Los sobrecitos multicolores con cocaína de máxima pureza, que esta semana fueron hallados en un chaleco antibalas de la Brigada Antidrogas de La Matanza, destaparon una olla que huele horrible, porque la principal sospecha que manejan los investigadores es que esa droga era utilizada por los policías para hacer negocios con los narcos.
“Creemos que la iban a vender”, asegura a PERFIL un vocero que encabeza la investigación.
“La hipótesis más fuerte –dice la misma fuente– es que se usaba para negociar cosas, para entregársela a un grupo narco a cambio de información o directamente para que la vendieran. Muchas veces la venta no es por plata sino para que te entreguen datos de operativos”.
En total, fueron secuestradas 160 dosis. La droga apareció en medio de una inspección sorpresiva realizada este martes por la Unidad de Inspección Operativa del Ministerio de Seguridad de Buenos Aires. A raíz de ello, el auditor general de Asuntos Internos, Guillermo Berra, descabezó inmediatamente a la cúpula de la Delegación de Drogas Ilícitas de La Matanza. El titular de la Brigada, comisario mayor Pablo Montán; su segundo, el comisario inspector Guillermo Beascoechea; el jefe de operaciones, subcomisario Diego Acevedo, y el encargado del depósito, oficial inspector Pedro Rosales, fueron separados de sus cargos de manera preventiva.
‘Polirrubro’. De acuerdo a las fuentes, una serie de denuncias anónimas en la zona, que advertían sobre el robo de autopartes en móviles cero kilómetro y computadoras que recientemente habían sido entregadas en distintas sedes policiales, motivó las inspecciones. Al menos 16 dependencias de La Matanza fueron requisadas por orden del ministro Cristian Ritondo.
“Las máquinas se las robaban. Entraban cuatro pero quedaban tres. A los patrulleros, por ejemplo, les cambiaban las ruedas para venderlas en el mercado negro. Se sospecha que algunos efectivos hacen lo mismo con las pistolas reglamentarias: denuncian que se las robaron o las perdieron pero después las venden”, explica una fuente a este diario.
Las autoridades que intervinieron en el operativo en la sede de narcotráfico detectaron distintas irregularidades: el chaleco con la droga no estaba asignado a ningún policía de la repartición. Hacía más de un año que no figuraba en los registros. Además, en los libros de la dependencia detectaron varios renglones en blanco.
La respuesta de los jefes fue que la droga se la plantaron para perjudicarlos, algo que la Justicia deberá determinar. Por lo pronto, el comisario mayor Marcelo Ferreyra fue designado como interventor de la Brigada.
Apuntados. La división de drogas de La Matanza estaba bajo la lupa mucho antes de que estallara el escándalo de la droga en el chaleco: hace un año y medio, Asuntos Internos había realizado una inspección sorpresiva para auditar los libros de cargo y controlar los depósitos. Encontraron precintos rotos y hasta panes de marihuana partidos.
Montán, un hombre del riñón del ex jefe de la fuerza Pablo Bressi, estaba a cargo de la repartición. No fue apartado de la fuerza porque logró probar que la droga había sido manipulada por pedido de Gendarmería.
Bienes declarados. “Estamos investigando la parte patrimonial de los cuatro policías que fueron separados de su cargo”, reconoce a PERFIL un vocero de la fuerza. En octubre del año pasado, el comisario mayor Montán presentó su declaración jurada. Tiene el 50 por ciento de un auto por un valor fiscal de 250 mil pesos, una embarcación valuada en 120 mil, cuatro propiedades (tres en la localidad bonaerense de Burzaco y una en el partido de Presidente Perón), y ahorros en dólares (3.380) y pesos (100 mil).
Por su parte, el subcomisario Acevedo –otro de los apuntados– declaró un patrimonio mucho menor: tiene un auto por un valor fiscal de 170 mil pesos y una caja de ahorros con 400 mil pesos.
En 2013, Montán prestaba servicio en la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de Esteban Echeverría. Era el jefe de operaciones y la mano derecha del titular, Pablo Bressi.
Su nombre aparece en la denuncia contra Bressi que el año pasado realizó el ex comisario general Marcelo Di Pasqua.
En aquella presentación del ex jefe policial, acusó al ex de la fuerza de intervenir directamente, y a través de funcionarios subordinados, “en acciones directas encaminadas a desviar, encubrir y entorpecer investigaciones que estaban relacionadas con el narcotráfico”.
Bressi sorteó la tormenta pero tres meses después presentó su renuncia.
Sin avances por la cocaína en el techo
Hace poco más de un año estallaba un nuevo escándalo en la Bonaerense: el hallazgo de distintos tipos de estupefacientes en el techo de la Brigada Antidrogas de Lanús.
A fines de julio de 2017, y gracias a la denuncia de un policía arrepentido, la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad encontró 350 envoltorios con cocaína, 50 con paco, varias dosis de marihuana y hasta pastillas de LSD que estaban ocultos en el techo de la sede policial. Por si fuera poco, un efectivo fue demorado cuando en el cajón de su escritorio hallaron cocaína, aunque en este caso se cree que era para consumo personal.
La sospecha es que la droga era utilizada por los efectivos para “plantarla” en alguna causa o comercializarla.
Las principales autoridades de la Brigada Antidrogas, que depende de la DDI de La Matanza, fueron desafectadas y van camino a la exoneración de la fuerza.
La denuncia anónima había sido realizada dos meses antes al 0800 de Asuntos Internos. Con ella se originó la investigación administrativa y la intervención del fiscal Leonel Gómez Barbella y el juez Federico Villena, ambos del fuero federal de Lomas de Zamora.
Sin embargo, la causa judicial no avanzó y todavía restan resultados de peritajes ordenados a Gendarmería Nacional.