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¿La aparente calma que antecede al ciclón?

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Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa. | afp

Hasta Sergio Massa se cosió los labios. En lo más alto de su estructura, el oficialismo ha decidido darse un respiro. A centímetros del abismo, es cierto, pero más vale tarde que nunca.

Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner vienen hablando cara a cara como nunca antes desde que el FdT asumió la gestión hace más de treinta meses. Tras un reencuentro telefónico y tres horas de cena en Olivos, sumaron a Massa a la multiplicación de cónclaves.

La excusa inicial fue el portazo de Martín Guzmán al Ministerio de Economía y la designación oscilante de Silvina Batakis como sucesora. Como suele suceder, Guzmán los unió discursivamente a los tres para demonizarlo. No les costó nada al kirchnerismo ni al massismo ese ejercicio, que ya venían haciendo desde hacía tiempo.

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Empoderada más por los errores ajenos que por los aciertos propios, Cristina impuso las condiciones para las cumbres que alumbraron esta tensa calma.

La primera y principal fue que no debía trascender lo que allí se habla. La consigna no es caprichosa: la vicepresidenta acumula en su memoria –en letras de molde, como gusta decir– cantidad y calidad de filtraciones que les atribuye al Presidente y al jefe de la Cámara de Diputados. No le falta razón.

Este cerrojo establecido por CFK no es inexpugnable, claro, y ya intentó aplicar algún correctivo. 

Uno fue en privado, a Massa, a quien le endilgó que algún empresario amigo hiciera trascender durísimas quejas del Presidente hacia su vice, durante la agitada noche y madrugada post renuncia de Guzmán.

Otra fue pública. El último jueves, de manera inédita, la cuenta oficial del Senado de la Nación descalificó una nota del portal Infobae en la que se contaba sin mucho detalle qué habían conversado Alberto y Cristina el día anterior. 

El tuit senatorial sobre el que decide Hernán Reibel, histórico asesor de comunicación de CFK y hombre de La Cámpora, tachó a la información como de totalmente falsa, cuando en todo caso podía considerarse parcialmente errónea.

Pese a la “paz”, CFK ya les pasó nuevas facturas estos días a Massa y a Alberto F

Eso es lo que se vio. Vale la pena detenerse en lo que subyace. El embate no fue sobre el portal o los autores del reporte. En su memorabilia de off presidenciales, Cristina acumula como uno de sus instrumentos centrales a un editor periodístico de la web, de larga trayectoria y muy cercano a Alberto F desde que fue jefe de Gabinete K. De hecho es uno de los destinatarios favoritos de whatsapps y telegrams albertistas en horarios insólitos.

Por si no queda claro: la desmentida al portal de Daniel Hadad (que está en misión empresarial por España) en realidad es una advertencia al Presidente de que ante el menor incumplimiento del “pacto de no filtración” la réplica será instantánea.

Acaso esta anécdota desnude la fragilidad sobre la cual se erige la actual paz aparente del trío oficialista.

El epicentro de las intrigas está en Economía. Cristina y su gente guardan un momentáneo silencio sobre los primeros movimientos de Batakis. No están muy conformes con las señales inaugurales, pero asumen que no está el horno para bollos. ¿Hasta cuándo?

La renovación de cargos es casi imperceptible, más allá del equipo económico, nacido y criado en la tecnocracia bonaerense. Que un asiento en el directorio del Banco Central. Que la presidencia de la Comisión Nacional de Valores. Que alguna silla dentro de la Secretaría de Energía, donde solo se removieron sombras de Guzmán y el cristinismo luce robustecido. Incluyamos en este trasiego el reemplazo del CEO de YPF.

Según fuentes albertistas, Cristina presiona por más cambios y de mayor jerarquía. También, que el Presidente consiga en su diálogo próximo con Joe Biden el compromiso de que EE.UU. interceda ante el FMI para conseguir flexibilidad con el déficit fiscal comprometido para este año, de seguro incumplimiento.

El kirchnerismo niega todo, como suele hacer, pero admite que el libro de pases al Poder Ejecutivo no está cerrado para Massa en la Jefatura de Gabinete. El que desmiente tal posibilidad es el ex intendente de Tigre.

Contrasta el forzado sosiego del trípode oficialista con el in crescendo de la temperatura social. Movimientos sociales amigos y opositores empezaron a tantear caminos comunes de reclamos callejeros. Una parte de la CGT más la CTA impulsan el inicio de medidas de protesta. 

El malestar general que expresan las pocas encuestas serias que hay impacta en toda la dirigencia, no solamente política. Y se alimenta de la incertidumbre y la angustia que provocan la disparada de los precios y del dólar.

Los propios protagonistas de la tregua oficial reconocen bajo cuerda la fragilidad del paraguas que han abierto en medio de la tormenta económico-social argentina. El Gobierno pone en riesgo mucho más que la elección 2023: antes hay que llegar.