A Pedro Juan Caballero, en Paraguay, la conocen como la Ciudad Juárez de Sudamérica. Está ubicada en el Departamento de Amambay y limita con Punta Porá, en Brasil. Su geografía, temperatura y suelo fértil la hicieron muy tentadora para el cultivo de marihuana que compran, principalmente, narcos brasileños y, en menor medida, paraguayos. Gran parte de la cosecha es enviada a Argentina.
El nombre de la ciudad fronteriza figura en la prensa por los sangrientos enfrentamientos entre bandas. La sombra del Primeiro Comando da Capital (PCC), el principal grupo narcocriminal basileño, con lógica imperialista, explica en gran medida el nivel de violencia que padece su población. Comando Vermelho (CV), la facción rival, también tiene un pie en el territorio. Incluso, Amambay detenta la mayor tasa de homicidios del país y en Pedro Juan Caballero se concentra la mayor cantidad de crímenes sicarios. ¿El motivo? Una batalla constante por la principal ruta de cocaína hacia Brasil. Laura Caruso, abogada correntina de Jarvis Chimenes Pavao fue acribillada por el PCC en noviembre pasado.
Pero la gran ambición por el distrito tiene un motivo extra: las grandes extensiones de tierra propicias para el cultivo de marihuana. Los dueños de la tierra, ganaderos y agricultores, están obligados preservar un porcentaje de su propiedad como reserva forestal. Esos sectores sin explotación son sembrados por “marihuaneros”, campesinos de pocos recursos que, por 20 dólares el día se asientan en el territorio, para enterrar las semillas en un suelo rojizo y húmedo, con elementos básicos. Antes, desmalezan y cortan los frondosos árboles que impiden que el sol dé calor a las plantas. “Viven como animales”, ilustra una fiscal presente en el operativo "Nueva Alianza", que contó con la presencia de la Ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich y el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez.
Patricia Bullrich viajó a la capital narco sudamericana y cortó plantas de marihuana a machetazos
Hasta allí llegó PERFIL, junto a la comitiva que acompañó a funcionaria argentina. Los helicópteros sobrevolaron la plantación capaz de producir 300 toneladas de marihuana. En el suelo, donde el aroma de la planta invadía los pulmones y se impregnaba en la ropa, el ministro de la Secretaria Nacional Antidrogas (SENAD) de Paraguay, Arnaldo Giuzzio destacó: “La cantidad de monte que es deforestado es tremendo”. “No hay datos técnicos científicos de la cantidad, pero estimamos que entre 12 y 16 mil hectáreas sembradas en el país cada seis meses”.
Los campesinos levantan campamentos precarios con lo mínimo para sobrevivir durante el tiempo que dure el proceso hasta la cosecha. Con una especie de colador, "hacen un proceso de dejar caer. Caen las semillas y las hojas, y queda el capullo para que la calidad sea mejor. Ese producto que cae, queda en lonas y es expuesto al sol para que es seque bien y luego es llevado al lugar donde se hace el prensado", explicó el capitán de la SENAD Oscar Chamorro, a Bullrich. "Este es el producto terminado", dijo al señalar y tomar un puñado de marihuana de una bolsa de arpillera. "Luego se prensa con el sólo efecto de disminuir el tamaño para el traslado", agrega.
"Los plantadores que son detenidos en los operativos es un porcentaje ínfimo", señaló Chamorro. Los jornaleros de la droga, al percibir la presencia de los agentes, escapan dejando todo atrás. "Regresan al pueblo y juegan un poco con el tiempo", detalla antes de mostrar la herramienta con la que siembran las semillas. "Por cada paso, entierra el plantador. Entran alrededor de 10 mil plantas en una hectárea y una hectárea produce tres mil kilos".
“Cuando el grupo operativo ingresa vía terrestre, es muy fácil percibirlos. Por eso, es muy difícil dar con detenidos en esta clase de operativos”, explica el fiscal Armando Cantero en la plantación clandestina. “Esto era una reserva forestal, cada dueño de establecimientos rurales de grandes extensiones tienen que tenerla por Ley. ¿Qué hacen los marihuaneros? Entran, talan y comienzan a plantar aquí. Entonces, los propietarios de las tierras hacen sus denuncias al Ministerio Público y en base a esas denuncias, nosotros venimos”, agrega.
Los principales compradores de la producción son “los acopiadores” que no necesariamente pertenece a una facción criminal, pero vende “en los mercados”. “Este acopiador apoya económicamente a los cultivadores. Si, por ejemplo son sembradas cinco hectáreas, se apoya con un poquito para que empiecen a trabajar, con la promesa de adquirir el producto”.
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En zona de frontera, el producto terminado tiene un valor de 60 a 80 mil guaraníes (alrededor de 10 dólares) por kilo. “El acopiador le vende principalmente a PCC, a CV y a traficantes autónomos. Mucha de esta droga llega hasta Argentina y el que cultiva esto es un jornalero, es el último eslabón”, señaló Marco Alcaraz fiscal de la Unidad Especializada Antinarcóticos. "El acopiador es como el gerente de 10 lugares como este. Trabajan con la modalidad de un silo. Ese acopiador es el que contacta con las organizaciones criminales que vienen a buscar la droga y se las vende a 30 dólares el kilo, acá en zona de producción, un valor muy por encima de cualquier producto lícito", señala Chamorro.
“Los narcos brasileños no permiten que nadie venda en su territorio. Por eso, ellos expanden su territorio y financian la actividad acá, el acopiador ya es un hombre de ellos, por más que sean paraguayos. Ellos son imperialistas en su espacio. Están conquistando territorio y lo hacen a veces con fuerza. En la zona son muy frecuentes los enfrentamientos, sale mucho por los medios de comunicación”, indicó Alcaraz.
“Acá tenemos frontera seca por lo que es fácil cometer un hecho punible y cruzar a Brasil y viceversa”, detalla Cantero. “Vienen sicarios, soldados, operadores, de diversos niveles de las grandes organizaciones brasileñas. Incluso, ingresan a las prisiones y se bautizan. Es un problema para nosotros en nuestras cárceles”, agregó Alcaraz.
CP