Los vecinos de Vicente López están sorprendidos por los llamativos huevos gigantes que se encuentran repartidos en los espacios verdes del municipio. En la obra de arte, que está compuesta por 30 piezas de 3,3 toneladas cada una, el intendente Jorge Macri -primo del Presidente de la Nación- gastó casi 2 millones de pesos.
El 22 de diciembre de 2017 se instalaron los primeros 19 ovoides de hormigón, que no se mueven ni se balancean, en distintos espacios públicos del municipio. Las piezas creadas por el artista Juan Blas Doberti tienen escala humana con dimensiones de 1,71 por 1,28 metros, y además pesan 3,3 toneladas cada una.
Mientras Mauricio Macri anunció hace pocos días una reducción de la planta política buscando un achicamiento del Estado, desde la caja del municipio de Vicente López salió $1.980.014 para la realización de la escultura, según consta en el decreto 1946 firmado el 15 de mayo de 2017. El dato fue confirmado a PERFIL por la municipalidad y el propio artista que llevó a cabo la realización de las piezas.
Desde el municipio destacaron el trabajo del artista local que acercó el proyecto a la Secretaría de Cultura y a la Subsecretaría de Planeamiento Urbano y aseguraron que lo gastado fue a un “muy buen precio”. “El valor daba razón de 70 mil pesos por huevo. Es un muy buen precio, ya que generar una plaza artística con juegos y bancos de cemento, por ejemplo, es mucho más caro”, sostuvieron.
“Se han hecho estudios en donde este tipo de intervención artística va generando espacios de encuentro al estilo plaza para que la gente se reúna. Cuando las personas se enteran, se lleva la gaseosa o el mate y se sacan fotos. Se está usando mucho en todo el mundo”, informaron a este medio desde el municipio.
El inventor de la obra de arte denominada “VIDA: conciencia planetaria” explicó el sentido de su peculiar trabajo: “Es una estructura representativa del paradigma de nuestro siglo. Es el emblema de nuestros tiempos. Como la Torre Eiffel representó la Revolución Industrial, el gran desafío de la humanidad es la preservación de la vida. La humanidad tiene como nunca la capacidad de autoextingirse”.
Doberti aclaró que la pieza no está fijada, si no que está “apoyada de manera natural” al suelo, pero que por su gran peso “son inamovibles por la fuerza de una persona”.
“Se incorporan a la vida cotidiana lo más amablemente posible. La gente los puede habitar de la manera que se les ocurra. La idea es incorporar un registro de conciencia planetaria a nuestro entorno”, comentó el artista a PERFIL.
En esa línea, Doberti destacó la “seducción” de la obra con los niños: “No tiene un uso específico. Podría ser un punto de encuentro o de referencia. Incluso subirse encima a relajarse o jugar. Tiene una seducción con los niños que tiendan a jugar con la pieza”.
El creador de los huevos gigantes se mostró optimista con la perdurabilidad de su creación y con llevarla a otros países: “Tiene una expectativa de durabilidad extrema. Veo el ciclo de vida de la pieza como ilimitado, eso me motivó para dejar ese registro. La propuesta es que siga creciendo en tamaño y relevancia. El próximo paso es llevarlo a otras fronteras”.