Fue un momento incómodo hasta para los que lo vieron como espectadores. El vicepresidente Amado Boudou fue a saludar a los funcionarios del Gobierno nacional que lo acompañaron en el acto del Día de la Independencia, en Tucumán. Primero besó a la gobernadora Claudia Ledesma Abdala, sucesora en el cargo de su esposo, Gerardo Zamora. Luego encaró al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que lo abrazó.
Pero cuando llegó el turno de Florencio Randazzo, pasó un mal momento: el ministro del Interior Transporte no lo abrazó ni le extendió la mano. Ni siquiera sonrió. Se quedó inmovil. Hasta que el vicepresidente le dijo algo, el funcionario, que pareció no haberle oído, acercó su oreja, y Boudou terminó "robándole" un beso. Randazzo lo recibió visiblemente incómodo y el segundo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner continuó con sus saludos.
La frialdad de Randazzo expuso las internas de la Rosada frente a las complicaciones del vice en la Justicia. Además, es el único miembro del gabinete nacional que aún mantiene aspiraciones presidenciales para las internas del Frente Para la Victoria en 2015. Y el procesamiento de Boudou en la causa Ciccone perjudica a todo el oficialismo y lo aleja cada vez más de la ilusión de mantenerse en el poder.
El ministro se vio fastidiado también durante el discurso del vicepresidente, quien -en reemplazo de la primera mandataria, que padece faringolaringilitis- pronunció una encendida arenga en la que reivindicó a Juan Domingo Perón y al expresidente Néstor Kirchner.
Tampoco fue muy aplaudido por el resto de los funcionarios presentes: el jefe de Gabinete Jorge Capitanich y a los ministros del Justicia, Julio Alak; Ciencia y Tecnología, Lino Barañao; Salud, Juan Manzur; Industria, Débora Giorgi, Turismo, Enrique Meyer; Educación, Alberto Sileoni; de Agricultura, Carlos Casamiquela y de Seguridad, Cecilia Rodríguez.