PERIODISMO PURO
Entrevista

Mark Granovetter: "Las redes sociales empezaron con Adán y Eva"

En los años 70 escribió un texto pleno de intuiciones, La fuerza de los vínculos débiles, en el que narra el valor de las relaciones entre conocidos lejanos a la hora de buscar trabajo, aprender e informarse. Mucho antes de la aparición de internet y de Facebook o Twitter, describió una forma de relacionarse, las redes, que creció exponencialmente en los últimos años y se hizo aún más patente durante la pandemia. Dice que la teoría económica debe pensarse bajo este paradigma social y analiza el rol del periodismo para prevenir ciertos mecanismos “virales”, como el de las noticias falsas.

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Mark Granovetter. | PABLO CUARTEROLO

—¿La pandemia le dio un significado diferente o mayor a la idea de “vínculos débiles”? 

—El concepto de vínculos débiles es muy sencillo. Es algo con lo que todo el mundo está familiarizado. En la vida cotidiana hacemos distinciones entre nuestros amigos íntimos y las personas con las que solo estamos familiarizados. Los llamamos conocidos. Todos conocen la diferencia entre amigo íntimo y conocido. Se trata de precisar esa idea. Está muy cerca del concepto de “conocido”. Hay una continuidad que va de los vínculos débiles a los más fuertes. La idea de los vínculos débiles toma esa distinción de categorías. Me preguntan si durante la pandemia la gente está perdiendo todos sus vínculos, porque solo se puede estar con la gente que se conoce muy bien y con la familia, quizás en el barrio, donde todo el mundo tiene que llevar una máscara. Ahora no la llevamos tanto, porque ahora estamos vacunados. Mi respuesta es que en cierto modo eso sería cierto si no fuera por las maravillas de la tecnología moderna. Gracias a las maravillas de la tecnología moderna puedo tener un nuevo lazo débil en Buenos Aires con el señor Jorge Fontevecchia, al que no conocía. Estoy seguro de que vamos a ser conocidos cuando terminemos esta entrevista. Y es algo que trasciende esta entrevista. En el mundo académico también percibo que renové muchos vínculos de conocidos, especialmente gracias al Zoom. A lo largo de un año recibo muchas invitaciones a conferencias en la costa este de Estados Unidos u otros lugares a los que normalmente diría que no puedo ir porque se tarda demasiado en llegar, hay jet lag y hay que sentarse en un asiento muy incómodo en un avión. Pero ahora encuentro que voy a conferencias en Toulouse o en Cambridge, Massachusetts o Virginia, cualquier lugar al que normalmente no iría porque es demasiado molesto en la vida real. Es una coincidencia que Zoom se haya convertido en una tecnología que todo el mundo utiliza ahora justo al mismo tiempo que comenzó la pandemia. Si no hubiera sido así, la pandemia hubiera restringido mucho nuestro mundo social. Las dos cosas confluyeron. No es solo en el mundo académico. Tengo reuniones familiares en Zoom con algunos parientes que viven en Canadá u otros que viven en la costa este. Los vínculos débiles se hicieron más fáciles de mantener. Doy mis clases por Zoom y funciona muy bien. Será difícil acostumbrarse a ver a la gente en la vida real cuando en otoño probablemente volamos a dar clases en aulas normales. En una clase grande, de cincuenta o sesenta alumnos, hay que aprender todos los nombres. Es muy difícil. En Zoom está el nombre bajo la imagen de cada uno. Funciona en algunos aspectos incluso mejor que la clase normal. Cambiaron muchas cosas en el mundo. Mucha gente que ahora trabaja desde casa pensará si realmente necesita ir a la oficina, que se puede hacer muy bien el trabajo desde casa. Se camina tres metros para llegar al trabajo en lugar de conducir durante una hora y buscar estacionamiento. Los cambios en la tecnología se hicieron mucho más importantes de lo que habrían sido de otra manera. Los cambios tendrán algún efecto permanente. Veremos mucho trabajo híbrido: se pasará algo de tiempo en la oficina y algo en casa. Claro que un trabajo físico en el que se deben mover paquetes de un lado a otro, como en los almacenes de Amazon, no se puede hacer por Zoom. Pero hay muchas cosas que sí. 

“Hay cambios por la pandemia que tendrán un efecto permanente.”

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—Un artículo de la revista “Forbes” dice que “en 1973 Mark Granovetter, un doctor en Sociología formado en Harvard, postuló que los ‘vínculo débiles’ eran mucho más beneficiosos para las personas que buscaban capitalizar las redes sociales que los vínculos fuertes. En otras palabras, las personas más cercanas y que se conocen más íntimamente, como la familia y los amigos íntimos, son menos útiles para hacer avanzar las ideas, o, en nuestro caso, las ventas, que los conocidos”. ¿Hay una “afectividad débil” que se revalorizó en la pandemia, e incluso una “sexualidad débil”?

—Sí. Es cierto. Antes de la pandemia y antes de toda esta tecnología, nuestros vínculos débiles fueron esencialmente con personas que no se conocen entre sí. Es muy bueno tener amigos cercanos. Hay una división del trabajo entre los vínculos fuertes y los débiles. Los vínculos fuertes los necesitamos mucho para el apoyo emocional. Para que nos ayuden cuando tenemos grandes problemas. No podemos prescindir de ellos. Tal vez la debilidad de los vínculos fuertes es que se superponen unos con otros. Si a una persona le gustaría contar con un trabajo diferente y quisiera conseguir información que no tiene, al preguntar a los amigos cercanos todos sabrían lo mismo, porque hablan entre ellos y no tienen información nueva. No es tan útil para salir del entorno. Los vínculos débiles son personas que en su mayoría no se conocen entre sí, pero sí conocen a gente que uno no conoce. Descubren cosas que no se podrían averiguar de otra manera. En mi primer estudio, Conseguir un trabajo, de 1974 con una nueva edición en 1995, planteé que los vínculos débiles son más importantes que los fuertes y que ayudan a la gente a encontrar nuevos trabajos. Le preguntaba a la gente cómo había conseguido su trabajo. Y me decían que alguien les había proporcionado la información. Le preguntaba si había sido un amigo. La respuesta era no: habían sido los conocidos. Al investigar la cuestión, observé que esa era la fuerza de los vínculos débiles. Sigue siendo válida la hipótesis. Con la tecnología observamos que Facebook y LinkedIn nos ayudan a mantener los vínculos débiles mucho más eficientemente que antes. La información que la gente puede obtener a través de los vínculos débiles se adquiere incluso más eficientemente ahora. Los vínculos débiles siguen siendo tan importantes como siempre. No ha cambiado su importancia. Un físico en California que quiere saber sobre la investigación de partículas a través de los vínculos débiles puede enterarse de qué está pasando en Suiza. Con la tecnología, los vínculos débiles quizás sean incluso más importantes que antes.

Mark Granovetter, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
TECNOLOGÍA Y VÍNCULOS DÉBILES. “Con el avance de la tecnología observamos que Facebook y LinkedIn nos ayudan a mantener los vínculos débiles más eficientemente que antes. La información que la gente puede obtener a través de vínculos débiles se adquiere incluso más eficientemente”. (Foto: Pablo Cuarterolo)

—¿Los vínculos débiles son más efectivos en las sociedades líquidas que describió Zygmunt Bauman? 

—La sociedad posmoderna se parece mucho a la moderna. Las redes sociales son tan importantes como siempre. Y operan más eficientemente en nuestra nueva sociedad. Aunque no sé si llamarla posmoderna o moderna. No estoy seguro de cuál es la diferencia entre moderno y posmoderno. El cambio social se produce con tanta rapidez que me resulta muy difícil decir que solo tenemos dos etapas de la sociedad. Vivimos en un cambio continuo. Quién sabe qué nuevas tecnologías nos esperan en los próximos años, como ahora es el Zoom. Es difícil que llegue alguna tecnología que haga que las redes sociales sean menos importantes. Nuestros vínculos sociales siempre fueron absolutamente cruciales y seguirán siéndolo. Por eso, hoy los empresarios quieren contratar a través de las redes sociales. Los empresarios, cuando buscan nuevos empleados, pagarán a sus empleados actuales para que les den nombres de personas que puedan ocupar los nuevos puestos. Son recompensas. Se puede leer currículums de la mañana a la noche y no aprender mucho. En un currículum todo el mundo es perfecto. No se ponen en el currículum los exámenes reprobados ni las cosas que se hacen mal. No hay nada que sustituya el tipo de conocimiento que surge de las redes sociales. 

“Los vínculos débiles son mejores para conseguir trabajos nuevos.”

—La sociedad de principios de los 70 era previa a redes como Twitter o Facebook. ¿Cómo cambió internet su manera de pensar? ¿Y la pandemia?

—Es una buena pregunta. Los jóvenes piensan que hablar de redes sociales es referirse a Facebook y LinkedIn. Creen que empezaron ahí las redes sociales. Pero en realidad las redes sociales empezaron con Adán y Eva. Tenemos que remontarnos mucho más atrás que a Facebook o LinkedIn. No sé si recuerdan esos dispositivos de principios de los años 2000 o de principios del siglo XXI. En los años 70, tenías que mantener vínculos débiles viajando a reuniones profesionales o intercambiando tarjetas de Navidad. Se veía a la gente una vez al año. Era más difícil, pero se hacía igual, porque se entendía la importancia. Ahora que tenemos redes sociales informatizadas podemos comunicarnos con la gente en Twitter y tenemos feeds de Instagram y Facebook, aunque los jóvenes dicen ahora que Facebook es para nosotros, los mayores. En Instagram no solo intercambiamos comentarios como en Facebook: también cambiamos fotos y se vuelve muy personal. Los teléfonos pueden hacer videos. Podemos ver cosas que antes no. Podemos mantener más vínculos que antes, aunque hay un límite, porque solo tenemos 24 horas en un día y 168 horas en una semana. Nuestra capacidad mental es limitada y no podemos seguir el rastro a miles de personas a la vez. La mayoría de nosotros tenemos habilidades sociales más normales y solo podemos seguir el rastro a unos cientos de personas a la vez. Pero la capacidad de seguir el rastro de personas que, de otro modo, en los años 70, nunca habríamos podido seguir, se ha convertido en algo muy importante. Y se ha hecho, yo diría, aún más importante que antes. Eso es gracias a esta tecnología.

—¿Cambia la investigación sociológica en tiempos de redes sociales?

—Ahora sabemos que si queremos hacer una investigación sobre las redes sociales, tenemos que utilizar los datos de Facebook, por ejemplo. Facebook tiene todo un equipo de data science. Muchos son ex estudiantes de Sociología que van a trabajar a Facebook. Como Facebook tiene cientos de millones de usuarios en todo el mundo, ponen esos datos a disposición de los investigadores, podemos rastrear las redes sociales mediante el seguimiento de sus conexiones. Es factible de una manera que nunca podríamos haber hecho antes. Entramos en la era del “big data”. Cuando era un estudiante de posgrado en la década de 1960 y un joven investigador en la década de 1970, podíamos hacer una encuesta con un par de cientos de personas o mil personas. Eso era un estudio muy grande. Ahora, tenemos conjuntos de datos que tienen millones e incluso cientos de millones de conexiones y nodos. Se necesitan nuevos métodos, técnicas estadísticas, tipos de inteligencia artificial. Ahora usamos al machine learning para hacer un seguimiento de todos estos datos. Estamos empezando a usar sus métodos de investigación con cierto éxito. Las ideas no siguieron el ritmo de las nuevas técnicas estadísticas. Es maravilloso que estas nuevas técnicas nos permitan analizar enormes cantidades de datos. Se necesitan ideas nuevas que perciban el significado de tamaña cantidad de información.

“La sociedad posmoderna se parece mucho a la moderna.”

—¿Cuál es su visión como sociólogo acerca de la economía? ¿Cómo debe concebirse epistemológicamente? ¿Es una ciencia exacta o social? ¿Dónde termina la economía y empieza la sociología? ¿Dónde terminan ambas ciencias y empieza la filosofía, y especialmente la ética?

—Los economistas se interesaron mucho por las redes sociales. Hay economistas cuya principal especialidad es el estudio de las redes sociales. Eso es algo nuevo. No había ocurrido antes de 2010. Se abre una línea de comunicación entre sociólogos y economistas. Las ciencias sociales en general se interesaron por el estudio de las redes sociales. Todos entendemos la importancia de las redes y las conexiones sociales en la economía. Quizás no cambió la forma en que piensan sociólogos y economistas. Y es bueno, porque se sofistica la comprensión. Los filósofos aún no se han conectado a este tipo de pensamiento. Nos gustaría incorporarlos. Pero es más difícil, porque tienen su propia forma de pensar sobre el mundo, que no se ve muy modificada por la tecnología moderna.

—¿El algoritmo es la matematización de lo social? ¿Es una manera de detectar costumbres e ideas de manera cierta? ¿Puede convertirse en una nueva herramienta para los investigadores?

—El usuario promedio de estas aplicaciones de redes sociales se tornó muy sofisticado. Incluso los niños se tornaron más sofisticados que los adultos. Tienen teléfonos celulares y los usan para hacer cosas que solo podíamos soñar en la década de 1970. Conectarse con sus amigos de todo el país o de todo el mundo, intercambiar fotografías e ideas. A veces es algo bueno, a veces sale mal. Existe el ciberacoso, o “ciber-bullying” para hacer cosas malas a otros niños que antes solo se podían hacer en el patio de la escuela. Ahora se pueden hacer con el teléfono. Hay niños que se suicidaron por esto. Estamos frente a herramientas muy poderosas. Y no estuvimos a la altura de la necesidad de educar a nuestros niños y jóvenes. Necesitamos una ética en el uso de las redes sociales y sus herramientas. Los principios morales sobre cómo utilizar estas herramientas tan poderosas aún no se informaron a los niños que necesitan comprenderlas. Existen muchos investigadores dedicados a la ética en las investigaciones científicas, pero no tenemos suficiente gente que estudie cómo explicar a nuestros jóvenes los problemas éticos de usar métodos y técnicas muy potentes. Cualquier técnica poderosa puede usarse de buena o mala manera. Esto no es una bomba, pero estas tecnologías son igual de poderosas. Y deben ser llevadas a un marco ético.

Economía y sociología. La obra de Mark Granovetter fue traducida a muchos idiomas. La cuestión del trabajo y las redes sociales es el eje de su investigación.
ECONOMÍA Y SOCIOLOGÍA. La obra de Mark Granovetter fue traducida a muchos idiomas. La cuestión del trabajo y las redes sociales es el eje de su investigación.

—Usted escribió que “este tratamiento de la cultura como influencia en el comportamiento individual es estático y mecánico: una vez que conocemos la ubicación social del individuo bien socializado, todo lo demás en el comportamiento es automático”. ¿Cuál es el vínculo entre cultura y algoritmo?

—Una cierta concepción de la cultura, demasiado simplificada, sugiere la idea de que la cultura solo es una receta que la gente sigue que les dice qué hacer en cada situación. Eso no siempre es así. Puede suceder algo análogo con los algoritmos. Empezamos a ver eso. Usar el algoritmo para llenar un puesto de trabajo o a quién promover en un departamento académico. Hay algoritmos sobre productividad. No podemos permitir que nos controlen los algoritmos ni las prescripciones culturales. Debemos tener la capacidad de pensar por nosotros mismos. Usarlos como herramientas en lugar de recetas que seguimos ciegamente. 

“Las nuevas tecnologías son tan poderosas como una bomba.”

—Karl Marx habló sobre la infraestructura determinante de la superestructura. Simplificadamente, decía que el determinante de la economía y la tecnología es la cultura. ¿Los algoritmos y las nuevas técnicas demuestran que estaba equivocado o no? 

—Marx pensaba que la condición material de la sociedad era lo más importante, que controlaba todo y fluía a partir de eso. Pensar que los algoritmos sustituyeron a las condiciones materiales de dicha sociedad es replicar su sistema. Necesitamos una forma mucho más sofisticada de pensar el mundo. Las condiciones materiales son importantes, pero no son lo único. La gente tiene ideas sobre cómo deberían ser las cosas y principios éticos. Hay estructuras políticas. Todo ello está relacionado con la influencia de las condiciones materiales, de los algoritmos y de la gente en el mundo real. A veces toman prestado de los algoritmos, a veces toman prestado de las condiciones materiales, a veces toman patrones de la política y los juntan de una manera que los franceses llamaron “bricolage”. Es lo que los filósofos llamarían epistemología pragmática, que las personas son solucionadoras de problemas y utilizarán cualquier cosa que puedan encontrar para resolver tales problemas e incluso para averiguar cuáles son los problemas que están tratando de resolver. Los algoritmos, las condiciones materiales, los patrones políticos, los patrones de parentesco y los principios éticos se encuentran entre las cosas utilizables. Todo forma parte de una caja de herramientas. Tenemos que pensar a las personas no como si fueran máquinas que se controlan de manera automática. La gente simplemente toma lo que necesita para resolver sus problemas. Y esto es lo que llamamos “agencia humana”. Al analizar el mundo social es muy importante no olvidar que la gente intenta activamente de averiguar cómo hacer las cosas. Y no están haciendo las cosas automáticamente. Están tratando de averiguar cuál es la mejor manera de hacer las cosas. Y a veces tienen éxito y a veces fracasan. Pero tenemos que pensar que se relacionan activamente con su entorno e intentan averiguar cuál es la mejor manera de hacer lo que intentan hacer.

Mark Granovetter, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
REDES. “En los 60 y 70, se hacía una encuesta con un par de cientos de personas o mil personas y era un estudio muy grande. Ahora tenemos datos con millones e incluso cientos de millones de conexiones y nodos”. (Foto: Pablo Cuarterolo)

—¿Por qué las ideas extremistas tienen tanto peso en las redes sociales?

—Las ideas extremistas se tornaron más fáciles de fijar en un grupo. La gente descubrió que puede usar las redes sociales para hablar solo con personas que piensan igual. Es el problema de las cámaras de eco. Así, ideas que a la mayoría nos parecen muy extremas o extrañas se despliegan en grupos que funcionan cerradamente, por ejemplo, en Facebook. Es un fracaso de los vínculos débiles, porque terminan tornándose fuertes. A través de la tecnología es más fácil encontrar un grupo de personas que hablen y piensen de la misma manera. Siempre hubo grupos extremistas. Pero ahora es más fácil que se mantengan unificados. Es como si estuvieran todos en la misma habitación. Pueden convencerse unos a otros de que ocurrirán las cosas más extremas, como el fin del mundo, en una determinada fecha. En los viejos tiempos se desilusionarían y se irían. Pero ahora pueden dicen que se equivocaron de fecha. Aunque hay cosas buenas atribuibles a las redes sociales, es verdad que hacen más fáciles de fijar ideas extrañas en grupos pequeños. Hay vínculos débiles que luego se hacen fuertes y finalmente caen en un circuito cerrado. Tenemos que pensar cómo desbaratar ese tipo de ideas, porque puede ser muy peligroso para una sociedad, especialmente cuando no se cuenta con una estructura política fuerte. Si la estructura política es débil puede verse afectada por estos grupos de extremistas, como vimos en algunos países.

“No podemos permitir que nos controlen los algoritmos ni las prescripciones culturales.”

—¿Los políticos, especialmente los estadounidenses, comprenden los vínculos débiles?

—No sé si estas ideas entraron en la estructura política estadounidense. Los políticos están más familiarizados con las ideas de los economistas. En Estados Unidos tenemos algo llamado Consejo de Asesores Económicos, que asesora al presidente. No tenemos un consejo de asesores sociales. Si existiera, habría una mayor comprensión de estos vínculos.

—En su “The Strength of Weak Ties”, ya en 1973 usted escribió: “Un fallo fundamental de la actual teoría sociológica es que no relaciona de forma convincente las interacciones a un nivel micro con los modelos de nivel macro”. ¿Aplica lo mismo para la economía? ¿Los economistas que miran demasiado lo macro deberían prestar más atención a los fenómenos micro? 

—Los economistas prestan mucha atención al nivel micro. Tienen cursos enteros sobre microeconomía, sobre individuos que maximizan sus posibilidades. El campo de la macroeconomía busca comprender qué le pasa a toda la sociedad. Es difícil conectar los dos niveles. Muchas teorías de la macroeconomía no tienen una base sólida en el comportamiento de los individuos. Analizan otras cuestiones. La capacidad de conectar el comportamiento de los individuos con patrones de mayor escala es un problema en la economía y en la sociología. Creo que el estudio de las redes sociales es una de las formas. Es una forma de salvar la brecha entre lo que ocurre a nivel micro del comportamiento individual y lo que ocurre a nivel macro de los fenómenos sociales a gran escala. Y las redes sociales son una de las formas de salvar esa brecha. Comprender los vínculos débiles sirve para entender la cuestión del trabajo y también cuestiones vinculadas a la política. Las redes sociales son el medio a través del cual el comportamiento individual se traduce en resultados a gran escala. Por eso es en un campo de estudio tan importante. Muestran la conexión de lo que hacen los individuos con la gran escala. Me pone muy contento que los economistas descubran esta cuestión.

—En 1973 escribió que “muchas nociones intuitivas sobre la ‘fuerza’ de un vínculo interpersonal deberían verse satisfechas por la siguiente definición: la fuerza de un vínculo es una (probablemente lineal) combinación del tiempo, la intensidad emocional, intimidad (confianza mutua) y los servicios recíprocos que caracterizan a ese vínculo. ¿Son ideas que aplican a la adhesión política y en la esfera más micro al matrimonio? Sigmund Freud dice que hay dos tipos de matrimonio, uno que es complementario y otro narcisista. ¿Se replica a la hora de votar?

—La mayoría de las personas pueden ubicar sus vínculos como fuertes o débiles. ¿Es un amigo, un amigo cercano o un conocido? Me pregunté qué querían decir al contestar esa pregunta. Llegué a la conclusión de que había maneras mentales de construir esa idea. El tiempo que pasan con alguien es importante, pero no es lo único. La cercanía emocional con alguien, el tipo de favores que se hacían mutuamente y cuánto revelaban a la otra persona sobre sí mismos también incidían. Esas cuatro dimensiones captan más o menos lo que la gente piensa cuando habla sobre si un vínculo es débil o fuerte. No lo hice con los matrimonios, pero creo que podríamos preguntar a las parejas casadas cómo se ajustan a esas dimensiones. ¿Cuánto tiempo pasan juntos? ¿Qué tan cercanos están emocionalmente el uno del otro? ¿Qué harían realmente el uno por el otro? ¿Cuánto saben realmente el uno del otro? Son preguntas muy interesantes para hacerle a cualquier pareja casada. Se encontrarán parejas que están casadas solo de nombre, que no pasan mucho tiempo juntos, que no se conocen mucho el uno al otro y no están emocionalmente cerca. Esos matrimonios no suelen durar mucho. En el otro extremo, hay parejas que tienen todas esas cosas, están muy unidas y pueden estar casadas durante mucho tiempo y ser muy felices. Y una múltiple variedad en el medio. No había pensado en aplicar esto a los matrimonios, pero creo que tiene mucho sentido. Pero es más complicado porque depende del tipo de redes sociales en las que se encuentren esas personas que están casadas entre sí. En algunas parejas, el marido tiene su familia y sus amigos de antes del matrimonio, al igual que la mujer, y son muy felices con ese grupo. No necesitan mucho de su cónyuge. Es más complicado que la relación individual. También tiene que ver con la red más amplia en la que está inmersa esa relación. Es un tema que no se estudió tanto como se debería.

—Escribió que “el hecho de que gran parte de la actividad económica se desarrolle en redes sociales de personas conocidas hace más difícil que los individuos separen sus objetivos económicos de los no económicos”. ¿Cambia la idea de intimidad en el mundo de las redes sociales?

—Sí. Puede haber personas que son genios, trabajan en casa en su gran novela y nunca hablan con nadie más. Ernest Hemingway era un poco así. Pero la mayoría de las personas trabajan a través de las redes de amigos. Eligen hacerlo público. Sus amigos y la gente que conocen son una parte muy importante de su vida. Es algo que no tiende a cambiar. Cuando la gente empiece a trabajar en casa tres días a la semana, como ahora, cuesta mantener un tipo de relación cotidiana con los compañeros de trabajo. Es posible que las nuevas tecnologías reduzcan algunos aspectos de las redes sociales y aumenten otros. Es difícil de predecir el punto de equilibrio. Es algo que tendremos que observar y estudiar durante los próximos diez, veinte, incluso treinta años. No sabemos a qué velocidad cambiarán las cosas porque la tecnología se desarrolla a su propio ritmo.

Mark Granovetter, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
JÓVENES. “Existen muchos investigadores dedicados a la ética de las investigaciones científicas, pero no hay suficiente gente que estudie cómo explicar a los jóvenes los problemas éticos de usar las redes”. (Foto: Pablo Cuarterolo)

—En 1973 escribió, y de nuevo me sorprende lo adelantado que fue, que “intuitivamente hablando, esto significa que cualquier cosa que sea difundida puede llegar a un gran número de personas y atravesar una gran distancia social (como la distancia del recorrido) cuando se experimentan vínculos débiles antes que fuertes. Si alguien cuenta un rumor a todos sus amigos cercanos, e igualmente hacen ellos, muchos oirán el rumor una segunda y tercera vez, ya que aquellos que están unidos por vínculos fuertes tienden a compartir amigos. Si la motivación para extender el rumor se debilita cada vez que este se cuenta, entonces el rumor que se mueva a través de vínculos fuertes estará probablemente limitado a unos pocos clicks o pandillas que si fuera vía vínculos débiles; los puentes no serán cruzados”. ¿El periodismo es una forma de vínculo débil?

—Los periodistas cortocircuitan estas conexiones si los rumores o las noticias se estaban difundiendo a través de vínculos fuertes. Si un periódico publica una información, o un rumor, supera el fenómeno de las redes sociales Los medios de comunicación llegan a todo el mundo y no importa si conoces a alguien o no conoces a nadie. No es algo que alguien dijo. Así se rompe o supera cualquiera de las limitaciones que podrían haber ocurrido si la información solo hubiera circulado a través de vínculos fuertes. Esta es la razón por la que, cuando un gobierno quiere asegurarse de que toda la gente se vacune, podría intentar hacerlo a través de las redes sociales. Pero también intentarán que los periodistas difundan la información. En los Estados Unidos, y tal vez en Argentina también, hay focos, pequeños grupos de personas que no quieren vacunarse, y no están expuestos a medios como el periodismo. Solo escuchan de sus amigos cercanos que esto es algo malo. Sin la exposición a los medios de comunicación de masas no hay variedad informativa. El periodismo permite superar las cámaras de eco. En los Estados Unidos, tal vez en Argentina también, hay cada vez más personas que solo obtienen sus noticias de Facebook. Es un problema.

“Si no fuera por la tecnología, se perderían muchos vínculos durante la pandemia.”

—¿Las “fake news” o rumores se expanden mejor en ese tipo de relaciones? ¿Hay una conexión entre “fake news” y vínculos?

—No se difunden a través de los periodistas normalmente, aunque puede existir periódicos especializados en opiniones extremistas. Para que un rumor se difunda se necesita una combinación de vínculos fuertes. Pero si tienen algunos vínculos débiles con otros grupos, el rumor se extiende a otros grupos y esos otros grupos empiezan a difundirlo. Se necesita una combinación de difusión, que es lo mismo que se estudia en la propagación de enfermedades. Se parece mucho a esto. Algunas enfermedades se fijan dentro de un pequeño grupo de personas vinculadas fuertemente porque todos interactúan entre sí. Pero luego esas enfermedades se propagan a través de un par de semanas a la vez, a otros grupos. Si los pequeños grupos que tenían esta enfermedad nunca hubieran tenido algún contacto con nadie más, sería el fin de la enfermedad. Pero si tienen algunos vínculos débiles con otros grupos, entonces puede extenderse por todo el país. Hay muchos infectólogos conscientes de esto. Tiene algunos modelos matemáticos muy interesantes.

—Escribió que “las redes sociales son importantes porque la búsqueda de objetivos sociales y económicos por parte de las personas implica invariablemente el conocimiento de otras personas como elemento significativo”. ¿Tenemos una vida real y otra en la red?

—No sé cómo es en Argentina, pero en EE.UU. creo que cada vez más gente no es capaz de hacer la distinción. Su vida real y la de la red están muy mezcladas. Un estudiante que trabaja conmigo hizo un estudio de una de estas redes que se llama Twitch. Es sumamente exitosa. Algunas personas conocen a extraños allí y se convierten en sus mejores amigos. Son mejores amigos aun antes de conocerse en la vida real. Hay una interacción muy complicada. Para algunas personas, lo que hacen en su vida de red online es incluso más real que cuando ven a la gente cara a cara. Es un proceso que se acrecienta en la pandemia. La gente cree que puede hacer muy buenos amigos conociendo a alguien de la forma en que tú y yo nos conocemos, quizás mejores amigos que si los vieran en la vida real. Se confunden al pensar que son equivalentes. A medida que las tecnologías para reunir a la gente online se vuelven más sofisticadas y complejas el tipo de cosas que pueden hacer entre sí a través de las distancias físicas se vuelven más complejas e interesantes. Será más difícil distinguir entre lo real y lo que aparece online, que para algunas personas es aún más real. Debemos observar el fenómeno. Los investigadores deberán estar atentos a la cuestión durante mucho tiempo.

 

Producción: Pablo Helman y Debora Waizbrot.