Los organismos de inteligencia uruguayos encendieron la alarma después de que la Justicia de ese país decidiera abrir una investigación que se sustentó en el último dictamen del fiscal del caso AMIA, Alberto Nisman, en el que se habla de una red de terrorismo iraní desplegada en Sudamérica. Los investigadores del vecino país constataron que hubo diplomáticos iraníes “con antecedentes” y que podrían estar vinculados con el atentado perpetrado el 18 de julio de 1994, que causó 85 muertes.
Fuentes de la fiscalía explicaron a PERFIL que Nisman pedirá la próxima semana que la Justicia del vecino país informe sobre el alcance de las investigaciones que están desarrollando.
En el dictamen de más de quinientas páginas, Nisman había apuntado que diferentes diplomáticos de Irán, que pasaron por puestos clave en la embajada de Uruguay, son miembros del servicio de inteligencia iraní. También detectó a otros que formaron parte del ataque a la embajada de Estados Unidos en Teherán entre 1979 y 1981.
Pero el documento, en el capítulo Uruguay, hace especial énfasis en una propiedad ubicada en Montevideo que entre 1988 y 2006 perteneció a Moshen Rabbani, un clérigo musulmán de fluidos contactos con los servicios secretos del régimen de los Ayatollah y ex consejero cultural de la Embajada de Irán en Argentina en los 90.
Después, el inmueble fue transferido a la embajada de Irán en Uruguay. Rabbani está acusado de ser el cerebro del ataque terrorista a la AMIA. Nisman intentó embargar esa propiedad, pero cuando quiso hacerlo ya estaba en manos de la diplomacia, y eso lo hacía un bien inembargable.
En Uruguay, la investigación fue abierta a pedido del fiscal Juan Gómez, quien se reunió con Nisman el pasado 16. Del encuentro también participó el jefe de Inteligencia policial de Uruguay, José Colman.
La sorpresa llegó el viernes, cuando el diario uruguayo El Observador precisó que habría “pruebas contundentes que demuestran” que el atentado a la AMIA fue planeado en una casa de la calle Rivera, en Montevideo, propiedad que “hoy pertenece a la Embajada de Irán” y que antes pertenecía a Rabbani.
Y añadió: “con el surgimiento de su nombre y las fechas en que estuvo en Uruguay, las autoridades lograron un dato que refuerza las sospechas argentinas sobre la participación de Rabbani”. Según la información recopilada por la Justicia uruguaya, se “demuestra” que el clérigo “entró al país de manera clandestina”.