La circulación social del coronavirus en barrios vulnerables de la ciudad de Buenos Aires no se detiene. Hasta ayer, se confirmaron 138 casos de personas contagiadas de Covid-19, según informaron fuentes sanitarias del Gobierno de la Ciudad.
En Buenos Aires existen 29 barrios populares porteños, repartidos entre villas, asentamientos y núcleos habitacionales transitorios, espacios en los que viven aproximadamente 235 mil personas en más de 52 mil hogares, lo que representa un 7,7% de la población porteña. Se trata de casas en las que el hacinamiento, los espacios reducidos, muchas veces sin la ventilación adecuada, falta de higiene y saneamientos, facilitan la propagación del coronavirus entre las personan que residen en estos asentamientos informales.
En estos barrios la preocupación latente de contagios a raíz de la circulación social del virus estuvo presente desde un primer momento, aún antes de la obligatoriedad de la cuarentena preventiva y del uso de tapabocas. En este sentido, no resultó extraño ver gran cantidad de personas caminando por calles y accesos a los barrios sin tapabocas y sin respetar el distanciamiento social. Esta fue una de las principales preocupaciones de las autoridades sanitarias y de referentes barriales y sociales. A estas situaciones generales, se las suman particularidades propias de cada barrio. En el caso particular de la Villa 31 de Retiro, la falta de agua desde principios de año fue un condicionante que marcó la vida de los habitantes del lugar, sobre todo teniendo en cuenta que una de las maneras de evitar la propagación social del virus es lavarse las manos contantemente. Según cuentan los referentes del barrios la falta de agua se registra en algunos sectores de los barrios casas de los sectores Güemes, San Martín, Ferroviario, Comunicaciones, y Cristo Obrero, entre otros.
El Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat informó que se dispusieron diferentes líneas de trabajo para tratar mitigar el impacto del virus en estas urbanizaciones informales. Entre ellas figuran el refuerzo en la seguridad alimentaria; acciones de higiene y salud urbana, y un plan para los adultos mayores que viven en barrios vulnerables. “La presencia del virus en los barrios populares es una realidad. Desde el inicio de la pandemia sabíamos que esto iba a suceder por lo que tomamos todas las medidas correspondientes para relentizar la circulación social del virus”, afirmó Maria Migliore, titular del ministerio porteño.