Una inesperada llamarada en plena madrugada iluminó el callejón de una de las zonas más oscuras de la Villa 31 Bis de Retiro. El carrito de un cartonero ardía ante el ladrido de los perros y la sorpresa de algunos vecinos que habían salido de sus casas para averiguar lo que estaba sucediendo. Con el fuego controlado se descubrió que no se trataba de un simple incendio de basura: había tres cuerpos calcinados. Eran las 4 de la madrugada.
Las versiones corrieron rápido por los angostos y laberínticos pasillos de la Villa. Antes de que arribara el primer móvil de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, en el barrio todos hablaban del mismo hombre: “El Loco César”, un histórico y sanguinario capo narco que hace varios años está detenido en el penal de Villa Devoto, pero que sigue siendo amo y señor en muchos puntos claves de la zona.
“El Loco” (ver aparte) es César Humberto Morán de la Cruz (41). Para algunos sería el brazo ejecutor de la masacre, aunque los investigadores del caso prefirieron no arriesgar nombres de sospechosos. Lo que sí creen es que las tres muertes tienen un claro sello narco. “El -por el Loco César- dirige todos los asesinatos. Acá se saben de algunos, pero hay muchos asesinatos de alto impacto que todos recuerdan, como el caso de la mujer que fue enrollada en una alfombra, la mujer a la que le sacaron el hijo del viente, uno que andaba con su mujer y lo mandó a matar; hay infinidad de casos”, asegura a PERFIL un vecino que vive hace varios años en el asentamiento.
Según las fuentes, las víctimas serían dos jóvenes y una mujer. En principio se habló de un menor de unos 10 años (por su contextura física), pero la versión fue descartada por los investigadores. Al cierre de la presente edición no habían podido identificar los cadáveres.
En el lugar donde fueron quemados los cuerpos nadie escuchó gritos ni disparos, por lo que se sospecha que los crímenes habrían sido ejecutados en otro lugar de la Villa. Un testigo señaló que media hora antes del hallazgo se cruzó con tres sujetos de nacionalidad peruana que formarían parte de la banda que responde a “El Loco” César. Le pareció extraño que empujaran un carro a esa hora de la noche.
“Aún nadie se sentó en la fiscalía o frente a un policía a contar esta versión firmando una testimonial. Este tipo de crímenes son difíciles de esclarecer porque nadie se atreve a contar lo que sabe. Estamos trabajando para que quienes puedan aportar algo se presenten como testigos”, señaló una fuente judicial.
El fiscal Martín Mainardi, a cargo de la investigación, le pidió a los expertos del Cuerpo Médico Forense que determinen si las víctimas murieron calcinadas o si fueron asesinadas previamente de otro modo. En principio, todo indicaría que los crímenes fueron ejecutados en otro sector que los pesquisas buscan determinar.
“Es un barrio complejo, donde también hemos tenido homicidios vinculados con disputas por la ocupación de viviendas. No descartamos ninguna hipótesis”, agregó un vocero.
Pese a que la Villa cuenta con personal policial que patrulla la zona, la guerra narco entre las distintas organizaciones continúa activa. Desde hace varios años que las bandas lideradas por César Morán de la Cruz, Alionzo Rutillo Ramos Mariño, alias “Ruti”, y Francisco Fouz Acosta, alias “Tarzán”, se disputan el territorio a sangre y fuego. Los tres están detenidos, pero sus soldados siguen con el negocio más rentable de la Villa.
Tarzán es un narco paraguayo dueño de un corralón y un boliche que funcionaba en el interior de la Villa. La zona que domina es una de las más conflictivas: el sector comprendido por las manzanas 99, 105, 107 y 102 de la Villa 31 bis, a pocos metros de la Casa del Pueblo y la Plaza de los Lápices, cerca de la zona donde fueron hallados los cuerpos.
Quién es César, el otro Loco que mata por gusto
César Humberto García Primo. Así figura en el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil de Perú. Llegó a la Argentina escapando de la Policía hace más de diez años. Lo buscaban por un homicidio, probablemente el primero de una sorprendente saga de asesinatos que continuó en el país. En su ficha de antecedentes figura con cinco identidades. Pero en la Villa 31 casi nadie sabe sus nombres, porque allí todos los conocen por su “alias”. Para los vecinos es César, “el Loco que mata por gusto”. Según cuentan en Retiro, el apodo lo heredó de otro “matón” peruano: “Beto mata por gusto”, el sicario que respondía a Marcos Estrada González, el capo narco de la 1.11.14 de Bajo Flores. Se lo ganó a fuerza de tiros y sangre derramada.
En 2012, Morán de la Cruz fue condenado a 15 años de prisión por un crimen ocurrido en la Villa 31. Llegó acusado por otros dos crímenes que no pudieron probarle. Lo curioso es que la mayoría de los testigos que fueron presentados no se animaron a declarar en su contra. Y los que sí lo hicieron más tarde cambiaron su versión después de recibir amenazas.
En la cárcel, El Loco César no buscó otra salida y siguió dedicado al negocio narco con la ayuda de sus familiares. Uno de sus seis hijos, Bladimir Morán Joyo, se convirtió en su mano derecha. Cobró fama en octubre de 2016 cuando la policía descubrió que vivía en un dúplex con seis plasmas y un baño con hidromasaje.