Ante los distintos casos en los que funcionarios del Gobierno estuvieron envueltos en fuertes polémicas, como los ministros de Trabajo, Jorge Triaca, y de Finanzas, Luis Caputo, o el ex subsecretario de Presidencia Valentín Días Gilligan, la Oficina Anticorrupción fue cuestionada por su labor y acusada de beneficiar a los miembros del Ejecutivo. Algunos llegaron a calificarla como la "oficina del encubrimiento".
Su titular, Laura Alonso, rechazó esos planteos de la oposición: "A mí me causa gracia, son bastante hipócritas porque fueron parte de la cleptocracia que gobernó la Argentina durante 12 años”.
“Si un funcionario o hace caso a lo que la OA le dice en la instrucción preventiva es muy probable que se encuentre después en una situación judicial compleja”, analizó en diálogo con el diario Clarín. Para ella, “ésta es la oficina de la prevención” de los ilícitos.
Alonso consideró que “gran parte de la sociedad, sobre todo las clases populares, se ha despertado con indignación frente a la tragedia que significa la corrupción en su vida cotidiana”.
"Esa indignación hoy se vive con una calidad de demanda distinta que en 2001 cuando se pedía ‘que se vayan todos’”, remarcó, y añadió: “Hoy la demanda pasa por la calidad institucional y por saber a dónde van los recursos públicos”.