Las PASO resultaron ser un evento fundamental en la economía y política del país. Dado el resultado, para evitar que se deterioren enormemente todas las variables de la economía es indispensable que los principales candidatos hablen, acuerden algunas premisas básicas y las comuniquen. La fenomenal suba del tipo de cambio no es porque Alberto Fernández haya dicho que quería un dólar más alto unos días antes de las elecciones y el mercado quisiera darle el gusto. Más bien diría que es temor a las políticas que pueda implementar. Tampoco es porque algunos extrañarían a Macri y manifiestan así su repudio a Fernández porque eso es tirarse un tiro en el pie. Es simplemente el resultado natural de miles y miles de decisiones individuales que prefieren tener dólares en lugar de pesos o activos porque temen… ¿A qué temen? Cada uno sabrá, solo diré que es indispensable aliviar esos temores e intentar limitar la fragilidad institucional de Argentina.
Para ayudar en la transición, veamos qué país recibiría (hoy, en diciembre no sé) el próximo presidente:
El déficit fiscal se ha reducido a pesar de una ya casi imposible recuperación económica este año. Hace ya tres años que las economías provinciales están saneadas, con limitado endeudamiento provincial. Luego de casi ocho años tenemos superávit comercial (US$ 12 MM en 2019 y US$ 15 MM estimado 2020), si bien es cierto que más por desplome de importaciones que de crecimiento en exportaciones. La liquidación de cosecha será mejor de lo previsto, pero esta devaluación cae en un momento pésimo ya que se está planeando la próxima y los insumos están dolarizados. La energía casi no se subsidia y estamos pasando a una posición exportadora de gas luego de fuertes importaciones. La infraestructura del ferrocarril, algunos caminos y puertos ha mejorado ostensiblemente y eso reduce costos logísticos. Asimismo, es inconmensurable la diferencia en mayor eficiencia en la gestión pública nacional. Se contraponen a estas medidas una fuerte presión impositiva, un insensato impuesto al ahorro, un sistema demencial de anticipos y retenciones.
Además del posible superávit comercial y casi cero déficits fiscales, se esperaba que el nivel de deuda contraída para financiar el déficit heredado y el propio mantuviera un perfil de vencimientos razonables. Claro, calculado con otro tipo de cambio.
Desde el domingo ese panorama bastante aceptable se jibariza con el salto en el tipo de cambio y la recesión inexorable, ya no creo que pueda hablarse de equilibrio fiscal. El principal deudor en dólares es el Estado, y muchos de sus gastos están dolarizados. Con las tasas actuales será muy difícil financiarlo, con lo cual no hay muchas opciones que no sean una fuerte reducción de gastos.
Por supuesto que con crecimiento todos los problemas se reducen. Pero justamente el shock de las PASO ha limitado fuertemente el crecimiento de corto plazo.
El presidente Macri tiene la responsabilidad de gobernar y al mismo tiempo querrá ganar las elecciones. Espero que la oposición no tenga la equivocadísima idea de que puede estar cómodo criticando sin decir cuál sería su política. Y no olvidemos que hay al menos una tercera alternativa que quiere participar, introduciendo un factor adicional de la ecuación.
Antes de las PASO era obvio que a un partido le convenía criticar al otro, y todos atacaban al Gobierno, sea lo que fuera que hiciera. Ahora no deben desestabilizar, sino contribuir con sensatez a una discusión lógica de qué tipo de país queremos: ¿Queremos ser un país señero en industria del conocimiento, supermercado del mundo, tener energías limpias, exportar lo que el mundo necesita? No tiene sentido intentar que haya tormenta para que se hunda el barco cuyo capitán es Macri y su equipo. No se olviden de que en el barco llamado Argentina estamos todos.
*Economista. Universidad CEMA.