POLICIA
Jury a los fiscales del caso Dalmasso

Macarrón: “Yo salí con capa y espada a enfrentarme al mundo judicial”

El viudo de Nora Dalmasso habló después de la confirmación del juicio político contra los tres fiscales que llevaron a cabo la investigación. Dice que su familia fue convertida en sospechosa desde el comienzo, denuncia una “mala praxis judicial” que mantuvo imputado a su hijo adolescente y afirma que la causa se desvió por decisiones “descabelladas”. Rechaza vínculos políticos con De la Sota y recuerda el daño emocional y profesional que sufrió. “Hicimos un gran equipo para enfrentar estos quince años”, dijo sobre la lucha familiar.

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Desahogo. Marcelo Macarrón (en la foto de la derecha con su esposa Nora y sus hijos Facundo y Valentina) se quebró durante la entrevista. | cedoc

“Para la Justicia nunca fuimos inocentes, desde el primer día fuimos culpables y de ser víctimas fuimos acusados”. Marcelo Macarrón brindó una extensa entrevista después de la confirmación del inicio del juicio político contra los tres fiscales que investigaron el femicidio de su esposa Nora Dalmasso, ocurrido en la ciudad de Río Cuarto, en noviembre de 2006. En varios tramos no pudo contener las lágrimas, mezcla de bronca y dolor.

Macarrón asegura que la apertura del jury a los fiscales Javier Di Santo, Daniel Miralles y Luis Pizarro representa un quiebre en una historia marcada por errores, sospechas y un destrato institucional que, según él, dejó heridas profundas. “Es una de las semillitas que aportamos que ha crecido”, explica en la entrevista con Cadena 3 de Córdoba.

Para el viud fueron “quince años de sufrimiento”. Y recuerda que el expediente avanzó desde el comienzo con un único objetivo: su familia. “Todos los cañones apuntaban a la familia Macarrón”, reconoce. Explica que los fiscales pasaron rápidamente de la figura del pintor conocido como “el perejil” a investigar a las propias víctimas. “Nunca investigaron ninguna pista”, resume. “Acá hubo mala praxis -dice-. Como hay mala praxis para médicos, hay mala praxis para fiscales. Ellos incursionaron en una mala praxis judicial y nadie les decía nada”.

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La imputación a su hijo Facundo fue, según él, el episodio más devastador de todos estos años. Recuerda que era un adolescente cuando lo acusaron y que la familia quedó paralizada por esa decisión. “La acusación de Facundo es de una mentalidad enferma totalmente”, entendió y señaló que esa imputación les impidió participar como querellante. Ese vacío procesal favoreció la prescripción respecto del principal sospechoso, Roberto Bárzola, un parquista que trabajaba en la casa y que fue identificado recientemente en un cotejo de ADN.

En otro tramo de la entrevista, Macarrón recordó un episodio poco conocido. “El fiscal Miralles con su secretario tomaron un avión a Uruguay, con el impuesto que pagamos todos, para ver si yo había estado jugando al golf”, relata y agrega que ambos visitaron un club extranjero, entrevistaron a su presidente pero actuaron sin autorización internacional. “Es descabellado todo”, señala.

Sobre las versiones políticas que circularon en el inicio de la investigación, Macarrón rechaza cualquier interpretación que lo vincule al poder. “Nunca tuve un trato personal con De la Sota”, respondió. Además, aclaró que sus ingresos fueron revisados por AFIP en una inspección integral que, según él, corroboró que su patrimonio venía de “trabajar dieciséis horas por día”. Y cuenta que jamás manejó dinero no declarado y que la insistencia en esa supuesta cercanía con la política formó parte de un relato construido para justificar líneas investigativas arbitrarias.

Para el médico traumatólogo la contención familiar fue decisiva, un pilar que habían construido junto a Nora para “hacer un gran equipo”. “A Facundo le ha costado mucho, pero hicimos un gran equipo para enfrentar estos quince años”, repite. En ese tramo vuelve a quebrarse. También se detiene en su propia vida profesional, otra consecuencia indirecta de una investigación mal direccionada. “Durante quince años no me permitían salir del país. No podía capacitarme para brindar mi capacitación a la gente común”, reconoce y refiere su actitud frente a ese escenario en una frase que eligió como bandera: “Yo salí con capa y espada a enfrentarme al mundo judicial”.

Macarrón asegura que puede perdonar. “La gente se equivoca y hay arrepentimientos”, reflexiona sobre los fiscales que se empeñaron en seguir una hipótesis que nunca cerró. Y reconoce que, con el tiempo, la sociedad empezó a ver el caso desde otra perspectiva. Atribuye ese cambio, en parte, a la serie documental de Netflix que expuso la mirada de la familia. “La sociedad hizo un click”, dice. Cuenta que lo percibió primero en la calle, luego en su consultorio, cuando las miradas dejaron de ser hostiles para volverse curiosas o empáticas.

La absolución en 2022 fue un alivio, pero no un cierre definitivo. “Me sometí a un juicio siendo inocente. En ese momento me pregunté por qué si soy inocente tengo que seguir con una tortura de por vida. Yo quiero vivir, quiero hacer mi actividad profesional normal, no que me señalen con un dedo”, afirma antes de emocionarse otra vez. “Es muy fuerte para mí que me señalen”, insiste, como si esa marca todavía lo persiguiera.

Ahora, dice, la apertura del jury representa una oportunidad para empezar a reparar los daños sufridos. “Estamos empezando a creer. Hemos ganado una batalla, no la guerra”, señala y considera que la decisión del jurado es un paso indispensable para reencauzar una investigación que, según él, perdió el rumbo desde el primer día. “Nunca hubo justicia. Recién ahora vemos un camino posible”.

El vínculo con Carlos Carrascosa
R.P.

Marcelo Macarrón cuenta que mantiene una relación cercana con Carlos Carrascosa, viudo de María Marta García Belsunce, porque ambos atravesaron procesos donde fueron acusados falsamente del femicidio de sus esposas sin pruebas concluyentes.

“Tengo relación Carlos Carrascosa y hablo periódicamente con él”, explica en la entrevista. Señala que, a diferencia de su propio caso, el viudo de la socióloga asesinada en el country El Carmel de Pilar estuvo preso siete años, pero que compartieron el mismo mecanismo investigativo que los colocó como principales sospechosos mientras otras líneas eran descartadas.

Macarrón sostiene que la reconstrucción posterior de ambos expedientes, con revisiones judiciales que desarmaron las hipótesis iniciales, mostró el costo humano de las imputaciones infundadas.