En los ratos libres, o para desconectar, el Presidente disfruta de la guitarra. Desde siempre. Es uno de los gustos que se da, en privado con su amigo Lito Nebbia o en público durante el almuerzo con el que lo agasajó el Movimiento Evita el 25 de mayo. De hecho, guitarras es lo que más le regalan en cada cumpleaños quienes lo conocen.
Acaso tanto rasgueo de cuerdas explique por qué políticamente guitarrea en demasía Alberto Fernández. Y, sobre todo, lo que desafina su gobierno en el sistema de toma de decisiones, más allá de los efectos que puedan tener ellas.
Esta semana se repitieron por enésima vez esas notas fallidas en canciones claves, con la salida del cristinista Roberto Feletti de la Secretaría de Comercio y el anuncio de la subida del piso para el impuesto a las Ganancias.
Según fuentes oficiales, Alberto F había acordado con Martín Guzmán y Feletti el pase a Economía del área Comercio. El entonces secretario, en off, se mostró envalentonado con la mudanza (dependía de Matías Kulfas) y el propio jefe de Estado hizo trascender su entusiasmo con el trabajo en conjunto de los dos funcionarios.
Pero pasaron cosas el fin de semana. Y el lunes 23, Feletti almorzó con Guzmán y le dijo que se iba. Cerca del ahora ex secretario dejaron trascender que la reversa se activó ante la negativa a su demanda de que se aumentaran los controles de precios y las retenciones a las exportaciones de alimentos. La épica.
Sin embargo, voceros de La Cámpora ofrecieron una versión distinta de la renuncia. Allí se lanzó que hubo una orden de Cristina Fernández de Kirchner para aislar a Guzmán que él pague el costo político de la nueva estrategia por la inflación. Casi como si hubiera sido exitosa la de Feletti, uno de los artífices (no el único) del cuatrimestre inflacionario récord de los últimos 30 años.
CFK viene tomando nota hace tiempo de los mimos que el FMI y el empresariado le vienen haciendo a Guzmán. Tal vez no los enamore tanto el jefe del Palacio de Hacienda como que la opción para su sustitución la aporte el kirchnerismo.
A la vicepresidenta le llegó la información de que Guzmán fue el único funcionario que acompañó a Alberto F en dos recientes cenas discretas en Olivos. Una con Paolo Rocca, de Techint. La otra con Luis Pagani, de Arcor. El cristinismo vislumbró que no había margen para Feletti ni para nadie propio en Comercio.
Esa misma idea podía agitarse para el área de Energía, que también depende de Guzmán, y desde la cual el viernes por la noche se consagraron los nuevos aumentos tarifarios de la electricidad y del gas, como quería el ministro y se oponía el planeta K.
Por eso en la últimas horas se azuzó el rumor de que dos funcionarios energéticos, “los FederiKos” Basualdo y Bernal, harían la “gran Feletti” y se irían de sus cargos para aislar a Guzmán, con la misma lógica de que él pague por los platos rotos de los incrementos tarifarios.
Desde el camporismo negaron las dimisiones de Basualdo y Bernal. “Ya le gustaría a Guzmán que se fueran. No le van a dar el gusto y es él quien hace correr la versión”, sostuvo una fuente calificada. En Economía desmienten la acusación, claro.
Lo que no pueden desmentir allí es el retroceso del ministro, que volvió sobre sus pasos y accedió al reclamo de Sergio Massa para subir el mínimo no imponible.
Contra lo que se vio en la sobreactuación que protagonizaron el viernes en las escalinatas de la Casa Rosada junto a la CGT (un espacio inédito para un anuncio oficial y previsto), Guzmán y Massa parecen dos locomotoras dispuestas al choque de frente.
El Presidente les da y les quita. A Guzmán lo empodera en su pelea con el cristinismo, pero le poda autoridad ante el jefe de la Cámara de Diputados. Así, Massa había coordinado su primera ofensiva por Ganancias de inicios de mayo pero Alberto “olvidó” avisarle desde su gira europea al ministro, quien calificó en público el reclamo como una “obviedad”.
Volvió a la carga días atrás cuando percibió que el ministro dilataba la medida para después del medio aguinaldo, con el fin de evitar un recorte a la recaudación impositiva. “Martín me boludea”, cuentan que mascullaba Massa. Volvió a hablar con Fernández y amenazó al ministro con imponerle la medida vía un proyecto de ley, que seguramente apoyaría con gusto la oposición.
“No te calentés con Sergio”, trató de aplacar el Presidente a un Guzmán en inusual modo colérico con el líder del Frente Renovador. El ministro tiene asumido también que las movidas en su contra no provienen sólo del kirchnerismo. Esa relación no termina bien.
Para evitar sumar nafta al fuego de su fractura con Cristina, Alberto F administra el conflicto Guzmán-Massa fiel a su estilo: le dice a cada uno lo que el otro quiere escuchar. La canción siempre es la misma y luce tan remanida como poco seductora para oír a esta altura de la guitarreada.