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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 739: Milei acelera contra el Congreso

El Presidente amenaza con vetar el Presupuesto 2026 y prorrogar el actual, como hizo en los dos últimos años. De ese modo, podría avanzar con su “motosierra” sin necesidad de acuerdos legislativos y otorgar exenciones impositivas a los sectores que considere por vías más directas.

Cámara de Diputados de la Nación
Cámara de Diputados de la Nación | Diputados

El Gobierno recibió un duro golpe tras querer incluir el artículo 75 en el Presupuesto 2026, que derogaba las leyes de Financiamiento Universitario y Emergencia en Discapacidad, y perder la votación. Según dejó trascender la administración libertaria, Javier Milei dijo que “así el presupuesto no servía” y que incluso podría vetarlo.

La maniobra, a cargo del presidente de Diputados, Martín Menem, consistió en incluir este artículo dentro del Capítulo XI del Presupuesto, en el que, entre otras cosas, se le asignaba la coparticipación adeudada a la Ciudad de Buenos Aires, gobernada hace años por el PRO, aliado fundamental de los libertarios. Lo que Menem buscaba era, a través de este y otros ardides, que los amarillos y otros aliados tuvieran que votar contra las universidades y la discapacidad para preservar los fondos para su distrito, a pesar de que anteriormente habían respaldado estas leyes. El resultado fue que se votó en contra de todo el capítulo.

Tras la derrota, el Gobierno siguió haciendo enojar a sus aliados. Acordó con el kirchnerismo, por fuera del temario, el reparto de cargos de la Auditoría General de la Nación, cargo que el PRO pretendía para sí, y Cristian Ritondo, uno de los que más insistió en aliarse con La Libertad Avanza en las últimas elecciones, se distanció de los libertarios y anticipó que iba a judicializar esta parte de la sesión por considerarla ilegal. Como explicaron él y otros diputados, no se pueden tratar en sesiones extraordinarias temas que no estaban en el temario.

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Como un efecto dominó, esto provocó un desastre en el Senado. La oposición dialoguista se presentó ante la flamante jefa de la bancada libertaria, Patricia Bullrich, y le dijo que, por lo sucedido en Diputados, no acompañaría el proyecto de Reforma Laboral y que, si era votado la semana próxima, no tenía los votos necesarios. Bullrich pateó la decisión para febrero para tener tiempo de recomponer el vínculo con sus aliados.

Una vez más, Milei se quiere llevar puesto al Congreso y amenaza con vetar el presupuesto y simplemente prorrogar el mismo presupuesto, como hizo los dos últimos años. De esta manera, podría avanzar con su motosierra sin consultarle a nadie y hacer las exenciones impositivas a los sectores que él considere por medios más directos. Sin embargo, hay quienes sostienen que esto es imposible para un Gobierno que depende tanto del crédito externo.

Nueva lección para Milei: no es fácil construir una hegemonía en la Argentina

Para recibir un préstamo se solicita cierto nivel de estabilidad institucional. Esto es algo esperable, partiendo de que, en un país con alternancia democrática como el nuestro, la devolución de dinero de un préstamo puede atravesar varios gobiernos. Si no hay estabilidad institucional y solo el gobierno de turno se compromete con un préstamo, el resto puede desconocerlo, planteando que nunca estuvo de acuerdo en tomarlo.

¿Creerá Milei que por su relación con Donald Trump a él no le aplican estas exigencias? Bueno, según dejó trascender Scott Bessent desde el Tesoro norteamericano, no hay más desembolsos de salvataje para Argentina. Sin embargo, Milei puede creer que hace dos años no tiene presupuesto y que ya recibió un nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otro del propio Bessent y puede seguir de la misma forma.

Esto de retirar una ley propia por no tolerar los cambios que la oposición dialoguista quiere hacerle ya sucedió en una ocasión: en la primera Ley Bases, llamada Ley Ómnibus, en febrero de 2024. Tanto en aquella oportunidad como en esta, el argumento del Gobierno para tirar la ley a la basura porque con los cambios de la oposición “ya no sirve” se centra en el costo fiscal que representan las concesiones que la oposición pide para determinado artículo.

En el caso de Discapacidad y Universidades, el costo fiscal de ambas leyes es del 0,75% del PBI. Para tener un punto de cálculo, las exenciones impositivas y en cargas patronales a grandes y medianas empresas que presupone la Reforma Laboral tienen un costo del 0,8% del PBI. Es decir, que el Gobierno no siempre está a favor del equilibrio fiscal. Obviamente, es un tema ideológico y no de déficit fiscal: el Presidente cree que con una reducción del costo laboral se generará más empleo y toma ese 0,8 como una inversión, mientras que, cuando se trata de la educación pública o sectores vulnerables como pueden ser los discapacitados y sus familiares, es un gasto.

Probablemente, la razón de este particular encono que Milei tiene contra estas leyes tenga más de político que de económico. Leyes que son impulsadas por la oposición con amplio respaldo en materia de movilización popular y que presentan una forma de concebir el Estado dentro de la doctrina de la justicia social. Probablemente Milei tema que, si cede frente a la presión de la calle y la opinión pública, luego otros colectivos agredidos por la motosierra también quieran mejorar su situación y movilicen para que los incluya en sus gastos. De esta manera, Milei, si deja pasar estos proyectos, estaría mostrándose como débil o perdiendo su condición de implacable.

Si esto efectivamente es así y Milei acelera contra el Congreso, los diputados de la oposición tendrán una situación de difícil solución. Si continúan defendiendo a las universidades y la discapacidad, Milei puede dejar a todos sin presupuesto y avanzar con el ajuste sobre todos los demás sin discutirlo con nadie y vengarse en materia de coparticipación de las provincias. Esto haría que los gobernadores vuelvan a pasar a la oposición más dura, por así decirlo, y Milei volvería a la carga con sus decretos y vetos, partiendo de que ahora tiene el tercio necesario para blindarlos.

Para esto tiene que estar convencido de que tendrá asistencia de EE. UU. de cualquier manera. Esto haría que cada votación que afecte a colectivos vulnerables genere movilizaciones y haya un caos permanente, en el que también saldrían perjudicados los gobernadores que están al frente de sus provincias y los intendentes en sus municipios. Si ceden a Milei, pierden su perfil político y dejan de representar a quienes están a favor de las universidades y la discapacidad, la mayoría de la sociedad. Luego, solo representarán a la base libertaria que, por ahora, tiene un solo dueño: el propio Presidente. Es decir, ceder es convertirse en un empleado político sin decisión de Milei.

Senado
Luego de recibir media sanción en Diputados, el Senado debate este viernes en comisión el Presupuesto 2026.

Milei parece estar jugando al juego de la gallina. El juego es uno de los modelos más fascinantes y peligrosos de la teoría de juegos, ya que ilustra situaciones donde el conflicto extremo puede llevar a la destrucción mutua si ninguna de las partes decide ceder. La premisa clásica presenta a dos conductores que dirigen sus vehículos el uno contra el otro a gran velocidad en una carretera estrecha. El primero que desvía su camino para evitar la colisión es tildado de “gallina”, perdiendo prestigio social, mientras que el que se mantiene firme gana la gloria de la valentía.

Sin embargo, si ambos deciden ser valientes y ninguno se desvía, el resultado es un choque frontal catastrófico donde ambos pierden la vida o sufren daños irreparables. Este juego es una representación perfecta de las estrategias de confrontación, también conocidas como política al borde del abismo, donde el éxito depende de convencer al oponente de que uno es lo suficientemente irracional como para no retroceder jamás.

En resumen, el juego de la gallina nos enseña que la racionalidad puede ser una debilidad en contextos de confrontación extrema. Si tu oponente sabe que eres una persona razonable que siempre evitará el peor resultado (el choque), él puede explotar esa sensatez manteniéndose firme para forzarte a ser el “gallina”.

Si esto efectivamente es así, ¿es sensato ser sensato? Mejor dicho, si Milei especula con la racionalidad de sus oponentes para salirse con la suya, ¿es racional dejar que lo haga? Si esto fuese así siempre, siempre haría lo que quiere. Por otro lado, hace dos años que no tenemos presupuesto y, gracias a esto, Milei pudo avanzar con lo que él mismo llama “el ajuste fiscal más grande de la historia”.

La fábula del escorpión y la rana es una de las narraciones más potentes sobre la fatalidad del carácter y la imposibilidad de escapar a la propia esencia, incluso cuando la razón dicta lo contrario. La historia comienza a la orilla de un río caudaloso, donde un escorpión, incapaz de nadar, le pide a una rana que lo cargue sobre su espalda para cruzar al otro lado. La rana, consciente del peligro mortal que representa el arácnido, se niega inicialmente, argumentando que, si lo deja subir, el escorpión la picará y ella morirá. Ante esto, el escorpión despliega un argumento aparentemente lógico y racional: le explica que no tendría sentido matarla, ya que, si ella muere, él también se hundiría y moriría ahogado. Convencida por esta lógica de supervivencia mutua, que parece un equilibrio de fuerzas perfecto, la rana accede y comienza la travesía.

Sin embargo, en medio del río, cuando la corriente es más fuerte, la rana siente de repente el aguijonazo letal en su espalda. Mientras el veneno comienza a paralizarla y ambos empiezan a sumergirse en las aguas, la rana alcanza a preguntar, con desesperación y asombro, por qué lo hizo, si ahora ambos van a morir.

El escorpión, con una frialdad trágica, simplemente responde que no pudo evitarlo, que es su naturaleza. Esta respuesta anula cualquier análisis basado puramente en el interés propio o en la teoría de los juegos que asume actores racionales. Mientras que en modelos como el dilema del prisionero los jugadores buscan maximizar su beneficio o evitar el desastre, el escorpión actúa impulsado por un instinto que ignora incluso su propia autopreservación.

La moraleja de esta historia resuena profundamente en la política y la psicología, sugiriendo que existen comportamientos y estructuras que no pueden ser modificados por la negociación o la lógica externa. En un mundo que busca explicar todo a través de incentivos, la fábula nos recuerda la existencia de la pulsión destructiva y la fijeza del carácter. Nos advierte que confiar en la lógica de un actor cuya naturaleza es intrínsecamente agresiva es un error de cálculo mortal. Al final, la rana muere no por falta de inteligencia, sino por creer que la razón del otro sería suficiente para contener su identidad básica. La historia subraya que, a veces, el sistema o el individuo están programados para una función específica y que esperar un comportamiento distinto es ignorar la realidad fundamental de quien se tiene enfrente.

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Volviendo a Milei, como verán, estos juegos al fleje de la democracia van debilitando las instituciones. Si el Congreso no puede legislar correctamente porque el Gobierno amenaza con dejar a todo el país sin presupuesto y, cuando vota leyes que cree necesarias, no las cumple, como pasó justamente con Discapacidad y Universidades. Esta polarización impulsada por el Gobierno tal vez termine logrando que la oposición empiece a unificarse, algo que logró solo en algunos momentos de unidad táctica durante este año en el Congreso.

Durante gran parte de las leyes aprobadas por la oposición, probablemente lo que motivó la falta de construcción de una alternativa política es que Cristina Kirchner tenía la tesis del yogur vencido; no sé si la recuerdan. Según la presidenta del PJ, la falta de solidez del plan económico del Gobierno generaría una pérdida de imagen positiva y la sociedad se volcaría al peronismo.

“Este plan tiene vencimiento como el yogur”, dijo la expresidenta. Si esto era así, ¿qué sentido tenía hacer esfuerzos en cambiar, hacer autocríticas y mejorar para hacer alianzas con otros sectores de la oposición con los que hay diferencias y peleas que llevan años? Simplemente bastaba con ser un yogur que, por más feo que le haya resultado a la sociedad, no esté vencido y listo: sería elegido ante la descomposición de su rival. La historia es conocida: esto no sucedió así. Hubo desastre económico, hubo caída de popularidad de Milei, pero lo que falló justamente fue que se eligiera al yogur peronista. La sociedad prefirió darle una nueva oportunidad al yogur vencido.

Volviendo al presente, cada vez que Milei sufrió una derrota en el Congreso, habló de principio de revelación. El principio de revelación establece que cualquier resultado alcanzable en un sistema donde los participantes ocultan información o actúan con astucia puede ser replicado por un mecanismo donde decir la verdad sea la estrategia más inteligente. En términos sencillos, propone que no es necesario diseñar reglas complicadas para adivinar lo que otros piensan, sino crear incentivos tales que a cada persona le convenga ser totalmente honesta.

Si el sistema está bien diseñado, la verdad deja de ser un riesgo y se convierte en la herramienta más eficiente para que el individuo maximice su propio beneficio. Esto simplifica enormemente la economía y la toma de decisiones, ya que permite transformar juegos de engaños en procesos transparentes donde los intereses privados se alinean con el objetivo general, asegurando que nadie tenga nada que ganar mintiendo.

Es decir, que para Milei la misma votación fue una buena herramienta para dejar expuestos a los diputados que en realidad están en contra de su Gobierno. Partiendo de que la mayoría de la sociedad está con Milei, esto haría que la oposición llamada “dialoguista” pierda los votantes que comparte con los libertarios.

Tal vez, si Milei se niega a discutir el Presupuesto y lo retira, termine funcionando como principio de revelación, pero en su contra: un Gobierno al que solo le importa que las decisiones se tomen a su manera, sin reparar en el debate democrático o los reparos con los colectivos vulnerables, como pueden ser los discapacitados.

Si el Gobierno va a volver al redil de los vetos y DNUs dejando al Congreso de lado o tratará de ejercer una gobernanza más institucional y de consensos es vital para el futuro. Milei no tiene mayorías en ninguna de las dos cámaras y esto definirá, en el fondo, si va a continuar dando pasos en contra del sistema democrático o girará a favor de este. Realmente esperamos que tome la decisión correcta y esperamos que la oposición pueda lidiar de la mejor manera con esta encerrona que le plantea Milei.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi

TV/ff