POLITICA
Revuelta en la carcel de devoto

El empresario millonario que encabezó el motín

Gastón Russo está preso desde 2018 por lavado y narcotráfico. Junto a otros reclusos, reclama la salida de mayores de 60 y rever transitorias y preventivas. “Ojalá no corra sangre y se solucione todo en la mesa de diálogo”, dice.

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Cambio. “Somos 14 personas en un lugar de 15 metros por 5”, denuncia Russo, quien viajó por el mundo y tenía un Lamborghini. | cedoc

Atajó en Vélez, se casó con una empresaria mexicana millonaria en Estados Unidos, viajó por todo el mundo y hasta se dio el lujo de manejar un Lamborghini Murciélago. Pero nada de eso figura en su ficha criminal del Complejo Penitenciario de Villa Devoto. Gastón Russo (47) es un poderoso empresario que está detenido desde junio de 2018 y uno de los presos que el viernes pasado encabezó el violento motín.

“Salimos a luchar para que nos escuchen, porque si no, nadie lo hace”, explica en una entrevista con PERFIL sobre la revuelta que protagonizó junto a sus compañeros de encierro. Russo está procesado por los delitos de “lavado de dinero, narcotráfico y asociación ilícita”, pero él jura que se trata de una “causa armada” y plagada de “pruebas falsas”.

Russo no es un preso común, aunque la crisis que desató el coronavirus lo llevó a tomar una decisión que nunca hubiese imaginado. “Mirá a lo que tuve que llegar: ponerme en igualdad de condiciones con todos los presos y salir a luchar para que nos escuchen”, confiesa. El empresario se encuentra detenido en el piso 2 de la cárcel de Devoto. Es el representante del módulo 6 en la mesa de diálogo que armaron después del motín con el objetivo de atender los reclamos de la población carcelaria, que van desde excarcelaciones para los internos que están en el grupo de riesgo hasta mejores condiciones de alojamiento e higiene.

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“Fue una reacción en cadena”, dice sobre el inicio de la revuelta. “Rompí las puertas. Agarré una de las camas y le empecé a dar hasta que las rompí. Después empezaron todos los demás”, recuerda. Russo cuenta que lo que pasó el viernes fue un efecto dominó. “Primero explotó el módulo 1; de ahí pasó al 2 y al 3, y así hasta llegar al de los primarios, donde estamos nosotros, que son todas condenas cortas. No estamos purgando penas de diez o treinta años, entonces no podés dejar a tus compañeros. Tenés que subirte a ese bondi, porque si no, después quedas mal visto”, afirma.

Reclamos. Sobre los reclamos explica que exigen que “liberen urgente a los mayores de 60 años y segundo a los que están enfermos en la lista de riesgo que emitió la OMS”. “De esos hay muchísimos en Devoto. Después está el tema de las transitorias, porque hicieron todo al revés: a la gente que estaba saliendo con transitorias no la dejaron en su casa, la trajeron de vuelta a la cárcel”.

“También –agrega– pedimos condicionales y asistidas para los que están cerca de salir y pueden obtener la domiciliaria. Y las preventivas, en las que entraría yo, que llevo dos años detenido. La ley dice que en ese plazo te tienen que dar una morigeración pero la realidad es totalmente distinta. Te ponen que es inadmisible. Estamos planteando flexibilizar las preventivas. Acá hay gente con cuatro años de preventiva”.

En su charla con Perfil, Russo reconoce que llegaron a una situación límite y que el motín era la única manera que tenían de visibilizar la grave situación en que se encontraban, ante el riesgo inminente de un contagio masivo. “Hicimos muchas cosas antes: hubo habeas corpus y batucadas pacíficas pero la realidad es que nadie te escucha, nadie te presta atención si no llegás a este extremo en el que corre riesgo tu vida. La única manera de que la televisión te dé bola es salir al techo”, grafica.

“Lo bueno es que no hubo muertes, pero acá nunca sabés. Sabés cómo empieza un motín pero no cómo termina. Ahora, después de la revuelta, en el Servicio hay miedo y es lógico. Yo veo como un estado de anarquía. Las celadurías no están con los celadores. El otro día prendieron fuego un colchón y nadie intervino”, dice. Sobre su rol, entiende que “no hubo un líder”. “Esto no lo decide uno solo. Todo se decide entre todos. Nos juntamos y lo hablamos. Somos diez personas que opinamos y damos nuestros puntos de vista, y decidimos si hacemos una batucada pacífica o vamos con un habeas corpus general. Una vez sacamos mil y pico”, señala.

Condiciones. Russo remarca las pésimas condiciones en que se encuentran: “Somos catorce personas en un lugar de quince metros por cinco, donde también están el baño y la cocina. Estamos a cincuenta centímetros el uno del otro. El que está al lado me está respirando en la cara. Y te dicen ‘cuidate del virus’. Eso es una mentira. El ministro de Salud nos dijo ‘cuídense, usen barbijo, no tomen mate’, pero lo tengo a Tubito, mi compañero, que me respira al lado. Es una mentira, en estas condiciones no te podés cuidar”.

El lunes les entregaron barbijos. “Nos dieron uno que como mucho dura 12 horas. Esto es un desastre. Ojalá que no corra sangre y se solucione todo en la mesa de diálogo”, revela.

Pasado. Russo hizo una fortuna con la compra y venta de dólares y autos de alta gama. ¿Por qué está preso? “Me acusan de vender dólares falsos y droga, pero en la causa no hay pruebas de drogas ni de dólares falsos. Yo construí en Norteamérica, compraba y vendía dólares de verdad y hacía una diferencia importante, pero no lo blanqueé, esa es la verdad, pero si leés mi causa te das cuenta de que está armado o malinterpretado”, se defiende.