POLICIA
EN LA CÁRCEL "SE MUERE DE HAMBRE Y LE ROBAN"

Lo condenaron por un tatuaje y era inocente: se niegan a liberarlo

A Braian Carballo le dieron 12 años de carcel por un robo en 2013 después de que las víctimas señalaron por una marca en la piel, que él no tenía en el momento del hecho. Su caso llegó a la Corte Suprema.

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Braian. Preso desde 2018. Su madre, encadenada en Tribunales (medio). | gza. carballo

Braian Carballo (34) vive una pesadilla desde septiembre de 2018, cuando fue condenado injustamente a 12 años de prisión por un violento robo que no cometió. Alojado en el penal de Magdalena, perdió peso, apenas lo visitan por impedimentos económicos y es sometido a brutales golpizas, mientras su mujer y su abogado hacen lo imposible para que la causa se reabra y les permitan presentar las nuevas y contundentes pruebas que indican la inocencia del detenido. Entre los errores más grandes por los cuales fue enjuiciado y luego encerrado se encuentra la declaración de las víctimas, que aseguraron que en la mano izquierda de su atacante se destacaba un tatuaje cuando, por esa época, Carballo no lo tenía.    

El ilícito se produjo el 13 de diciembre de 2013, cuando dos hombres ingresaron a una casa de Banfield y torturaron a una pareja identificada como Noemí Van Damme y Rodolfo Mansilla Verón, en momentos en que estos se encontraban con sus tres pequeños hijos. Si bien los delincuentes escaparon con $ 200, un decodificador y una moto, se especula que el objetivo del asalto era apoderarse de una sustanciosa cantidad de droga que aparentemente había en el lugar, y que no hallaron. Durante la huida cayó uno de los responsables, Héctor Lezcano, condenado luego a 9 años, pero su cómplice huyó. Sin embargo, los efectivos intervinientes lo vieron y aseguraron que se trataba de un sujeto “de tez blanca”. Pese a que Carballo es moreno, terminaría siendo señalado años más adelante.

En diálogo con PERFIL, la mujer de Braian, Rosana, explicó que tras el hecho recibieron un mensaje de la prima de su esposo, diciéndole que estaban involucrándolo en un robo que, en realidad, había sido perpetuado por otro primo de Carballo, un sujeto cuyas iniciales son J.O. No le dieron mayor trascendencia hasta que en 2016 fueron notificados por la Policía de una denuncia en su contra.

“Lo llamaron por primera vez en 2016 y se presentó porque no tenía nada que ocultar. Hizo todo lo que tenía que hacer”, relató Rosana, y tanto ella como Braian –quien contaba con un antecedente penal previo que lo llevó a la cárcel– sostienen que “lo vinculó al hecho Ariel Muñoz, compadre de las víctimas”, que había tenido un problema con Carballo cuando compartieron la prisión.

Vidas arruinadas

Rosana contrató dos letrados antes de llegar al que defiende a su marido ahora, pero ninguno mostró las pruebas a su debido tiempo. “Osvaldo Dragonetti ni siquiera leyó la causa y aún no puedo comprender su actitud. Creí que iba a hacer las cosas bien, pero hizo todo mal y tuve que vender mi camioneta, mi casa y mi fondo de comercio para pagarle”, aseguró, y amplió: “En el juicio no paró nunca las mentiras que se decían”.

Un punto crucial del debate fue que los damnificados aseguraron que uno de los ladrones tenía un tatuaje en la mano “con forma de huesitos”, y no dudaron en identificar a Carballo, tanto en una rueda de reconocimiento en la que no participó siquiera su abogado y en el juicio.

“Braian no tenía ese tatuaje en el 2013. Se lo hizo a fines de diciembre de 2016, y de hecho se le infectó y debí llevarlo a un hospital el 28 de ese mes. Todavía tengo la factura, en la que figura la fecha. ¿Cómo pudieron condenarlo por un tatuaje que ni siquiera tenía?”, se pregunta Rosana, y arroja sus sensaciones al respecto: “Cuando a las víctimas les llegó el nombre de quienes los asaltaron, estando el de mi marido por error, lo buscaron por Facebook. Vieron que tenía un tatuaje y a partir de ahí lo identificaron en la rueda de reconocimiento. Hasta dudo que haya tenido un tatuaje el verdadero autor del hecho. Una vez que dijeron eso, fueron detrás de esa mentira y la sostuvieron”.

Carballo fue condenado a 12 años por los jueces Emilio Vandemberg, Laura Altamiranda y Brenda Madrid, del TOC 6 de Lomas de Zamora, por “robo calificado”.

Puntualizó que en el debate también “se contradijeron” y lamentó que Carballo tenga un tatuaje en forma de lágrima debajo del ojo, en el mismo lugar en que el presunto autor del ilícito tiene “un lunar”. Además, hay otros dos aspectos fundamentales.

“Van Damme declaró que sabe reconocer entre un revólver y una pistola, y dijo que mi marido tenía una pistola. Pero era mentira, porque la Policía encontró en su casa una vaina servida 9 milímetros, que no coincidía”. Y, como si fuese poco, está el tema del color de piel: “Buscaban a un hombre de tez blanca y como Braian es morocho los damnificados dijeron que se había vuelto más oscuro. Una incongruencia total”.

Estas evidencias y otras tantas –como videos y escuchas de los responsables del robo admitiendo el hecho– fueron presentadas por Rosana a Dragonetti, quien sin embargo no las mostró en el juicio. “Me estafó y lo denuncié”, expresó la mujer. Finalmente, Carballo fue condenado a 12 años por los jueces Emilio Vandemberg, Laura Altamiranda y Brenda Madrid, del TOC 6 de Lomas de Zamora, por “robo calificado”.

El actual letrado que los representa, Juan Manuel Casolati, indicó que “la denunciante mintió y le hizo incurrir al tribunal en un error judicial porque lo condenaron por ese testimonio. Cuando tomo la causa y le muestro al tribunal el error inducido por este falso testimonio, el Poder Judicial no solo no lo subsana, sino que se encierra en sí mismo para proteger su propio error”. Rosana, en tanto, detalló que su esposo “está destruido. Yo pierdo la esperanza día a día. Llegué hasta la Corte Suprema y quiero llegar a la Corte Internacional”.

Denunció que en la cárcel “se muere de hambre y le roban todo. Es una supervivencia eso. Ahora pesa 45 kilos y está perdiendo hasta los dientes. El hecho de ser inocente le juega una mala pasada y lo juzgan.

Y aseveró que “la Justicia es mala. No sé qué pasa con los jueces. Yo no busco hacerle juicio al Estado ni dinero. Solo quiero que Braian salga de la cárcel. Por más plata que me den, me mataron en vida, me arruinaron. ¿De qué me sirve el dinero si no puedo reconstruir lo que ya me destrozaron?”.

“Es sobrevivir en la jungla”, dice sobre la vida en la cárcel

La vida de Carballo en prisión es un calvario, y la de su mujer Rosana también. Al principio él pasó cinco meses en un penal de Monte Grande y de ahí lo derivaron a Sierra Chica, hasta que lo pasaron a Magdalena, donde permanece. “Me resulta muy caro ir a verlo, y lejos. Puedo ir una vez por mes, porque gasto $ 700 en el viaje y también hay que llevar para comer. Son muchos gastos”, contó ella.

Denunció que en la cárcel “se muere de hambre y le roban todo. Es una supervivencia eso. Ahora pesa 45 kilos y está perdiendo hasta los dientes. El hecho de ser inocente le juega una mala pasada y lo juzgan. La pasa mal y lo golpean mucho. Ahí adentro es otra vida, es una jungla completamente distinto a lo que se cree”. En la actualidad está en el pabellón 12, donde comparte la celda con cinco internos.

“No me cuenta todo lo que pasa, porque se cuida de que yo no me preocupe”, admitió Rosana, quien más allá de tener en prisión a su pareja se lamenta de haber perdido la fuente de empleo que conservó durante 17 años: un negocio de frutas y verduras que tenía en Castelar, en la zona oeste del Conurbano. “Trabajábamos juntos en el comercio, con muchos repartos. Tuve que vender todo para pagarles a los abogados y hoy sobrevivo con la ayuda de los padres y los abuelos de él, y limpio casas”.