Cada viaje al exterior le daba a Alberto Fernández un recreo de la interna del Frente de Todos, pero ahora, y con una guerra que aún se desconoce hasta dónde puede llegar, los cruces dentro de la alianza del Gobierno parecen un juego para un presidente que vuelve a Buenos Aires con una mirada mucho más pesimista del futuro global de la que tenía días atrás.
Alberto Fernández le dedica cada vez menos tiempo y palabras a su vínculo con Cristina Kirchner. En Los Ángeles, la figura de la vicepresidenta se coló en las conversaciones de la comitiva presidencial solo cuando el jefe de Estado terminaba de dar un fuerte discurso contra la Organización de Estados Americanos (OEA) por su participación en el golpe de Estado en Bolivia y por las exclusiones de la Cumbre de las Américas a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Se la mencionó porque Cristina Kirchner había pedido el texto por escrito, después de mucho tiempo llegaban voces de coincidencias desde el ala kirchnerista con las palabras que había tenido el Presidente.
No hay novedad en que el mandatario se siente más cómodo cuando le toca ocuparse de la agenda global que de la política doméstica atravesada por las diferencias en su propio espacio, pero en el contexto actual, Alberto Fernández se muestra sorprendido por la importancia que se les otorga a las internas mientras que los distintos líderes mundiales le advierten sobre la expansión de una guerra que recién parece mostrar sus inicios.
“La discusión de cuántas veces el Presidente habla con Cristina es una pelotudez”, lanzan en la comitiva presidencial al regreso de la Cumbre de las Américas. Lo hacen después de detallar la preocupación que mostró Joe Biden por la guerra desatada por Rusia.
El presidente de Estados Unidos se refirió al conflicto bélico en un almuerzo informal que mantuvo con los jefes de Estado el viernes. Sobre el inicio, Biden reconoció las diferencias que generaron las ausencias reclamadas por Alberto Fernández y otros 19 países que se manifestaron en contra de las exclusiones en la cumbre de Cuba, Venezuela y Nicaragua. También se excusó de postergar a América Latina por tener que socorrer otros continentes por las amenazas de otros países como ahora sucede con Europa por la guerra desatada por Rusia y mostró una mirada pesimista sobre Vladimir Putin al explicar que lo conoce mucho y no se puede esperar mucho del líder ruso, por lo que mostró poca expectativa sobre una posible resolución del conflicto. Pero las palabras que más preocuparon llegaron sobre el final del encuentro.
Allí el jefe de Estado estuvo acompañado por el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Cada presidente puede asistir con un miembro de la delegación que se sienta detrás y sin hablar tiene la oportunidad de escuchar los planteos que mantienen los presidentes ya en un diálogo informal y cerrado. El jefe de Estado eligió a Massa a pesar de que en un principio el lugar lo disputaban el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, y el embajador en Estados Unidos, Jorge Argüello, ya que el canciller, Santiago Cafiero, debía estar al mismo momento en un encuentro con sus pares.
Junto a Biden, quien mostró la postura más crítica ante Putin fue el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Pero fueron las palabras de Biden las que aún resuenan en la comitiva presidencial. Según detalló uno de estos dirigentes, sobre el final del encuentro el jefe de Estado norteamericano admitió que tiene información clasificada de la que no podía dar detalles e inmediatamente mostró una fuerte preocupación por haber un riesgo muy grande de estar ante una tercera guerra mundial.
Al escuchar estas palabras a Massa no le quedaron muchas ganas de seguir comiendo el postre de chocolate que tenía servido sobre la mesa. Horas más tarde, la comitiva analizó las palabras de Biden y sostuvieron la importancia de que Argentina haya logrado una silla en la próxima discusión del G7 en Alemania. “Muchos decían que mi gira a Europa no tenía sentido y lo de Europa salió bien, logramos sentarnos en la mesa para discutir qué hacemos para detener la guerra en el encuentro de estos países”, reflexionó el presidente argentino frente a su delegación.
Por eso se molesta cuando le preguntan sobre su vínculo con su compañera de fórmula.
Los viajes le sirvieron muchas veces para evadir la pelea interna, pero Fernández ahora asegura que su rol cada vez que en este contexto sale del país tiene que ver con posicionar a la Argentina como proveedora de alimentos y energía. El jefe de Estado está convencido de que esta tiene que ser su única agenda, por lo que asegura que, por parte de él, no lo verán “perdiendo el tiempo” en discusiones con CFK.
G7, Brics, Biden y G20, lo que sigue
La gira por Europa y la Cumbre de las Américas fueron los primeros movimientos de un Alberto Fernández que en junio cerrará la agenda internacional con su participación en el G7 y en la reunión de los Brics.
El próximo destino será Alemania después de la invitación del canciller Olaf Scholz para participar en la cumbre del G7, que se llevará a cabo el 27 de junio. En su visita de mayo, Fernández pidió que América Latina sea escuchada ante la guerra desatada por Rusia en Ucrania y este será uno de los lugares a los que el jefe de Estado y presidente pro tempore de la Celac llevará el reclamo de las consecuencias que el conflicto ya está ocasionando en la región.
Días antes participará de manera virtual de la cumbre de jefes de Estado de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que sesionará por videoconferencia con China como anfitrión, país que le hizo a la Argentina una invitación especial. Las próximas citas internacionales serán la reunión bilateral con Joe Biden a fines de julio y en septiembre el G20 en Indonesia.