Antes de que renunciara Martín Guzmán, los analistas financieros aumentaron su estimación de la inflación al 73% y bajaron la del PBI a 3,2%. Pero eso era solo el comienzo.
Desde la agroindustria hasta empresas automotrices comenzaron a advertir por la falta de dólares para seguir trabajando, y que de esta manera la parálisis se extendería a todos los ámbitos de la cadena.
Más allá de las flexibilizaciones a las importaciones de insumos que dispuso el jueves el Banco Central, y que se espera que no sean las últimas, “no alcanzan para sostener una economía que necesita comprar bienes intermedios para poder seguir operando”, destacó el economista Alberto Cuenca, de la consultora Economía y Sociedad.
Un crecimiento del 3,2% para todo el año “es solo el arrastre estadístico que dejó 2020”, cuando la economía creció 10,3%, dijo Cuenca a PERFIL.
Solo en la última semana se conocieron los pronunciamientos de compañías como Agrale, productora de camiones y chasis para colectivos, que por carta avisó a sus proveedores que frenaran las entregas.
En la misiva, la empresa subsidiaria de Agrale Brasil hizo referencia a la Comunicación 7532 del Banco Central, oficializada el 27 de junio, y afirma que por esa normativa la posibilidad de realizar pagos al exterior “se ha visto fuertemente impactada, incluso para realizar pagos correspondientes a importaciones que ya han sido recibidas en la planta productiva, y con fecha de pago vencida”.
Crecer al 3,2% para todo el año sería un arrastre estadístico de lo que dejó 2020
En el mismo sentido se pronunció la autopartista japonesa Yazaki Argentina SRL. Explicó que, “como resultado de las restricciones, está parcialmente impedida de llevar a cabo el pago a sus proveedores en los plazos contractualmente establecidos y podrá incurrir en retrasos”.
La semana pasada, la Cámara de Equipamiento Hospitalario de Fabricación Argentina aseguró que “las limitaciones impuestas por el Gobierno” podrían llevar a un desabastecimiento del sistema de salud nacional y advirtió sobre posibles faltas de productos médicos descartables e insumos”.
El ex ministro de Economía Hernán Lacunza advirtió luego del mayor cierre de importaciones impuesto por su sucesor, Martín Guzmán, que “la secuencia será: primero la suba del precio del dólar, luego la escasez de insumo, y con la falta de productos, la suba de precios”.
La inflación de junio dio 5,3%, quebró la marcha descendente que venía teniendo desde marzo, cuando tocó un “pico” de 6,7%, y las primeras estimaciones hablan de entre un 7% y un 8% para julio.
Desde Ecolatina proyectaron que “a este ritmo, la inflación puede llegar a estar muy cerca del 80%” para fin de año, mientras que desde FIEL, el economista Daniel Artana apuntó que “sería un milagro” si se llega a un crecimiento del 3,4% del PBI este año.
Con una inflación del 6% en el segundo semestre, el año rozaría el 101%
El 36,2% del primer semestre deja una inflación anualizada del 85,5%, suficiente para ser la marca más alta de los últimos 32 años. Hay que remontarse a la hiperinflación de 1989 y 1990 para encontrar porcentajes superiores.
Las proyecciones de un 7% de inflación que algunos manejan para julio (debe aclararse que esos pronósticos son de días en los que el dólar blue oscilaba los $ 275) agregan la preocupación de un índice que a fin de año puede llegar a los tres dígitos, una posibilidad que cada vez es menos remota.
Para comprobar lo cerca que se está de esa triste meta, baste saber que, con un promedio mensual en el segundo semestre del 6,7% (igual a la inflación de marzo), la inflación de 2022 llegaría al 101% y que con una décima menos se ubicaría en el 99,8%.
El temor a un default. La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) presentó un panorama desalentador en materia financiera y fiscal para lo que resta del año, no por el perfil de la ministra Silvina Batakis y sus colaboradores, sino por el estado de situación heredado
“A pocos días de la renuncia del (ex) ministro Guzmán, ya se lo empieza a extrañar”, acotó Juan Luis Bour, por entender que su dimisión y los hechos posteriores dejaron en evidencia que “no solo se carece de un programa que enfrente el desorden (algo que todos ya intuían) sino que tampoco hay equipo en el Ejecutivo y en buena parte del Congreso que pueda siquiera armar un programa consistente que nos aleje del precipicio”.
Al respecto, señaló que “se puede dar el caso –notable, por cierto– de que la Argentina enfrente un colapso que empieza por la economía y puede avanzar a otros ámbitos de la sociedad, con el Fondo Monetario observando plácidamente el desenlace desde adentro”.
“Más allá de las interpretaciones futbolísticas, irse ahora a la D implicaría ingresar en un nuevo escenario de default, como está implícito en el precio de la deuda argentina en dólares y en pesos”, planteó.