sergio Massa y el Frente Renovador pueden ser un aliado de un gobierno de Juntos por el Cambio en el futuro? Tuviste una experiencia que lo incluía en tu provincia.
—Sergio más bien está bastante comprometido con La Cámpora y con el Frente de Todos.
—¿Y qué rol le ves en estos próximos dos años?
—Tendrá un rol de articulación dentro del Frente de Todos. Tiene un rol de búsqueda de acuerdos y diálogos. En 2023, veo más acuerdo en Juntos por el Cambio y la incorporación de peronismo expresado en Juan Schiaretti, Emilio Monzó y Rogelio Frigerio.
“Dije a dirigentes del PRO que con dos semanas más, con Facundo, ganábamos en la Provincia.”
—¿Y el mencionado Sergio Uñac?
—Es buena persona. Gobierna bien. No sé si por el Frente de Todos, pero tiene su propia expectativa de ser eventual candidato a presidente. Puede haber un sector del peronismo importante que se sume a Juntos por el Cambio. Aunque falta tiempo.
—El mayor cientista político de Italia, Gianfranco Pasquino, dijo en esta misma serie reportajes que el problema de la inestabilidad política latinoamericana obedecía a haber adoptado el modelo norteamericano de gobernabilidad en lugar del europeo. Que las coaliciones funcionan solo en el sistema parlamentarista. Decía que presidencialismo y coaliciones son un oxímoron. Y que Alfonsín intentó subsanarlo con el híbrido del jefe de Gabinete que podría ser destituido parlamentariamente, algo que en la práctica no funcionó. ¿A tu juicio alcanzó a resolver el problema dentro de la coalición gobernante que Santiago Cafiero sea un fusible?
—No tenemos otro camino que establecer coaliciones. El país transitó del bipartidismo a la atomización del sistema político a partir de la crisis de 2001, que le pega fuerte al radicalismo. Casi desaparece. Se generó una atomización del sistema político. El único camino en el marco del sistema constitucional modelo norteamericano es recomponer el sistema de partidos a partir de coaliciones. Comparto que las coaliciones tienen más que ver con los sistemas parlamentarios, pero no tenemos otro camino. Por eso Juntos por el Cambio debe institucionalizarse más y establecer mecanismos para dirimir diferencias. El plan sería el elemento articulador. Consolidaría la institucionalidad que hay que darle a Juntos por el Cambio. Es una tarea que le cabe también al Frente de Todos.
—¿Le falta el plan articulador?
—Plan articulador y más institucionalidad. No sé si alcanza con pasar a Santiago Cafiero al Ministerio de Relaciones Exteriores, El Gobierno dispuso la lógica de “por la felicidad del pueblo” en toda la cancha. Así decretó que terminó la pandemia.
—¿Es sustentable después del 15 de noviembre?
—No. Hay que tener responsabilidad. No hay que tirar todo por un resultado electoral. La gente termina pagando las crisis políticas y los desaciertos y excesos en la administración.
—Desdoblaste las elecciones. En junio triunfaste con el 42% de los votos, el Frente de Todos/PJ el 14%, la izquierda el 8%. Triplicaste al Frente de Todos y el peronismo. En las PASO votó el 75% del padrón.
—Más que en junio, cuando participó el 71%.
—En septiembre, obtuviste el 46%, el Frente de Todos el 28% y la izquierda, sumando dos boletas porque tuvieron frente único, el 23%. ¿Cuáles fueron las diferencias entre las dos elecciones y por qué creció tanto la izquierda?
—Estuvo en juego otra cosa. Ahora se elegían legisladores nacionales y en la primera legisladores provinciales. En junio, de 24 legisladores, nosotros ganamos 18 y 6 el Frente de Todos. La izquierda concentró además el voto bronca en contra del Gobierno y del Frente de Todos.
—El Frente de Todos hizo comparativamente mejor elección.
—Estuvo más unido el peronismo. Los sectores trabajaron juntos y tuvieron un mejor resultado. Nosotros terminamos cerrando un 47% de votos en el escrutinio definitivo y hubo solo tres listas.
—En el reportaje que te hice en 2017 dijiste que “en Jujuy como en Salta se vota mucho a la izquierda por la crisis de representación del peronismo”. ¿Hay algo allí del fracaso de Milagro Sala que dejó un lugar vacío? ¿Ese crecimiento de la izquierda puede ser un anticipo de lo que pasará en algún momento en el resto del país?
—Es esta elección, la izquierda tuvo 83 mil votos; en la elección de 2017, 66 mil. Saca muchos votos en las parlamentarias. Hay mucho peronismo que vota a la izquierda. Tiene que ver con la realidad de cada provincia. En el país, o por izquierda o por derecha, aparecen los que toman ese voto contra el Frente de Todos.
—¿Hablaste con Alberto Fernández después de la derrota electoral?
—No con él. Hablé con algunos funcionarios, ministros.
—En off dicen muchos dirigentes justicialistas que tanto Alberto Fernández como Cristina Kirchner pusieron a Juan Manzur como jefe de Gabinete porque necesitan ganar el norte.
—Veo una estrategia en el norte, sí. No sé si lo pusieron a Manzur por eso, pero sí veo que la estrategia es mejorar el resultado en el norte y también en el Conurbano.
—En 2019, también en esta serie de reportajes, dijiste que “la naturaleza del voto del norte es casi como la del Conurbano”. ¿Salta y Santiago del Estero se parecen más a la tercera sección electoral y Misiones y Jujuy a la primera? ¿Es correcta la analogía?
—Sí. Tenemos que hacer un gran esfuerzo para mantener el resultado.
—Pablo Gerchunoff, economista radical, ex colaborador de Raúl Alfonsín, dijo a modo didáctico que solo había dos partidos políticos en la Argentina actual: la Unión Cívica Radical y La Cámpora. Que La Cámpora era una organización estricta dentro de un peronismo más lábil. ¿Cómo se da en Jujuy,
—Comparto. La Cámpora no está articulada en términos de organización nacional. Tiene algunos hilos conductores. Pusieron a la candidata, pero sí nacionalmente diría que dentro del Frente de Todos La Cámpora es más orgánica.
—¿Incidió en el resultado electoral de las PASO la foto del Presidente en el cumpleaños de la primera dama en Olivos?
—Sí, porque afectó la credibilidad del Presidente. Esta crisis de la semana posterior a las elecciones también debilitó la figura presidencial.
—¿Debilita al Presidente pero no al Frente de Todos?
—Ambas dañan la imagen presidencial. Es lo que nos pasa a todos los que debemos liderar y brindar pautas en el marco de la pandemia. Legitimar esas pautas y conductas en términos de actitudes fue un gran desafío. No hay que descartar un tema más profundo que vi en Corrientes. Gustavo es un gran gobernador y articulador. Los votos le pertenecen. Pero en barrios pobres vulnerables de la Capital siempre estábamos parejos con el peronismo. Allí el peronismo perdió 80% a 12%. Además de la foto, la inflación y lo mal que está la gente tuvieron mucha relevancia.
—¿Qué rol ocupan los peronistas clásicos del gabinete, como Juan Manzur, Julián Domínguez o Aníbal Fernández?
—Fue la respuesta del Presidente a los planteos de la vicepresidenta sobre en la gestión.
—¿Una respuesta adaptativa o defensiva?
—Adaptativa a los planteos de la vicepresidenta.
—¿Le concedió todo lo que quería?
—En parte, sí. Todo ese ruido le generó un costo político al Presidente.
“La construcción hacia un centro popular en la provincia de Buenos Aires debe ser el camino del radicalismo.”
—El “informe de gestión” de la provincia de Jujuy muestra un gasto social muy grande en el año 2020, especialmente destinado a salud. ¿El gobierno nacional priorizó el ajuste y eso tuvo consecuencias electorales, a diferencia de lo que hiciste en Jujuy?
—Tuvimos una actitud diferente frente a la pandemia. Dejamos la economía más abierta. Por eso se hace cargo el nuevo jefe de Gabinete y decreta el fin de la pandemia. Dice que volvemos todos a la cancha. Hay que tener cuidado con eso. Yo no cerré a las 7 u 8 de la noche, como la Ciudad. Cerrar el comercio o la actividad a las 8 era una invitación a ir a contagiarse. Muchos contagios se daban en los encuentros o juntadas. Además, tenemos una situación fiscal buena, tenemos equilibrio fiscal. Pusimos recursos importantes en distintos programas, planes, obra pública, ayudando a distintas actividades como el turismo, uno de los sectores más golpeados. El gobierno nacional no pudo manejar las cuestiones macro porque no cuenta con un plan.
—Julio Cobos fue padre de Isabella este año y vos de Guadalupe. Más allá de la metáfora sobre el partido radical, ¿qué significa ser padre después de los 60?
—Desde lo personal, una hija es una bendición del cielo. Me alegro mucho de que hayamos tomado la decisión con mi mujer, incluso de desempatar, porque yo tengo dos varones y una nena. Así que ahora tengo dos nenas y dos varones. Mi mujer también. Sucede en un momento donde ya soy papá y abuelo a la vez. Estoy en la estratósfera y viví el embarazo y la paternidad de otra manera, porque a mis hijos los tuve en esa época donde diez años pasan corriendo. Y desde el punto de vista de mis actividades, volví a retomar la actividad física.
—¿Te alargó la vida? ¿Te hizo pensar a más largo plazo?
—Dar vida genera también más expectativas de vida. Estamos con mucha más energía con mi mujer. Hay un Gerardo Morales por muchos años en la política.
“El cannabis nos dejará más renta que el litio y la energía renovable juntos”
—Dijiste que “la planta del cannabis es virtuosa, fantástica y tremenda”. ¿Qué significa para la provincia?
—Autorizamos plantar 35 hectáreas. Tenemos un proyecto de ampliar a 600 más. Ya tenemos la planta de secado comprada en Europa. Está llegándonos un laboratorio de Estados Unidos. Tenemos un laboratorio piloto ya hace más de un año. Logramos una tonelada de flor. Vamos a producir en la primera parte de las 35 hectáreas otra tonelada más y después 15 toneladas. Ya el 29 de septiembre estamos proveyendo a los hospitales públicos aceite para aplicar a los casos de epilepsia refractaria. Después tenemos un convenio con la Universidad Austral para aplicar al dolor por cáncer.
—Son todos usos no psicotrópicos.
—Es con el CBD. El cannabis tiene THC, que es el componente cannabinoide psicotrópico, y CBD, que no lo es. Hace pocas semanas fue autorizado para venta libre en Europa. Así que con el CBD estamos fabricando ya aceite de cannabis.
—¿Es correcto compararlo con la soja?
—Son 600 hectáreas. Ocupará a cerca de 2 mil trabajadores. Con el proyecto para 2023, serán 8 mil trabajadores. Son más trabajadores que lo que tiene todo el complejo tabacalero. Espero que en los próximos cinco o siete años sea el sustituto, la alternativa al tabaco. Allí tenemos 15 mil trabajadores, pero dos o tres meses al año. Los 8 mil del cannabis trabajan todo el año. La empresa es pública, con 600 hectáreas. Nos dejará más renta que el litio y que la energía renovable juntas. Estimamos facturar 250/300 millones de dólares para 2023, una rentabilidad del orden de los 200 millones de dólares.
—¿Será la principal fuente de riqueza de Jujuy?
—Más que el litio y que cualquier producto agropecuario. Desde marzo/abril del año que viene estaremos convocando al sector privado para invertir. En cinco o siete años tiene que sustituir a la producción del tabaco, lo que es un desafío. A fin de año tendremos un proyecto de producción de bioplástico. Con las 35 hectáreas, tendremos 15 toneladas de masa de cáñamo. Para el aceite solo se usa la flor. El cáñamo que tenemos se puede usar para bioplástico, papel y para textiles. Imaginate lo que implica para nuestras artesanas de Purmamarca y de Tilcara.
—¿Habrá ponchos con cannabis?
—Un poncho con tela del cannabis. Nos abre a un desafío científico y tecnológico diferente. Fue lo que nos pasó con el litio.
—Hasta hace diez años la provincia vivía del tabaco. El litio y el cannabis cambiaron el paradigma.
—Y las energías renovables. Estamos con la planta de 300 megas.
—Energías renovables es una cuestión que está en todo el país.
—Tenemos una de las mayores radiaciones solares del mundo. El litio es un tema importante que trabajamos Salta y Catamarca también. Tenemos el compromiso de una empresa china como Gangfeng y una empresa italiana para fabricar baterías de litio cuando haya movilidad eléctrica.
—¿El litio sería la materia prima y la batería sería el producto elaborado?
—Producimos carbonato de litio. Para llegar a la batería de litio hay que convertir el carbonato de litio en material activo. Luego hay que fabricar, es otra etapa, la tercera, las celdas de litio de ánodo y cátodo, y el ensamble de baterías.
—¿Cuántos países del mundo hacen eso?
—La segunda etapa, activar el material activo, diez países.
—¿Tienen eso los otros dos países poderosos en litio, Bolivia y Chile?
—No. Chile siempre fue el más avanzado, pero no están fabricando aún. No tienen la tecnología. Bolivia está más atrasado que nosotros. Tendremos un desarrollo científico y tecnológico más importante que Chile. Estaremos dentro del grupo selecto de países que fabriquen la batería de litio en todas sus etapas.
—Matías Kulfas fue uno de los promotores del desarrollo de la industria cannábica y al mismo tiempo es uno de los ministros criticados por Cristina Kirchner. ¿Cómo fue tu propia experiencia con él?
—Muy buena. También impulsa la movilidad eléctrica. A eso va el mundo y debe ir Argentina. En 2050, si no hacemos nada, la temperatura en Jujuy aumentará entre 5 y 7 grados. La planta solar que tenemos de Cauchari es como sacar de circulación 200 mil autos que queman combustible y generan emisiones de carbono. Y el litio y las baterías del litio son el mejor acumulador de energía para la movilidad eléctrica. Argentina debe formar parte del cambio de la matriz energética en el mundo y del cambio en el transporte. Tenemos el proyecto Girsu financiado por el Banco Europeo de Inversiones. Recibimos un subsidio de 11 millones de euros de la Unión Europea y ya hemos eliminado 16 basurales a cielo abierto. En dos años eliminaremos los casi 70 basurales a cielo abierto de la provincia. El tercer factor de emisión de gases de efecto invernadero en la provincia de Jujuy es el mal tratamiento de los residuos sólidos. Es el camino, para la provincia y para Argentina. Lo hacemos con un plan de movilidad eléctrica, obligando a las automotrices a que tengan versiones de autos eléctricos, generando ese cambio para que en veinte años todos los autos sean eléctricos. Además, es más económico y crece el desarrollo científico y tecnológico de las baterías. La batería del celular que hoy dura 24 horas, el año que viene o de acá a dos años durará cinco días. De modo tal de que un Tesla que hoy tiene una autonomía de 300 kilómetros, con esa nueva versión de baterías tendrá 1.500. Es un cambio revolucionario. Es algo virtuoso y bueno para el planeta.
—Como sucede con el Plan Marshall verde de Joe Biden.
—La planta de cannabis es una de las que más elimina las emisiones de carbono. Por donde la veas es virtuosa.
—En lugar del yuyo que sería la soja, aquí estamos frente a la planta mágica.
—Tenemos un gran potencial. Además de medidas en términos impositivos, el país resolverá su economía desde la periferia al centro. Lo hará con un plan de aquí a diez o quince años
—Volvés al tema de la planificación.
—En el corazón de cada argentino debe haber un emprendedor y tiene que haber un Estado que tenga un plan y que desarrolle ese espíritu emprendedor con toda la energía. No lo hace solo el mercado; lo consigue un país con un plan.
“Juntos por el Cambio debe correrse al centro y al progresismo”
—¿A quién hubieras votado en la elección de Juntos por el Cambio de CABA? ¿A la lista que llevaba a Martín Tetaz liderada por María Eugenia Vidal o la de Adolfo Rubinstein?
—Apoyé a Adolfo Rubinstein, que expresa ese pensamiento. No nos fue bien. Desde el radicalismo tenemos que hacer sentir que pertenecen Martín Tetaz y Martín Lousteau y dar los debates en torno a cómo se ubique el radicalismo en la coalición.
—Alfredo Cornejo muchas veces compartió posición con el ala más dura del PRO. ¿Te sentís representado por el pensamiento económico de Alfredo?
—A veces coincidimos y otras no. Formamos parte de sectores distintos, tal vez no tan formalizados. En este momento hacia el 14 de noviembre tenemos la convicción de cohesionar.
—Facundo Manes habla de un centro popular diferenciándose del PRO, sumando al progresismo de Margarita Stolbizer, el peronismo de Emilio Monzó y a Joaquín de la Torre. ¿Te representa más que la conducción del partido?
—Dentro de Juntos por el Cambio me siento más identificado con la construcción de la provincia de Buenos Aires. Debe trascender los límites provinciales y el camino del radicalismo.
—¿Es exagerado decir que de los dirigentes radicales sos quien tiene más coincidencias con Manes?
—Tenemos coincidencias. Pensamos bastante parecido Es con quien más encuentro similitudes. También con Ernesto Sanz, Luis Naidenoff, Gustavo Valdés que, además de gran gobernador, es un amigo.
—¿Vos y Manes son quienes están más al centro dentro del radicalismo?
—No quiero excluir a muchos otros dirigentes, pero con Facundo tenemos ese pensamiento. Lo que se hizo en la provincia de Buenos Aires hay que replicarlo en todo el país. Aportaremos mejoras a Juntos por el Cambio y resolveremos los temas en el marco de un plan de gobierno del que Juntos por el Cambio aún carece.
Producción: Pablo Helman y Debora Waizbrot.