Todos los movimientos estaban acordados y los roles de cada uno asignados. El objetivo era muy claro: asesinar a un productor agropecuario y simular que había sido víctima de un robo. Detrás del plan estaba su esposa y a su alrededor una mai umbanda quien aportó las piezas para llevarlo a cabo. Pero no contaron con un detalle. Los teléfonos Nextel que utilizaron para coordinar los movimientos no tenían señal en el partido bonaerense de 25 de Mayo, donde llevarían adelante el crimen. Una vez en el lugar, tuvieron que usar el celular de la víctima y ese fue el hilo del que tiraron los investigadores para identificar a todos los implicados.
Un jurado popular, el 16 de mayo pasado, encontró culpable a la viuda Blanca Díaz Villalba (68) y al sicario Aldo Omar Pérez Torres (38) por el crimen de Rafael Almiroty (68) y este viernes el juez del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 3 de Mercedes, Ignacio Racca, les dictó la sentencia: perpetua.
"Soy inocente" dijo Díaz Villalba en el juicio que se llevó a cabo en Mercedes.
Los cuatro restantes integrantes de la banda recibieron sus condenas en un juicio abreviado con penas que van entre los 9 y 10 años de prisión en calidad de “partícipes secundarios”.
“Soy inocente”, fue la frase que utilizó en el momento de decir sus últimas palabras Díaz Villalba ante los doce miembros del jurado popular que iban a definir su suerte. Por su parte, el sicario aseguró que no estaba en la localidad de 25 de Mayo ese 22 de noviembre de 2014 cuando ocurrió todo. Pero las pruebas en su contra fueron contundentes y el jurado popular, por unanimidad, los declaró a ambos culpables.
El viernes último las partes escucharon la resolución que tomó el juez, luego de que el jurado popular diera el veredicto de culpabilidad contra Díaz Villalba y Pérez Torres. A la viuda la condenaron a prisión perpetua por “homicidio agravado por el vínculo, por promesa remuneratoria y por el concurso premeditado de dos o más personas”. El sicario recibió la misma pena.
Plan criminal. El plan se habría gestado en Fuerte Apache donde la mai umbanda Gladys Rosales Fernández residía. Esta mujer era la tarotista de Díaz Villalba y juntas habrían llegado a la conclusión que había que eliminar a su marido para quedarse con la herencia, o al menos, eso se cree que fue la motivación de todo este plan.
Para eso, según determinó la investigación, la mai aportaría al sicario y al remisero que manejaría los más de 200 kilómetros que separan Capital Federal de 25 de Mayo. Se hablaba de que la viuda había acordado pagar una suma cercana a los 10 mil dólares por el encargo del crimen de su marido.
Almiroty vivía en la estancia “La Juanita” la mayor parte del tiempo y su esposa residía en Capital Federal e iba los fines de semana para 25 de Mayo. Entonces el plan era que el sicario sorprendiera al productor rural mientras dormía, lo matara y luego la viuda denunciaría que había descubierto a su marido muerto en un presunto robo. La mujer les iba a facilitar una llave para que pudieran ingresar a la casa sin hacer ruido. Así lo hicieron.
El 23 de noviembre de 2014, Díaz Villalba llegó y encontró a su esposo tirado en el piso del dormitorio sobre un charco de sangre. Ella denunció un robo. Faltaba el celular de la víctima. Pero la mentira iba a durar poco.
Catalino Domínguez, el peón de campo que mataba para vengarse de su esposa infiel
Las sospechas. Los policías que arribaron al domicilio de la calle 28 y 103, tras el llamado al 911 de la mujer, constataron que el hombre no respiraba y que lo habían matado con un arma blanca. Pero también advirtieron que las puertas no habían sido violentadas y que todo estaba en su lugar. Más tarde descubrirían un maletín con 50 mil pesos ocultos en la casa. De esa forma, el móvil del robo quedaba prácticamente descartado.
Los investigadores obtuvieron la información de que el celular de la víctima había sido utilizado la noche del crimen. Las llamadas impactaban en el conurbano bonaerense: en Merlo y en el barrio Ejército de los Andes, más conocido como Fuerte Apache, en Ciudadela, localidades que no eran frecuentadas por la víctima. Ese indicio les llamó la atención, sumado a la incongruencia del supuesto asalto según el relevamiento en la escena del crimen.
A partir de la intervención de los teléfonos, los investigadores pudieron identificar al sicario Pérez y a Walter Cartula, quien actuó de remisero. Es que ellos acostumbraban comunicarse por Nextel, pero en ese momento no había señal de esa compañía en 25 de Mayo por eso debieron recurrir al celular del productor agropecuaria para ponerse en contacto la noche del crimen.
El sicario utilizó el teléfono de la víctima y esa fue la clave para que lo identificaran.
Luego la investigación concluyó que un tercer joven los acompañó ese día y ofició de campana. Y que en realidad fue la viuda la que había contratado al sicario para matar a su marido. La mai umbanda y una sobrina de ella, completaban la nómina de los implicados en el hecho.
Dos meses después del crimen, el sicario y el remisero fueron detenidos. A Pérez lo atraparon en Fuerte Apache y le secuestraron unos 15 cuchillos. Mientras que el remisero fue apresado en su casa de Merlo. A él le sustrajeron un Peugeot 504 en el que se movilizaron hasta 25 de Mayo para llevar a delante el recado.
El 24 de enero de 2015 fue apresada la viuda cuando llegó junto a su hija al lugar donde ocurrió el crimen. “Señora queda detenida”, le dijeron los policías que fueron a buscarla. Díaz Villalba no se resistió.
De esta manera, el plan que se había gestado a más de 200 kilómetros de donde se produjo el asesinato quedaba al descubierto en poco tiempo. Ahora cada uno de los implicados deberá cumplir tras las rejas las penas que le fueron asignadas por cada uno de los roles que cumplieron en este hecho.
La viuda y el sicario, los últimos dos en conocer sus sanciones, tienen por delante muchos años de encierro. Ella como ideóloga del plan criminal y por contratar a un tercero para llevarlo a cabo y al que le iba a pagar para que matara a su marido. Mientras que él fue acusado como autor material del crimen. Juntos conformaron los dos eslabones más importantes para llevar adelante el homicidio del productor rural hace ocho años.
El crimen
El productor agropecuario Rafael Almiroty (68) fue asesinado el 22 de noviembre de 2014 en la localidad bonaerense de 25 de Mayo. Su esposa, Blanca Díaz Villalba dijo que cuando llegó a la casa encontró a su marido muerto víctima de un robo.
Dos meses después, en la estancia “La Juanita” fue detenida la viuda como instigadora del asesinato.
A unos 200 kilómetros de allí, se realizó otra serie de allanamientos. En Fuerte Apache cayó el sicario Aldo Pérez y en Merlo fue atrapado el remisero Walter Cartula que lo condujo hasta la localidad de 25 de Mayo.
Mandó a matar a su esposo productor rural por consejo de una mai umbanda
Una mai umbanda, su sobrina y otro joven que actuó de campana en el momento del crimen fueron los otros implicados en el hecho. La mai Gladys Rosales Fernández fue el nexo entre todas las partes.
El móvil del crimen habría sido quedarse con la herencia del productor rural. Pero el plan no tuvo sus frutos y todo quedó al descubierto.
El valor del juicio por jurados
Ignacio Racca *
Es muy común que, al momento de leer textos jurídicos sobre el juicio por jurados, el autor le explique la vigencia de este instituto desde nuestro primer texto constitucional (1853), como así también la demora en su primera regulación (una formulación algo atenuada del modelo fue implementada en 1998 en Córdoba). Seguido de ello, seguramente se detalle su importancia desde el principio republicano, la división de poderes, entre otros ideales sumamente valiosos.
Sin embargo, el lector puede preguntarse si, más allá de esas consideraciones teóricas, los jurados en su función pueden verdaderamente garantizar un juicio justo.
Caso García Belsunce: Nicolás Pachelo rechazó el juicio por jurados porque "lo van a linchar"
La experiencia directa de haber llevado a cabo el juicio por el crimen de Rafael Almiroty me permite despejar todo tipo de rumores infundados. No hay mito más errado que el de que “la gente no quiere” o “no lo toman con responsabilidad”. A la audiencia de selección se presentaron puntualmente más de cincuenta jurados. Los 18 que quedaron elegidos prestaron igual o más atención de la que cualquier juez puede prestar a las partes o a los testigos. Los doce que finalmente resolvieron el caso, deliberaron con suma seriedad.
El juicio por jurados es más justo que lo que hubiera sido un juicio común, porque toda la prueba se produce en la sala, pudiendo ser controlada por todas las partes, lo que eleva la calidad de esa prueba y por ende, de los resultados finales.
Los ciudadanos que cumplieron con esta tarea reconocieron haberse llevado una imagen muy distinta de la que ellos tenían de la Justicia. Entendieron las dificultades que afronta el fuero penal. Por eso, entre sus beneficios, el juicio por jurados puede ayudar a legitimar nuestro tan golpeado Poder Judicial.
* Juez del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 3 de Mercedes.