Nahir Galarza no escarmienta ni aprende de sus errores; ni siquiera los asume. Un mes después de haberse sacado fotos con un celular que nunca debió haber tenido dentro de la celda en la que pasa sus días y su vida encerrada, para luego redoblar la apuesta subiéndola nada menos que a sus redes sociales, ahora fue un paso más allá. Sin tapujos, afirmó estar embarazada, habló nada menos de lo que deseaba para su hijo y contó los motivos que la llevaron a tardar tanto en divulgar el hecho, aceptando, a su vez, no saber quién puede ser el padre de la criatura. Sin embargo, horas después, el mismísimo Servicio Penitenciario de Entre Ríos la desmintió tras una serie de estudios y volverá a castigarla.
Cronológicamente, todo se inició cuando la joven, de 21 años, quien se encuentra alojada con prisión perpetua en la Unidad Penal N° 6 Concepción Arenal por el crimen de su novio, Fernando Pastorizzo (20), dijo que cursaba un embarazo de cinco meses pero que no se había animado a blanquearlo por temor a que las autoridades carcelarias resolvieran reubicarla en el pabellón de las madres, donde no tiene una relación amena con las internas que allí se encuentran.
Sin embargo, importantes pérdidas durante la noche del jueves, acompañadas de fuertes dolores abdominales y un caudal de sangre que la alertó, hicieron que revelara su condición, por “miedo” a perder el bebé.
José Ostolaza, uno de sus abogados, actuó con prontitud y a las 7 de la mañana del viernes presentó ante el Superior Tribunal de Justicia un pedido de atención médica urgente, por lo que la mujer fue revisada primero por el servicio de sanidad de la unidad de ginecología de la cárcel, y luego en el hospital Materno Infantil San Roque. Los profesionales la sometieron a varios estudios, entre ellos la correspondiente ecografía, y cada una de las pruebas brindó un mismo resultado: no sufrió pérdida ni gravidez alguna, por lo que “jamás estuvo embarazada”.
Varias relaciones. Propensa a la mentira (sin ir más lejos, en el juicio donde se determinó por unanimidad su condena dijo que no era pareja de la víctima pese a las fotos familiares que la desmentían, y que no le había disparado adrede, sino en dos ocasiones por accidente), Galarza ya había cometido un grave delito el 23 de septiembre, cuando subió provocativas fotos a Facebook obtenidas mediante un celular cuyo uso está prohibido en prisión.
En aquella oportunidad, fue castigada con cinco días en una celda de aislamiento, donde su único contacto con la realidad eran las veces que le llevaban la comida. De acuerdo a sus palabras, para entonces ya estaba embarazada, aunque no dijo nada pese a las precarias condiciones en las que estaba. ¿Si quería cuidar al presunto bebé, como aseveró, no era mejor haber hablado en ese momento, evitando el encierro y el estrés que genera la soledad continua durante un prolongado estadio de tiempo?
De regreso a su celda, continuó con su rutina de ejercicios físicos, escritura y estudios –cursa la carrera de Abogacía–, hasta el supuesto incidente del jueves y sus consecuencias.
Galarza relató que se dio cuenta de su estado “a los dos meses, cuando me dejó de venir el período”, y calculó que la fecha de nacimiento hubiese sido en “enero”. Aseguró desconocer el sexo de la criatura y hasta al padre, ya que mantuvo relaciones con diferentes personas durante las visitas higiénicas.
El primer nombre que surgió fue el de Matías Caudana, un joven de 20 años que estuvo detenido, acusado de formar una banda de narcotraficantes y con quien se vio una vez que él quedó en libertad, a principios de este año, pero la mujer lo desmintió.
“No fue la única persona con la que me vi. Tuve una relación de amistad pero no supe más nada de él. Tengo otros amigos, gente nueva que conocí en la facultad o que me llamaron y pegamos buena onda, y también conocidos de mis compañeras”, expresó.
Hipótesis. Se sospecha que la mentira de Galarza estaría relacionada con mejorar sus condiciones o ser trasladada, pero nada de eso sucederá ni lo que hizo la ayudará. Por el contrario. Y habrá que ver, más allá del castigo escogido por el Servicio Penitenciario, las reacciones del resto de las reclusas, con quienes no se lleva bien.
Cuando subió las fotos a Facebook, se requisaron las celdas y se incautaron todos los teléfonos, además de prohibirse la televisión, acción que por supuesto no les gustó a las otras internas. “Cuando salga del calabozo, cobra. Está agitando”, amenazaron aquella vez algunas de ellas.
Por otro lado, cuando aún se desconocía la falsedad del embarazo, se sospechó que pudo haber sido buscado con la finalidad de obtener una prisión domiciliaria, donde pudiera cuidar y educar al niño en casa de sus padres, alejada de los barrotes de la prisión y del ambiente carcelario.
En ese sentido, la joven había dicho que “deseo que (su hijo) pueda vivir fuera de este lugar, que sea feliz y que no tenga que pasar por nada de lo que viví yo. La situación es difícil. Acá las internas se quedan con el bebé y yo no sé qué voy a hacer, voy a ver lo que digan mis abogados”.
Sin embargo, no llegaron a decirle nada ya que la mentira fue descubierta prácticamente al nacer, y ahora deberá hacerse cargo de las consecuencias.
Siempre desafiante y al límite
Los días de Galarza dentro del penal no fueron fáciles desde el inicio, siendo acusada de varios incidentes y manteniendo un alto perfil que a muchas compañeras les molesta.
Entre los hechos más destacados, el 14 de marzo Nahir acusó ante la Justicia a otra interna por abuso sexual. Declaró que le tocó la cola y que estaba obsesionada con ella, hasta el extremo de sacarle la ropa interior u observarla cuando se duchaba, a través de la mirilla de la puerta o subiéndose a una silla para espiarla desde arriba.
Cuatro meses después, un guardiacárcel encontró dentro de su celda una escoba cubierta con un trapo, un pantalón y un buzo con capucha, simulando un muñeco. Al haber sido antes de las votaciones de las PASO, desde el Servicio Penitenciario sospecharon que quería usarlo para dejarlo sobre la cama con el fin de hacerlo pasar como su figura y fugarse, sin que nadie la echase en falta durante un tiempo prolongado.
“Era una broma. No quiero escapar y si lo hiciera, armaría una muñeca parecida a mí y no ese palo”, se justificó.
Entre sus excentridades, una compañera relató que “deambula por el pabellón en actitudes extrañas, se para sobre muebles y permanece inmóvil, observando un punto fijo por largo tiempo en la oscuridad, mirándonos mientras dormimos”, rematando que la propia Galarza “no duerme”.
En tanto, en noviembre de 2018 se peleó con una mujer policía, presa por narco. Se agarraron a trompadas, se amenazaron y terminaron cambiándolas de pabellón.