“Sin defensa no hay juicio”, decía el cartel que sostenía el ex líder de la banda El Otro Yo, acusado por siete casos de abuso sexual. Dio sus últimas palabras ante el tribunal y quiso mostrarse como si él fuese la víctima del proceso judicial, pero decidió no presenciar la lectura de la sentencia. Lo condenaron a 22 años de prisión y ahora su perfil genético será incorporado al registro nacional de violadores.
Cristian Aldana (48) fue encontrado culpable de “abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores” en cuatro de los siete casos por los que llegó a juicio, por los jueces Rodolfo Bustos Lambert, Ana Dieta de Herrero y Rodolfo Goerner, del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 25.
Los magistrados dieron lugar al pedido de la defensa sobre la prescripción de las denuncias de dos de las víctimas, y por un tercer caso también fue absuelto, pero por falta de pruebas. En los restantes cuatro hechos fue encontrado culpable, y por esa razón lo condenaron a 22 años de prisión.
Aplausos y gritos de alegría invadieron la sala de los tribunales porteños de Talcahuano, cuando en la lectura del veredicto se pronunció la condena del músico. “Con todo esto se empieza a resquebrajar esta cultura de las violaciones en el ámbito del rock”, expresó una de las víctimas. “Es un alivio esta condena porque llevamos muchos años de lucha en esta causa”, sostuvo otra de las denunciantes.
Aldana está preso desde 2016. Las víctimas eran menores de edad cuando sufrieron abuso por parte del cantante entre 1999 y 2010, quien se aprovechaba de que las chicas lo admiraban y lo tenían como su ídolo musical. Recién en 2038 cumplirá su condena, ya que se le computan los años que lleva en prisión.
“Es un fallo clave por la cantidad de denunciantes y porque las víctimas lo tenían como un ídolo. Se terminó con la impunidad”, sostuvo la abogada querellante Gabriela Conder tras el veredicto. “El dijo que eran relaciones de amor, pero eran violaciones, y se aprovechaba y manipulaba a chicas de 13 años”, explicó a la prensa. Ariell, una de las primeras víctimas en denunciar a Aldana, sostuvo: “Me hubiesen gustado más años, pero me voy satisfecha. Los violadores deberían estar de por vida en la cárcel”. Y enfatizó en que “no queremos más a estos machos sueltos”.
En el debate intervinieron especialistas de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres.
Ultimas palabras. Aldana sostuvo, antes de conocer el veredicto, que las acusaciones en su contra son “infundadas” y que la intención de la Justicia es usarlo como un trofeo. También aprovechó el espacio que tuvo para decir sus últimas palabras ante el tribunal para leer un fragmento del Nuevo Evangelio.
“El fiscal pidió 35 años de forma desmedida, desalmada y sin fundamento. La intención es usarme como trofeo. En este caso, un músico de rock, independiente y solidario políticamente con la música”, sostuvo el ex líder de El Otro Yo.
En todo momento, Aldana se presentó como una víctima del proceso judicial y aseguró ser inocente de los cargos en su contra. Mientras daba su discurso mostró un cartel ante la audiencia que decía “sin defensa no hay juicio”. Alegó que sus requerimientos no fueron escuchados.
“No soy un violador, ni un abusador ni un violento. Las denunciantes no podrían sostenerme la mirada porque es mentira. Pedí careos con ellas y no me los dieron. Mi voz no fue escuchada. Sin defensa no hay juicio”, aseguró. “Se me violaron todos los derechos. Fui echado de más de siete audiencias. Sigo reclamando un juicio justo. Esto es un mamarracho judicial”, se quejó.
“En los tribunales reinan la maldad y la injusticia”, sostuvo al terminar de leer un pasaje del Antiguo Testamento de la Biblia. “Ya sé, voy a ir a dormir a una cárcel, máxima seguridad... me voy a ir a dormir en paz porque estoy defendiendo mi verdad”.
En diciembre de 2016 la Justicia determinó la detención del músico, y en marzo de 2018 comenzó el juicio oral y público que culminó ayer con la lectura del veredicto. Se especulaba con que iba a durar unos cuatro meses, pero se extendió a 14.
“Los abogados defensores hicieron lo posible para que este juicio no se llevara a cabo”, explicó la letrada Conder. Dos de los defensores presentaron su renuncia en medio del proceso judicial, lo que generó una extensión de los plazos.
El tribunal hizo lugar al pedido de la fiscalía para que el perfil genético de Aldana sea incorporado al registro nacional de abusadores sexuales, que almacena el ADN de las personas condenadas por delitos sexuales y que se encuentra en plena recopilación de muestras.
Entre los que ya fueron incorporados figuran el portero Jorge Mangeri, condenado a cadena perpetua por el femicidio de Angeles Rawson, y el sacerdote Julio Grassi, también en prisión por abuso sexual.
Aldana, un provocador que fue defendido por su banda
Las denuncias contra el ex líder de la banda de rock El Otro Yo comenzaron a hacerse públicas hace tres años, luego de una larga lucha por parte de las víctimas para ser escuchadas por la Justicia. Ayer, el músico fue condenado a 22 años de prisión por abuso sexual.
“Llevo diez años con todo esto. Tres causas fueron archivadas y hoy le están dando una condena a un violador”, sostuvo Ariell, una de las primeras denunciantes de Cristian Aldana.
En febrero de 2015, Ariell se enteró de que El Otro Yo iba a tocar en San Martín de los Andes, donde ella estaba, y decidió escribir en una cartulina: “No nos callamos más”. Esa frase luego la utilizó para titular el blog en el que publicó los abusos que había sufrido desde que conoció al músico, cuando ella tenía 14 años y él 34. A los 17 comenzó a convivir con Aldana y en 2009 se separó; dos años después, presentó las primeras denuncias en la comisaría de Morón, que fueron archivadas. Pero ella no era la única víctima, y se fueron sumando más testimonios. En una manifestación en su contra, el cantante apareció con una guitarra y vestido de monja para provocar a las denunciantes.
Almada fue respaldado en un principio por los miembros de su banda, que se inició a fines de los años 80, y tocaron hasta que el cantante fue detenido. La mayoría de las víctimas eran seguidoras del grupo que habían sido contactadas, a través de redes sociales o por teléfono, por quien entonces era su ídolo y se aprovechó de esa condición.