La séptima audiencia del juicio oral por la causa de los Cuadernos de las Coimas dejó una imagen tan insólita como polémica, protagonizada por uno de los ex funcionarios: Juan Manuel Abal Medina, ex jefe de Gabinete durante la gestión kirchnerista, apareció en la transmisión oficial con el torso desnudo, rompiendo el “decoro” de la sala virtual en momentos en que se leían graves cargos. El descuido quedó registrado en las pantallas del tribunal, exponiendo al dirigente en una situación de intimidad doméstica en pleno proceso judicial.
En la secuencia, que rápidamente trascendió el ámbito judicial, se observa a Abal Medina de pie y desplazándose por su oficina, con una biblioteca de fondo, pero sin camisa. Aunque en el fragmento visualizado no se distingue su rostro con claridad, el cuadro corresponde a su conexión oficial en la audiencia remota. Este "blooper" ocurrió mientras se desarrollaba una jornada clave, centrada en la lectura de las acusaciones formales por el presunto sistema de recaudación ilegal de sobornos provenientes de la obra pública.
El contraste entre la imagen del ex funcionario semidesnudo y el contenido de la audiencia fue total. Mientras Abal Medina paseaba por su domicilio, la Unidad de Información Financiera (UIF) y la fiscalía exponían los argumentos que señalan la existencia de un mecanismo de corrupción sistémica. El secretario del Tribunal Oral Federal N°7, Ernesto Javier Ruiz, leía en ese instante que la organización criminal funcionó entre 2003 y 2015, describiéndola como una estructura "formulada, esquematizada y liderada por quienes ejercieron como máximos referentes del Poder Ejecutivo".
La situación procesal de Abal Medina en este expediente es delicada y se remonta al hallazgo de pruebas digitales comprometedoras. El ex funcionario quedó involucrado en la investigación luego de que la Justicia secuestrara dos pendrives pertenecientes a su secretario privado. En esos dispositivos se encontró información detallada y sistematizada sobre el financiamiento irregular de la campaña electoral de 2013, lo que motivó su inclusión en la lista de procesados junto a empresarios y otros miembros del gabinete.

Más allá del incidente visual, el eje de la jornada fue la contundencia de la acusación. La UIF fue precisa al afirmar que la asociación ilícita "fue comandada por Néstor Kirchner y Cristina Kirchner". Según la querella, el objetivo central de esta banda era montar un aparato de recaudación de fondos ilegales para el enriquecimiento personal de sus líderes y para financiar la comisión de otros delitos, abusando de la posición de poder que ostentaban en la Casa Rosada.
Claves para entender qué es la causa "Cuadernos de la Corrupción"
Un sistema de "favores" y jerarquías
Para los fiscales, no hubo hechos aislados, sino una verdadera maquinaria de corrupción que funcionó durante años con roles muy claros. En el banco de los acusados escuchaban atentamente la ex presidenta Cristina Kirchner, el ex ministro Julio De Vido, su mano derecha Roberto Baratta y el chofer Oscar Centeno, el hombre que destapó todo con sus anotaciones.
El sistema era un "toma y daca": los empresarios de la construcción entregaban los bolsos con dinero a los funcionarios y, a cambio, el Gobierno les aseguraba contratos y favores. Según la acusación, esta montaña de plata negra no solo servía para enriquecer a los recaudadores, sino que funcionaba como el combustible indispensable para que la maniobra se mantuviera viva en el tiempo.
La fiscalía insistió en que todo estaba fríamente calculado: no era casualidad, sino un sistema "organizado y jerárquico". La tesis es que la orden venía de lo más alto del Poder Ejecutivo, aprovechando el peso del Estado para presionar a los privados y asegurar que el dinero fluyera sin problemas desde abajo hacia arriba en la cadena de mando.
TC/DCQ