Ministros que prácticamente no dialogan. Funcionarios que apenas se conocen. Cruces secretos y reclamos. Ninguneos. El gabinete de Mauricio Macri pasa por un momento de transición en el cual se combinan celos, falta de articulación y un relato enhebrado, y las internas propias de un espacio político en el poder.
En el centro de la escena, tras la resolución de los holdouts, amanece Alfonso Prat-Gay (Hacienda), quien sumó puntos en el interior del gabinete mientras no cesa su distancia con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y sumó otro enemigo interno: el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.
Las discusiones son distintas: a Peña no le gusta nada que Prat-Gay maneje su propia impronta en temas de comunicación y que, en algunas ocasiones, intente vincularse de manera directa con el Presidente. Por su lado, Frigerio, entre sus íntimos, está cansado de pedirle al vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui, que haga mover los fondos que atesora el secretario de Hacienda, Gustavo Marconato, para sostener el buen vínculo con los gobernadores.
A todo esto, se tornó inexistente el board económico, las reuniones de todos los actores vinculados a la economía. Juan José Aranguren (Energía) o Federico Sturzenegger (Banco Central) actúan bajo sus propios parámetros.
Por su lado, Macri ordenó que avance el “gabinete social”. Los lunes comenzaron a almorzar a expensas de Mario Quintana, el coordinador de Jefatura de Gabinete, quien intenta que Jorge Triaca (Trabajo), Carolina Stanley (Desarrollo Social) y Esteban Bullrich (Educación), entre otros, trabajen en sintonía. Por lo pronto, avanzaron con el programa “El Estado en tu barrio”, por el cual disponen en la calle trailers que brindan servicios como la aplicación de la vacuna antigripal y la gestión del DNI o las tarifas sociales.
Sin embargo, el poco conocimiento personal entre ellos, sumado a la falta de un relato enhebrado, no logran aún un trabajo fluido.
Por su parte, los ministros radicales están virtualmente aislados: la lógica PRO de funcionamiento (informes de gestión periódicos, powerpoints) no los hace sentir cómodos. Por ello, algunos de ellos, como Ricardo Buryaile (Agroindustria), prefieren interactuar con Frigerio antes que con alguno de los “coordinadores”.
Patricia Bullrich (Seguridad) sufre los embates internos por el malogrado protocolo antipiquetes y por su pelea con Horacio Rodríguez Larreta, a quien le enviará unos dos mil efectivos menos de la Policía Federal de los que esperaba.