El ex ministro Julio De Vido dejó este miércoles el penal de Marcos Paz para presentarse en indagatoria ante el juez Claudio Bonadio. Fue en el marco de la causa conocida como MOCAP, en la que se investiga si se pagaron sobreprecios en la compra de equipos tecnológicos para producir contenidos audiovisuales digitales. De Vido llegó a Comodoro PY pasadas las 11 de la mañana y fue trasladado al cuarto piso, donde está el despacho del magistrado. Allí se negó a declarar, previó a lo cual sus abogados habían presentado un escrito.
Antes, incluso habían pedido postergación de la indagatoria, porque los miércoles es jornada de audiencia en el juicio por Once, donde también está imputado el ex funcionario kirchnerista, y sus abogados debían estar presentes. “Pareciera que al Magistrado se le olvida el derecho de defensa en juicio que le asiste al Sr. De Vido”, señalaron.
Los abogados, Maximiliano Rusconi y Gabriel Palmeiro, cuestionaron también el hecho de que Bonadio no aceptó que De Vido respondiera por videoconferencia, al tiempo de que detallaron “la arbitrariedad y el nivel de persecución política que existe por intermedio del sistema de justicia”.
Luego hicieron referencia a que De Vido, está “encarcelado ilegítimamente sin condena” y que se negaría a declarar “hasta haber podido tomar cabal conocimiento de los extremos que se imputan y las pruebas en la causa”. Y se comprometieron a aportar con posterioridad todos los elementos que desvirtúen así, la insostenible denuncia realizada”.
Sobre la causa conocida como MOCAP, explicaron que “es la compra e instalación de equipos de última tecnología de “motion capture”, un sistema para producciones audiovisuales digitales a gran escala”. Aseguraron que el sistema “fue instalado en coordinación con la Universidad Nacional de San Martin en un gran esfuerzo del Estado Nacional en el marco del plan de desarrollo del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, la Televisión Digital, la producción nacional de cine, etc”.
Resaltaron que la idea era “dotar al circuito productivo argentino de cine de un espacio que permitiera no sólo formar alumnos en carreras técnicas audiovisuales – brindándoles la posibilidad de ubicarse laboralmente con empleos de calidad incluso a nivel mundial -, sino también atraer producciones tanto nacionales como internacionales para brindarles el capital técnico e intelectual en la materia”. Y agregaron que “el proyecto, en sí mismo, permitía, en el corto plazo, su auto-sustentabilidad, permitiendo la enseñanza a partir de la colaboración académica en producciones audiovisuales a pequeña, mediana y gran escala”.
Sostuvieron que el modelo era “usado en la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda” y ponía a la Argentina “en la pirámide de capacidades instaladas para este tipo de producciones”. Pero que “sin embargo, aun habiendo constatado las autoridades la funcionalidad de los equipos, su instalación y especificidad técnica, los mismos fueron desmantelados y enviados a un depósito en tecnópolis por la actual gestión, arriesgando capital técnico de altísimos valores, que es patrimonio de la sociedad argentina en su conjunto”.