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Morales: "Siempre hubo una diferencia del pueblo mapuche con el coya"

El gobernador jujeño repasa el conflicto que mantienen algunas comunidades de los pueblos originarios.

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Jorge Fontevecchia entrevista a Gerardo Morales | Juan Obregón

#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro.

—Sobre un total de 700.000 habitantes, ¿Qué porcentaje aproximado imaginás que pueden ser descendientes de pueblos originarios? ¿Más de la mitad?
—Tranquilamente, cerca de la mitad.

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—Con esa experiencia, ¿En qué se diferencia la relación del Estado con los descendientes de collas, con la que vemos se produce hoy con los mapuches en la Patagonia? ¿Qué reflexión le merece?
—Me parece que siempre ha habido una diferencia del pueblo mapuche con el pueblo colla. El colla es un pueblo mucho más desarrollado, incluso que el pueblo ava guaraní que tenemos en el Chaco, chaqueño, formoseño, salteño, jujeño, que son cazadores recolectores. El pueblo colla tiene más capacidad de organización en términos de subsistencia. No tienen el paradigma de la Nación Mapuche que tienen en el sur. Ahí hay una clave que diferencia el pueblo mapuche del resto de las comunidades del país.

—Una capacidad de organización que deja en claro que los collas eran parte del imperio Inca, con un nivel de desarrollo diferente.
—Sí, un desarrollo cultural mucho mayor.

—Hubo una rebelión colla contra los terratenientes en la Puna que se extendió entre 1874 y 1879, reconocida como la Rebelión Quera. ¿Encuentra alguna comparación en el deseo de rebelión que tiene el RAM en el sur con lo que fue aquella rebelión Quera?
—Tal vez pueden tener las mismas características, pero no creo que puedan ser comparables porque sucedieron en momentos históricos muy diferentes. En el siglo XIX se estaba dando la conquista de la Patagonia, del desierto. Era una Argentina que nacía, y había otros desafíos. Después pasaron cosas, porque se le han dado restituciones de tierras para las comunidades en la Puna. Por eso, allí no hay una contradicción en cuanto al territorio, está reconocido por nuestra Constitución, que además de la propiedad privada establece la propiedad comunitaria para las tierras indígenas. No hay una relación de conflicto en nuestra provincia. La comunidad mapuche plantea derechos que están en la Constitución con relación al territorio, que es central en la cosmovisión de los pueblos indígenas, pero a eso le agregan un detalle no menor: el no reconocimiento al Estado argentino. Plantean la nación independiente mapuche, que para nada plantean nuestros collas.

—Hoy.
—Hoy.

—A fines del siglo XIX hubo un líder colla llamado Anastasio Inca que, con un ejército de 1.200 hombres capitaneados por un no colla, Laureano Saravia, venció en una batalla al gobernador de Jujuy. Fue necesario que vinieran tropas nacionales, lo que sería equivalente a la Gendarmería, para hacerles frente. Hubo un ejército colla que pudo vencer al ejército de Jujuy.
—Sí. Hay muchos relatos históricos pocos conocidos de Jujuy, sobre todo en aquel momento histórico, en épocas de conquistas de territorio, de afianzamiento de la Nación. Hoy tenemos un marco jurídico, tenemos una Constitución, y reitero que la de 1994 es muy progresista desde ese punto de vista, con el reconocimiento a la pre existencia de los pueblos indígenas y el derecho a la propiedad comunitaria, en el sentido de que las tierras pertenecen a las anteriores, presentes y futuras generaciones. Esa cosmovisión está reconocida por nuestra Constitución, por eso es pacífica, en la medida que las provincias implementen y Nación y provincia cumplan con ese mandato constitucional. Nosotros lo estamos haciendo.

—Con la experiencia histórica que tiene Jujuy en el manejo de este tema, con la mitad de su población descendiente de pueblos originarios, pensaba que usted, como su actual gobernador, podía reflexionar desde una perspectiva que puede resultarle útil al gobierno nacional. ¿No estaremos creando un maremoto en un vaso de agua?
—Sí, puede ser, eso sí. Eso lo comparto. Perfectamente puede ser visto así. Pero también hay que detenerse en la actitud violenta también. Una reacción que se sale de las normas. Todos somos personas que vivimos en la República Argentina y que tenemos un código civil y penal y leyes que respetar. Hay un claro exceso en el caso de los mapuches. No estamos viviendo en una anarquía aquí, hay cosas que no se pueden tolerar.

—De acuerdo, pero para controlar esa violencia, que haya ocho personas cortando la ruta 40 y a partir de allí se arme el escándalo que se armó, con el agregado de una muerte que tuvo en vilo al país, ¿No piensa que hubo inoperancia en la manera de resolver el problema?
—O tal vez haya que pensar en otro abordaje, siempre con el límite de la ley. Si un violento comete un delito, si tiene que ir preso, que vaya preso.

—¿Usted como senador, presentó un proyecto para declarar a Jujuy ‘Capital nacional de la Pachamama?
—Sí, claro. Por ley del Congreso de la Nación, somos Capital Nacional y nuestro plan en la provincia es el Proyecto Pachamama. Pachamama es la Madre Tierra y nosotros vamos camino a ser una provincia verde. Nosotros paramos la explotación petrolera en el parque Calilegua, una de las primeras medidas que tomé apenas me hice cargo. Estamos poniendo en marcha el proyecto más ambicioso y más desarrollado en la provincia en gestión de residuo sólido urbano, y ya tenemos la aprobación del Banco Europeo de Inversiones: un crédito de 45 millones de dólares, y en dos años.

—O sea, que la cultura colla influye hoy en día sobre la cultura provincial.
—Obviamente, lo reafirmamos día a día. Cuidar la Pacha es cuidar el planeta, cuidar el planeta es cuidar la Pacha, por eso estamos desarrollando energía renovable también. Estamos construyendo la planta solar más importante de Sudamérica.

—Los collas eran uno de los reinos de los aimaras, que en lo cultural tenían la particularidad de colocar el pasado adelante. ¿Qué efecto tiene eso en la política actual? ¿Cómo es la relación con los votantes? ¿Cómo es hacer política con la mitad de los votantes descendientes de pueblos originarios con una cultura como la colla?
—Hay una relación pacífica y armónica en el sincretismo que se da entre la religión y las religiones, la cosmovisión de los pueblos. Es bastante armónico.

— ¿Pero es distinto? Que usted, por ejemplo, haya integrado al Gen, el Frente Renovador, el Socialismo...
—Con referentes de comunidades originarias.

—Se parece al sincretismo. Usted utiliza la misma cultura sincretista de su tierra en la política.
—Sincretista, sí. Jujuy es muy diversa, muy plural. Por eso nuestra provincia es mágica. La comunidad colla es muy desarrollada culturalmente. Uno va a la Puna y no se quejan de la vida, no viven renegando, no viven quejándose de esto o de lo otro. Tienen una cultura de la subsistencia, ellos dicen que la Puna es rica. Es un desierto, hay zonas desérticas y quieren vivir en paz. Nos piden más colegios secundarios, nos reclaman más arraigo. Tenemos 480 primarias y 200 secundarias. Tendríamos que hacer 200 secundarias más.

—¿Son emocionalmente más inteligentes, quiere decir?
—Tienen una cosmovisión y una interpretación de la vida diferente al resto del país. Cada vez que recorro la Puna o la Quebrada, vengo maravillado. Hay magia, ahí. La gente, la forma en que ellos ven la vida, sus tiempos. El valor que ellos le dan a la tierra, al agua, el aire, el sol.

Leé la entrevista completa de Jorge Fontevecchia acá.