—En 2004, apenas sucedido el tsunami vos tuviste a cargo el programa mundial de alimentos. Luego, entre el 2008 y 2012, las actividades sobre terreno de las Naciones Unidas en el medio de la crisis del ébola. Susana, ¿qué reminiscencias te trae el coronavirus de los otros desastres humanitarios?
—Es verdad que trae reminiscencias, la sensación de algo que parece revivirse. Pero también es cierto que hay cosas que son diferentes. Esto pone una vez más de manifiesto que en nuestro mundo no existen los bordes. Esto aparece ante diferentes desafíos, las pandemias entre ellos. No hay manera de ponerles fronteras. No es un tema de hoy, sino un tema histórico. Ocurrió siempre que hubo pandemias en el mundo, aún en los momentos en los cuales las distancias parecían mucho mayores. Esa es la primera reminiscencia. La segunda es el hecho de que esto requiere de un enorme enorme liderazgo y una enorme capacidad de asociarse, de compartir en el mundo, de estar disponibles del uno para el otro. Esto ya lo vimos en el caso del ébola, que generó una reacción muy positiva por parte de los gobiernos, de los estados para asociarse y asistirse en la contención. Eso no se observa en este momento. Me produce tristeza ver que no se está manejando con ese criterio de compartir y solidarizarse.
—¿La falta de confianza hace más difícil resolver la amenaza que plantea el coronavirus?
—El ataque de una pandemia obliga a compartir la información. La premisa es no ocultar, sino compartir. Cuando se inició el COVID-19, incluso dentro de China algunas de las autoridades locales no fueron lo directo y lo transparente que se necesitaba. Probablemente se tardó en transmitir la situación a la OMS (Organización Mundial de la Salud) para que dispare las alertas tempranas. Las enfermedades son lo que son, pero es parte del problema la reticencia a compartir información.
"Las pandemias demuestran que en el mundo actual no hay fronteras"
La solución de fondo a la pandemia es una vacuna. Y mientras no esté se intentará resolver con parches intermedios. Para eso también es esencial un trabajo solidario. Si alguien en un país avanza, no se trata de que otro la compre o la tome. Hay que compartir la inversión para investigar de la manera más rápida posible. En esta realidad no existe el sálvese quién pueda. No se va a salvar un país independientemente del resto del mundo. El aislacionismo es contrario a la contención de una pandemia.
—¿Puede ser un efecto secundario positivo esta desgracia que haga tomar conciencia a los líderes mundiales de lo inebitable de la interdependencia y la necesidad de retomar el camino hacia una globalización mayor?
—Hay dos teorías. Conversé mucho últimamente sobre este tema. Hay una teoría positiva, optimista en algún sentido, que afirma que estamos frente a una oportunidad para ir a una globalización 2.0:, un nuevo modelo de globalización que reconozca los problemas y las limitaciones que tuvo el anterior pero que empatice una vez más que la interdependencia. La certeza de que la integración es algo que no tiene retorno. Hay otra teoría más pesimista, que dice que esta situación dará pie a las visiones más introspectivas, más aislacionistas, a populismos que prometan soluciones fáciles. Uno de los problemas a los que nos enfrentamos es que se genera una enorme inestabilidad, acompañada de una ansiedad consecuente. Pensemos por ejemplo en los trabajos que se pierden aunque sea temporariamente. La gente no tiene un horizonte claro.
"Estamos frente a la oportunidad de una globalización 2.0"
Estar encerrado en su casa por un tiempo prolongado genera toda clase de tensiones. Eso puede provocar que se movilicen o acentúen más estas lecturas de corte nacionalista introspectivo. Pueden pasar ambas cosas. Lo afirmo en mi carácter de globalista. Espero que atendamos y entendamos que no se puede tapar el sol con las manos. Mucho de lo que se hizo fue sin entender algunas implicancias negativas de la globalización y tratar de manejarlas en consecuencia. Se deben hacer mejoras, hay que trabajar sobre eso, pero con integración y con integración de perspectivas mayor y sin encerrarse. Esperemos que surja algo positivo de todo esto.
—La creación de las Naciones Unidas surgen en la conciencia sobre la destrucción que generarpm las guerras mundiales ¿Se puede hacer el paralelismo entre pandemia y conflicto bélico?
—Depende de hasta dónde llegue la gravedad de la pandemia. Esperamos que se pueda controlar sin que el impacto sea mayúsculo. Recordemos el impacto desgarrador de la primera y la segunda guerra mundial en lo referido víctimas humanas, en la economía, la sociedad. Esperemos que todo esto se frene antes. Lo indudable es que el impacto en la economía va a ser fuertísimo. Hay previsiones sobre caída del PBI mundial que ni siquiera se comentan demasiado fuerte porque son violentas, realmente extremas. No hablo de ningún país particular. Se requirá una visión concertada, que posponga al mercado a la necesidad económica. Se necesita un esfuerzo en la intervención de los estados y de las organizaciones supraestatales. Mi tradición keynisiana me hace pensar que solo se puede lograr si se trabaja conjunta y coordinadamente en economía. Fue un poco lo que pasó con la crisis del 2008, a pesar de que en ese momento se hizo sin tener en cuenta todos los aspectos del esfuerzo que había que hacer y provocó que muchos quedaran atrás. Estamos frente a una oportunidad. Y lejos del límite que constituyen la segunda y la primera guerra mundial. Debe primar el espíritu de que existe algo superior a lo individual en estado yque si todos los estados se suman, se puede resolver.
—En España donde residís hay mil muertos sobre veinte mil infectados, lo que daría en este caso de 0,5% de la mortalidad en los tratados médicamente. Aun proyectando así estaríamos en un escenario en el que se puede producir un número significativo de muertes, claro que no comparables con las decenas de millones de muertes de las guerras mundiales pero mucho mayor a las del tsunami, fueron casi 230 mil personas y menos en el ébola. Quizás sea un impulso para desarrollar una globalización 2.0.
—Los números sobre muertes pueden resultar mentirosos. No sabemos el número real de contagiados en todos los países porque no se están haciendo los test. El único que país que fue estricto en el manejo de los test fue Corea del Sur. El resto de los países hacen test en los casos presuntos de coronavirus porque hay una limitación de la cantidad de kits de reactivos disponibles. No hay una certeza del porcentaje de muertes. Pero lo cierto es que sea cual sea el número que se tome, el problema que se nos viene es que la cantidad de enfermos será significativa y también el porcentaje de quienes lleguen a situaciones de gravedad, que requieran de una internación en terapia intensiva que irá creciendo. La cuestión de fondo en todo esto es el potencial colapso de los sistemas de salud. Cuando mirás la cantidad de camas disponibles en terapia intensiva en países que tienen un sistema hospitalario, un sistema de sanidad pública fuerte, como España por ejemplo, te encontrás que son 4.000 camas las disponibles. En el momento de esta conversación hay cerca de 1.500 personas que necesitan ser internadas vinculadas al coronavirus.
"En algunos países puede colapsar el sistema de salud"
El diseño de los hospitales lleva a pensar que el flujo de enfermos del coronavirus de extrema gravedad presiona y no hay posibilidad de servir a todos aquellos pacientes graves. El colapso de la atención de extrema gravedad es una de las cosas más serias que tenemos en este momento. La contención es clave para evitar los casos graves. Y a medida que el virus se va moviendo por el mundo y llega a países que tienen una infraestructura de salud más débil, la sitaucón se pone aún más seria. Me parece que los gobiernos no vieron el problema lo suficiente como para tomar medidas de prevención antes. Hay que prevenir, porque, si no. la expansión va a ser seria. O por lo menos hay que ralentizar esa expansión para que sea administrable por los sistemas de salud. En tal situación es fundamental compartir experiencias, compartir información, tener los datos más serios posibles y prepararse para algo de gran impacto tanto en lo social como en lo económico. Además, hay que explicarlo a la gente. No para generar pánico, porque la mayoría de la gente no se va a morir de esto, pero sí para generar conciencia de que cada uno de nosotros es responsable de sí mismo pero también es responsable colectivo.
—Vos fuiste jefa de gabinete del coreano Ban Ki-Moom, ex secretario general de las Naciones Unidas con quien imagino te mantenés en contacto. ¿Por qué su país, Corea del Sur, fue uno de los casos más exitosos en la lucha contra el coronavirus? ¿Qué se hizo allí?
—Reaccionar muy rápido. Eso fue lo primero. Estar tan cerca de China les metió la presión de tomar decisiones rápido. Lo hicieron. Esa decisión fue testear a la gente de manera generalizada.
—¿A toda la población?
—Exactamente. Se estableció una red de medición muy amplia, lo cual permitió definir quiénes estaban en situación de coronavirus, aún sin síntomas. Aquí estamos frente a otro elemento. Mucha gente puede pasar por el coronavirus sin enterarse. Así, fueron aislando a los infectados con muchísima celeridad. Eso hizo que la capacidad de réplica y contagio disminuyera de manera significativa. Es el caso más claro de manejo a través de esos controles. En general, los países están controlando de manera muy limitada, entre otras cosas porque no tienen suficientes elementos para hacer todas las pruebas. De nuevo:los sistemas de salud se recortaron en este post crisis del 2008, se recortó la inversión en el sistema de salud, lo que es preocupante.
"Existe la sensación de que el PBI global puede caer unos dos dígitos"
Así, no se cuenta con los elementos para hacer todas las pruebas. Y si no se produce la decisión de encerrar o aislar a la gente, se genera que haya muchas personas contagiando y progando de manera astronómica este virus. No es para meter pánico. Se trata de generar responsabilidad. Se precisa entender que esto se transmite con muchísima facilidad y que en la mayoría de los casos, más del 80%, no pasa absolutamente nada. En muchísimos casos ni siquiera es como una gripe, pero que hay un porcentaje entre el 15 y 20% que sí percibe. Dentro de ese porcentaje, además, hay un grupo que lo siente de manera extrema, sobre todo gente que tiene condiciones preexistentes y edad como para que una neumonía la mate. Eso nos va a desmoronar la capacidad de los sistemas de sanidad si no lo manejamos bien.
—Si proyectáramos el caso español de casos sintomáticos, que requirieron atención, llegamos a muchas millones de personas en todo el planeta.
—Así es. Y en ese contexto tenés casos como el de Estados Unidos, que hay que seguirlo muy de cerca. Allí hubo toda una discusión acerca del Obamacare, del sistema de salud obligatorio. La realidad de EE.UU. es que hay mucha gente que no tiene un sistema de salud, que ni siquiera puede acceder a un test. Ahora, el Congreso tomó la decisión de que fuera gratuito. Pero antes costaba 1400 dólares. No solo no hay salud, tampoco existe un sistema de protección del empleado. Por lo tanto, si no va a trabajar, no sigue cobrando. Es un capitalismo muy extremo. Por tanto, no están los incentivos en Estados Unidos montados como para que esto se contenga fácilmente. La pandemia se mueve del este de Asia hacia el oeste. Ahora está centrada en Europa pero está yendo hacia Estados Unidos, lo que abre un panorama complejo hacia delante, especialmente en la economía global.
—El costo de la Salud Pública pasa a los cuerpos. Pero los efectos sobre la economía pueden ser aún más devastadores.
—Sí. Se manejan los números de manera cuidadosa, como para no generar pánico. No hay ciencia más social que la economía. Cuando tenes un efecto pánico, las cosas terminan transformándose en una profecía autocumplida. La gente cree que algo va pasar y por eso mismo ocurre. Pero hay una sensación de que la caída global del producto bruto interno será en torno de los dos dígitos, no se sabe por cuánto tiempo. Existe la convicción de que el año 2020 va a ser un año de recesión global. Todo esto tiene un significado enorme en el trabajo de la gente, en las oportunidades de desarrollo, de crecimiento, de que la sociedad mantenga la normalidad previa a la crisis. Deberá existir un acomodamiento. Y eso requiere medidas efectivas de parte de los gobiernos. Medidas coordinadas entre los gobiernos usando los mecanismos existentes para lograr un flujo de la economía, con la intervención del estado. No se frena la caída sin controles.
—Hay que remontarse a la segunda guerra mundial para encontrar una contracción del producto bruto mundial del 10%.
—Es cierto. Esto probablemente no tenga el impacto social que tuvo la segunda guerra mundial. Pero como la economía está tan integrada, tan asociada, como están tan integradas las cadenas de valor, pueden producirse efectos. Ahora que China estaría saliendo de esto, está Europa en el medio y entrando Estados Unidos, el compuesto de los tres te prolonga la crisis. Y esto sucede precisamente porque la integración de cadenas de valor entre China, Europa y Estados Unidos y los países del sur es enorme. La demanda se ve afectada pero que también la capacidad de producir y ofrecer cosas. Estuve en Colombia hace una semanas atrás, cuando recién se estaba iniciando todo esto, y alguien me comentó que el pasaje de barcos por el Canal de Panamá había caído un 30%. Me refiero a una situación que se dio de los inicios de todo esto, lo que demuestra la contracción en el comercio...
—En la crisis del 29, la contracción del comercio mundial produjo un efecto comparable sin que medie una guerra: una caída del producto bruto mundial que generó efectos sociales devastadores en todo el planeta.
—En esa crisis se comprendió que había que inyectar liquidez a la economía. Fue lo que hizo que la reacción a la segunda guerra mundial fuera muy diferente. En esta realidad hay que apelar a un rol de los estados preeminente. El estado deberá ser garantía de que fluya liquidez a la economía para que el impacto sea menor. Esto en el contexto de que mucha gente opina que hay que levantar las paredes, que hay que defenderse, que hay que cerrarse. Ahí se producen otras tensiones.
"La ansiedad que se genera puede dar pie al populismo que propone soluciones fáciles"
Todo lo que describimos suena terriblemente angustiante. Me parece que hay que ser responsables como ciudadanos. Si nos protegemos cada uno de nosotros, contribuimos a minimizar la propagación. Es el mecanismo más fuerte para hacer que esta pandemia no tenga un impacto tan grande. El peor de los escenarios es que el virus se propague por todos lados. Hay algo que está en nuestras manos como ciudadanos: ser responsables, comportarnos, quedarnos en casa. Minimizar la probabilidad de contagiar y de contagiarnos.
—Habría que ser nonagenario para recordar un daño de dos dígitos en la economía global. Y esto suponiendo que realmente pase la crisis de la pandemia hacia fin de año, suponiendo que se podrá contar con una vacuna el año próximo.
—Cuando hablaba de los dos dígitos, me refería a la caída de este trimestre y el próximo. No es la previsión de caída del año completo, que obviamente va a ser significativa. Por eso es preciso un plan que altere totalmente la dinámica de la economía. Una globalización 2.0 probablemente sea la oportunidad de un contraataque a la caída de economía. Una globalización que tenga en consideración a las distintas realidades. Esto va a ser un llamado a pensarnos distinto, a ver qué estamos haciendo como sociedad. El rol de las instituciones supranacionales será tan esencial como la coordinación entre los estados. La respuesta deberá lo que hace uno con lo que hace el otro. Las respuestas aisladas, aislacionistas pueden generar un efecto peor.
"El capitalismo extremo hace que no estén los incentivos en EE.UU. para que esto se contenga"
—El camino del virus actual recuerda al Camino de la seda y a Marco Polo.
—Así es.
—Entra, entra por Venecia y hace todo el recorrido del Camino de la seda. Comienza en Asia, llega a Europa tarda más en pasar a América. El primer trimestre del año fue Asia que estuvo en recesión y eso afecta, por la interdependencia al resto del mundo. Ahora cuando Asia empieza a mejorar, la crisis pasa a Europa. Y en unos tres o cuatro meses Estados Unidos alcanzará su pico: así, la recesión sigue siendo mundial en todos los trimestres.
—Es aquello de la integración de las cadenas de valores que mencionaba lo que genera mayor impacto. No es lo que sucede en el lugar en el que cada uno está: es lo que le pasa al mundo. Porque en algún lugar está el problema. Por eso es esencial encontrar nuevos mecanismos. Es responsabilidad de los liderazgos del mundo tener una visión muy amplia y compartida. Se da una combinación de la crisis del coronavirus con la de Rusia y la OPEP (Organización de los Países Exportadores de Petróleo) y de Rusia con los Estados Unidos. Es claro que hay una intervención táctica se los rusos. No quieren que se desarrolle la explotación del petróleo shale oil de Estados Unidos, al estilo Vaca Muerta. Con el valor del petróleo cayendo también se produce un impacto que se suma al efecto del coronavirus. Todo esto demuestra que estamos en un contexto de visiones hacia adentro y más proteccionistas. Eso es lo grave.
—Eso pasó en el 29. La primera reacción fue cerrarse.
—Eso potenció todo. Cada cosa que hacemos potencia o no la crisis. Cada productos que usamos, cada acción que se produce por internet, o de las redes. Hasta Netflix incide. Las cosas que nos movilizan socialmente tienen una enorme interdependencia. No se pueden poner bordes, no hay fronteras. Por eso se requiere de liderazgos importantes: que la gente entienda que hay un momento difícil, pero que se están tomando las medidas necesarias, especialmente los mecanismos de protección para quienes están peor.
—No podemos esperar que Rusia tenga un cambio político. Vladimir Putin está en condiciones de casi ser perpetuo. Pero en Estados Unidos, esto sucede en medio de un proceso electoral ¿Puede significar un problema serio para Donald Trump y una oportunidad para los demócratas? Joe Biden puede potenciar su candidatura si lo acompaña Michelle Obama. ¿Podrá haber un cambio político en Estados Unidos?
—La mayor fortaleza de Donald Trump para su reelección era la economía. Mostraba una economía que crecía sistemáticamente. Crecimiento que venía, por cierto desde la gestión de Barak Obama. Desde el segundo mandato del presidente demócrata ya se registraba ese crecimiento. Cuando uno mira la economía en Estados Unidos tiene un récord de crecimiento.
"En un efecto pánico, las cosas terminan transformándose en una profecía autocumplida"
Esas eran las credenciales que presentaba Trump para encarar la reelección. Pero eso empezó a temblar, se agrega un nivel de incertidumbre. Esa es la razón por la cual inicialmente el presidente Trump tuvo casi una negación de este tema. Lo subestimó. Pero no se puede negar la realidad. Y el impacto en la vida de los americanos va a ser realmente importante. Y tal vez eso desestabilice las predicciones previas y le ofrezca una alternativa de mayor chance a los demócratas.
—La economía argentina tiene una gran cantidad de Pymes y cuentapropistas. Mayoría de personas que si no trabajan día a día, no cobran, o no cobran integramente lo que se ve afectado por la cuarentena obligatoria. ¿Cómo se trató en España el tema de los pequeños comercios, los autónomos y la economía informal?
—El primer grupo de medidas que se tomó fue como para brindar un cierto reaseguro a la economía. Pero efectivamente los cuentapropistas y las pymes son quiénes más se están quejando de la falta de medidas concretas específicas para ellos. Mi impresión es que el gobierno está calibrando estas medidas y que va a haber una nueva tanda de anuncios en los próximos días, de acuerdo a algunas conversaciones que tuve con gente que está trabajando precisamente en esas medidas. El turismo en España es esencial. Es posible imaginar con ese dato la dimensión del problema.
—Es casi la industria principal.
—Y existe la instrucción de cerrar hoteles. Pero aquí en Madrid, la comunidad que más impactada, abren hoteles como hospitales para los casos menos graves. Pera que estar controlados y no tengan que estar con sus familias en sus casas. Debe haber medidas específicas para pymes y cuentapropistas. El problema de la Argentina es superior, porque no solo se trata de ellos: además la economía informal es tan grande y el desafío es llegar a aquellas personas que ni entran en los números de la AFIP en cuanto a contribución y los números de la participación en la torta de los ingresos. Las medidas que deberá el estado en Argentina serán aún más complejas: hay que lograr que el tejido informal se nutra de algún flujo de liquidez. En muchos casos, los informales no están ni siquiera bancarizados.
—Fuiste CEO de Telecom en el 2001y esa también es otra situación te trae reminiscencias. En aquel momento, había muchas empresas que no podían pagar los servicios básicos.
—Fue un momento muy difícil. Se pasó del uno a uno, a un dólar tres veces más caro. Hubo una devaluación muy grande. Telecom, fue directo a una convocatoria de acreedores. Todos los indicadores se vieron alterados. Fue un momento de ruptura de la cadena de pagos completa. En algún momento se llegó a una situación de más de 15 monedas distintas, porque las provincias habían emitido sus bonos. Era realmente dramática. En ese momento, los argentinos descubrimos las bondades del trueque. De repente, la subsistencia más básica empezó a resolverse a través de esos clubes del trueque fruto de la increíble inventiva los argentinos. La gente cambiaba servicios por comida, un producto por el otro Fue una cosa realmente impresionante.
"En España, los cuentapropistas y las pymes se quejan de la falta de medidas específicas para ellos"
Debiera estudiarse en Harvard o de alguna de las grandes universidades, porque eso permitió que mucha gente pasara el período de subsistencia básica. La situación actual, si bien tiene alguna reminiscencias posible, estamos en un problema que trasciende las fronteras. Por tanto, su complejidad es mayor.
—¿En función de tu experiencia en 2001 al frente de Telecom, ¿qué consejo le darías a quienes están hoy al frente de las empresas frente al impacto del coronavirus en la economía?
—Es el momento de poner en marcha planes muy fuertes de manejo de la crisis. Hay que asegurar la continuidad de los servicios. Para asegurar la continuidad de los servicios en una empresa de telecumicaciones como la que me tocó a mí requiere tener planes muy muy firmes de contingencia. Por ejemplo, que la gente que va a trabajar sea la esencial. Los demás, que se muevan en el contexto del teletrabajo. Esto requiere de mucha preparación, espero que las grandes empresas demuestren estar en condiciones. Pero también puede ser un paso adelante. Ver cómo vamos a trabajar de aquí en más. Si es es necesario la presencia en el trabajo todos los días o se puede tener mayor flexibilidad. Cuando hablamos de la globalización 2.0 tenemos que introducirnos en la manera en que se trabaja. La primera tarea de responsabilidad de las empresas es asegurar la continuidad. Esto cabe para una empresa de telecomunicaciones, una que provee alimentos, y en general para todas las que garanticen el bienestar básico del ciudadano. La segunda es asegurarse que estén los mecanismos de financiamiento, porque serán necesarios en un período más o menos prolongado. La demanda no necesariamente va a ser la que teníamos en los planes de negocios iniciales del año. Un problema que es distinto para las pymes. Es más difícil generar esa capacidad de trabajo remoto, que haya planes de contingencia y manejo de crisis. Y ahí nuevamente el estado tiene que ser rueda de auxilio. El liderazgo también consiste en eso: la certeza de que toman todas las medidas para minimizar ese impacto negativo, que sin dudas va a existir.
—En tu libro “Pasión por el resultado” narrás desde aquella experiencia, cuando te tocó presidir Telecom, hasta tu frustración por no haber sido electa la Secretaria General de las Naciones Unidas. Allí te referís a la condición femenina. Que las Naciones Unidas no estuvieran todavía en condiciones de digerir tener una mujer al frente. Traigo el tema de la cuestion de género para preguntar ¿si le cabe a las mujeres un papel especial en este contexto?
—Hay una condición fundamental para manejar todas las realidades, los problemas y sobre todo las crisis: la empatía. La empatía no es condición exclusivamente femenina pero sí es cierto que en las mujeres hay una mayor tendencia a la empatía. Ponerse en los zapatos del otro, entender su problema, en momentos en que todos los tenemos. Poder abrirse. Quizás suena como idealista pero es que es la única forma de romper estos círculos viciosos que se generan en los momentos difíciles. Hay que saber que en la medida que encontremos soluciones más abarcativas todos vamos a estar mejor. En la Argentina quizás estemos frente a la oportunidad para vencer las divisiones. La afecta afecta a todos. No tiene grietas. No importa el origen, no importa la visión política. Nos necesita a todos para resolverla. Ver al presidente Alberto Fernández anunciando con Horacio Rodríguez Larreta, representando a la Ciudad de Buenos Aires y por otro lado a Axel Kicillof representando a la provincia de Buenos Aires, es simbólicamente algo importante.
"El liderazgo autoritario conlleva una dosis importante de omnipotencia"
El epicentro de esta situación empieza por las grandes ciudades, a pesar de que algunas provincias están del norte particularmente afectadas. Tenemos que trabajar juntos, no hay manera de poner una frontera en la General Paz, no hay manera de poner una frontera entre la provincia de Buenos Aires y la Capital. Por eso es esencial encarar la situación de manera coordinada y combinada. A lo mejor, cuando hablábamos antes de los, subproductos positivos que puede tener esta crisis, quizás nos dé a los argentinos una oportunidad para entender que no sirven visiones muy pequeñas, muy hacia adentro. Las mujeres podemos ser parte de esa transformación porque por supuesto muchas se van a hacer cargo de las familias con los chicos en la casa, más el trabajo que tienen que seguir haciendo.
—Vos venís teniendo una actitud antigrieta: te diferenciaste de Mauricio Macri en temas como los de Bolivia, en el que dijiste claramente “fue un golpe de estado” y antes, a comienzos de 2018, cuando la mayoría imaginaba que Macri sería relecto diciendo “es preocupante el uso permanente de la prisión preventiva”.
—Hay principios y valores que deben trascender las visiones políticas. No interesa la adhesión a un grupo. Ni uno ni otro es el dueño de la verdad absoluta. Cada uno de nosotros tiene una visión, una percepción y una perspectiva de la realidad y de cómo resolver los problemas que se puede enriquecer con la de otros. No sirve el yo contra el resto, yo contra mi vecino. Por eso es que soy globalista, a pesar de que reconozco que hay que llevar esto a una versión nueva y superadora. Acompañé al Presidente Macri, lo acompañé con convicciones, porque creía que era un momento de aporte a nuestro país. Pero nunca lo hice desde la visión de creer que todo el resto estaba equivocado o que era despreciable la perspectiva de otros. Es algo esencial para construir una Argentina nueva.
—A veces, la desgracia puede ser la puerta a una oportunidad.
—Hay que establecer consensos básicos. Es lo que me parece haciendo un zoom sobre la Argentina, a pesar de la distancia. Quizás estemos frente a un llamado de atención al liderazgo político pero también a la sociedad: no nos llevó a ningún lado el enfrentamiento de años. La reconstrucción deberá ser de manera conjunta y compartida.
—La imagen de Alberto Fernández crece mientras baja la de Jair Bolsonaro y Donald Trum ¿Estamos frente a una oportunidad para líderes más empáticos y una amenaza para los autoritarios?
—Es algo vinculado a la necesidad de lo multilateral en los vínculos internacionales. Estamos frente a una firme oportunidad para líderes que tiendan la mano, que reconozcan la existencia del otro y de los otros. También hay que quiénes sostienen que es un momento en que los ciudadanos llaman y convocan a liderazgos autoritarios. No creo que suceda. Se ve un impacto sobre Trump y Bolsonaro.
—Los últimos días hubo cacerolazos en Brasil.
—El liderazgo autoritario conlleva omnipotencia. La sensación de entender y manejar todo. Hasta que un bichito como el coronavirus te llama a la realidad, Allí se ve que el rey está al desnudo. Se explicita el límite de quien busca soluciones vacuas y falsas a problemas complejos. Los problemas complejos requieren de soluciones sofisticadas: visiones de distintos ángulos y de la diversidad de lecturas de la realidad.
—Sos Decana de la Escuela de Global and Public Affairs at IE University. Vi tu discurso al cuerpo de docentes y alumnos del 13 de marzo, cuando la crisis ya estaba iniciada. ¿Cómo sigue la globalización después de esto? Es tu área de estudio...
—Esto trae a la palestra algunas de las discusiones teóricas que se tienen en una escuela que habla de asuntos públicos y globales. Coronavirus te trae todo y lo pone sobre la mesa. Y no solo desde el punto de vista teórico, ya que nos impacta como personas.
—Puede ser como un laboratorio práctico social para muchas teorías.
—Ya no es retórico el cambio enorme que vivimos. Esto es lo primero. Lo segundo es mutamos en pocos días a tener todas nuestras clases on mind. De hecho muchos de nuestros estudiantes de más de 160 países se fueron a su país a estar con sus familias. Y asisten a las clases virtualmente. También eso mostró que tenemos que darle una vuelta de tuerca a la forma que educamos, al uso de la tecnología y a la aplicación de la tecnología para hacer que la gente esté cerca aunque sea a través de mecanismos virtuales. Y también está la cuestión de fondo de ser capaces liderar, como institución educativa y de investigación, el momento.
"La Argentina se encuentra frente a una oportunidad para vencer las divisiones"
Entender sus implicancias y proponer salidas y soluciones distintas a esta realidad nueva que estamos viviendo. Lo académico se dio de manera sorpresiva para mí. No me lo esperaba. Pero me brinda una ventana para ver la realidad, sus problemas, desafíos y una nueva oportunidad de contribuir desde un ángulo totalmente distinto, muy enriquecedor. La educación es central para que esta globalización 2.0 nos sirva a todos y no deje atrás a tanta gente.