POLITICA
cambio de estrategia en el oficialismo

Después del triunfo, el Gobierno dejó atrás las críticas y empezó a mirar las PASO con cariño

Antes de agosto, en la Casa Rosada aseguraban que las primarias eran un gasto innecesario. A partir de la victoria, empezaron a verlas como una herramienta interesante para dirimir las candidaturas en 2019.

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Festejo. El domingo a la noche, Macri y los principales dirigentes de Cambiemos subieron al escenario a celebrar el triunfo en Buenos Aires y otras 12 provincias. | Pablo Cuarterolo

Como los tres amigos italianos que odian el tema Despacito pero no pueden evitar bailar como poseídos cada vez que lo escuchan en la radio del auto. Así están hoy en el Gobierno con el hit de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Pese a que se cansaron de criticarlas porque no definían nada y sólo representaban un gasto innecesario de unos 2.800 millones de pesos, ahora (pasito a pasito) empezaron a enamorarse de ellas. A la luz de los resultados del domingo, parecen haber descubierto una herramienta fascinante que contribuyó en la victoria y, calculan, podría ser clave para ordenar las candidaturas oficialistas de cara a 2019.

Lo cierto es que en la Casa Rosada se dejaron de escuchar los cuestionamientos a las PASO y que en el Ministerio del Interior ahora creen que serán un sistema muy útil para que los actuales aliados de Cambiemos –y otros que puedan sumarse– elijan a sus candidatos en todo el país para las próximas elecciones.

Las PASO, que antes no gustaban nada, empezaron a gustar”, le dijo esta semana a PERFIL una fuente cercana al ministro Rogelio Frigerio.

En el Gobierno están convencidos de que las primarias de agosto fueron decisivas para el triunfo del último domingo. Por un lado, sirvieron para instalar lo que este diario bautizó “efecto euforia” (a partir de una mejoría en la imagen presidencial y de un incipiente repunte de algunos indicadores económicos) y para corregir la estrategia y revertir el resultado en cinco provincias (Buenos Aires, Santa Fe, Salta, Chaco y La Rioja). Claro que también les permitió a dos gobernadores peronistas, Carlos Verna y Alberto Rodríguez Saá, dar vuelta los números en La Pampa y San Luis. Pero el balance que hacen en la Casa Rosada es, con razón, sumamente positivo.

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Por eso, en medio de los festejos por el triunfo, en el Gobierno ya empezaron a mirar las PASO con otros ojos. Imaginan que en algunas provincias podrían servir para satisfacer las demandas de los socios radicales y en otras, incluso, para habilitar la competencia de gobernadores que hoy están afuera del espacio.

Por poner sólo un ejemplo: cerca de Frigerio no descartan que un gobernador como Omar Gutiérrez (del Movimiento Popular Neuquino, alguna vez denostado por el propio Mauricio Macri) pueda ir colgado de la boleta de Cambiemos en 2019.

Si bien todavía falta una eternidad, el cronograma electoral en las provincias ya está bajo análisis del gobierno nacional. En el Ministerio del Interior imaginan que muchos gobernadores peronistas buscarán despegar los comicios en sus territorios de la elección presidencial para evitar ser arrastrados por la ola amarilla que, en la foto de hoy, luce amenazante.

Con el anzuelo de una reforma política más amplia, y en medio de todas las discusiones por el reparto de fondos con las provincias, desde la Casa Rosada se buscará ponerle un límite a esa dispersión que favorecería a los gobernadores opositores y perjudicaría a los candidatos de Cambiemos.

De eso podrían empezar a hablar con los gobernadores en la reunión prevista, en principio, para el jueves 9 de noviembre. No está previsto, en cambio, que el tema aparezca en el discurso que hará Macri el lunes en el CCK. Así y todo, y pese a lo que se pensaba hace unos meses, las PASO parecen estar más vivas que nunca.