El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, "negoció" con el campo durante 100 días, pero no logró conformar a las partes. En el medio, los ruralistas lo tildaron de mentiroso, los gobernadores pidieron su cabeza y hasta su hijo le demandó que renunciara. También se peleó con su pareja de años, la senadora Vilma Ibarra, con quien después se amigó. Por su estilo "dialoguista", fue ninguneado hasta por Néstor Kirchner. Su fatiga se tornó visible en sus ojeras y él mismo adujo públicamente estar cansado. Después pasó a un segundo plano y se lo vio poco hasta que reapareció el día de la votación en Diputados, aunque sin la fuerza de antes.
En el Gobierno comenzó el rumor, basado en algunos indicios, sobre la enfermedad que aquejaría al ministro más estimado por Cristina Kirchner: "Alberto F. está quemado".
El síndrome del quemado, también conocido como Burn out, es una patología relativamente reciente, sólo tiene 15 años, y está relacionada con el estrés y la capacidad que cada persona tiene de absorber esa presión, producto de un trabajo demasiado demandante, como puede ser la función pública con jefes muy exigentes como los Kirchner.
“Los síntomas del Burn out son el agotamiento emocional, la despersonalización y el sentimiento de fracaso”, detalla a Perfil.com un especialista que prefiere mantener su identidad en reserva. Con respecto a la situación del jefe de Gabinete, advierte que habría que analizar por qué desapareció de la primera plana política. Si fue debido a un desgaste personal, podría enmarcarse dentro del cuadro del "quemado". Sin embargo, si esto fue por una orden de arriba, “ya sería una situación de violencia y acoso”.
Para Elsa Wolfberg, médica psiquiatra y psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), experta en el tema, el Burn out es una patología muy probable en la política. “Puede pasarle a los que están en permanente contacto con personas y cuyo eje de trabajo es administrar la cuota de poder que tienen en pos de las metas de su partido”, afirma y añade que “si además tiene presiones de arriba y críticas de abajo, la tensión es extraordinaria, afecta su rendimiento y produce consecuencias en sus vínculos laborales y familiares".
El “quemado” padece un estrés de tipo crónico, que se desarrolla tras varios años en una posición (por lo menos cinco; Fernández está en la jefatura de Gobierno desde 2003). Esto provoca irritabilidad, ansiedad, disconformidad, sensación de alarma e inquietud.
Wolfberg explica que “ el estrés conlleva irritabilidad, quita la capacidad de pensar con claridad y la capacidad cognitiva se va resintiendo” y puede “llevar a la depresión y falta de placer del disfrutar de las cosas, sin duda puede generar síndrome de Burn out”.
“Si no tiene herramientas para gestionar presiones, actividad corporal o medios familiares que lo contengan o actividades en paralelo que lo recompensan, no es inexorable que funda las bielas pero es probable que lo haga si es muy sostenido y pesado”, reflexiona la psiquiatra en torno a las situaciones como las que ha atravesado Alberto Fernández.
Aunque, como sostienen los especialistas, el jefe de Gabinete reúne varias características de quienes padecen el Burn out, otros especulan con el supuesto maquiavelismo de Alberto Fernández. Tal vez sea una excusa, arriesgan, para justificar su salida del Gobierno tras la pelea agropecuaria, lo que producirá no sólo una oxigenación en la gestión de Cristina, sino también en la salud personal del funcionario más expuesto.
(*) Redactor de Perfil.com