El emblemático empresario Victorio Américo Gualtieri desembarcó en agosto en Chivilcoy, los pagos del ministro del Interior, Florencio Randazzo, para levantar una fábrica de durmientes de hormigón para los trenes.
Gualtieri se hizo famoso y no precisamente por ser un hombre de negocios transparente. En la década del 90, cuando Eduardo Duhalde era gobernador de Buenos Aires, se hizo millonario con la adjudicación de obra pública por más de 215 millones de dólares. Hasta que cayó en desgracia. Entró en la cartera de morosos incobrables del Banco Provincia por una deuda de millones de dólares, fue condenado por defraudación al fisco y fue acusado de contrabando de explosivos.
El 11 de agosto, el Parque Industrial de Chivilcoy anunció que la empresa Frontera SA llegaba a la ciudad para levantar una nave de 60 metros de largo por 18 de ancho, con el objetivo de construir los durmientes. El Concejo Deliberante lo aprobó por unanimidad. El intendente, Darío Speranza, estaba ilusionado: la firma daría trabajo a la gente de la ciudad. Pero lo que no vieron es que Frontera SA pertenece al grupo Afao Services, un nombre de fantasía, que nuclea a cinco empresas de Gualtieri.
Para hacer la obra, el empresario contrató un estudio de arquitectos y compró en Italia una máquina de premoldeados cuyo precio ronda los cinco millones de euros. En agosto empezó con tareas de movimiento de suelo, algo que sigue hasta hoy. El presidente del Parque Industrial, Jorge Bellini, dijo a PERFIL que los trabajos se complicaron por el clima pero que estiman que para diciembre la obra estará lista.
Sin embargo, fuentes oficiales contaron otra historia. Dijeron que Frontera había llegado con la promesa de que tenía licitaciones ganadas para hacer los durmientes y que luego descubrieron que eso no era cierto. En efecto, en la licitación del año pasado la empresa salió cuarta. Ofreció el precio más alto por unidad en una compulsa para hacer 220 mil durmientes de hormigón, según constató este diario. También dijeron que, cuando descubrieron que detrás de Frontera estaba Gualtieri, tomaron la decisión de dar marcha atrás con el proyecto.
En un escrito que acercaron fuentes oficiales del municipio de Chivilcoy a este diario, redactado en octubre –es decir, dos meses después– por el secretario de Legal y Técnica de ese distrito, se comunica al intendente que detrás de Frontera está Gualtieri y que, al haber sido condenado por defraudación al fisco, se instaba a dar marcha atrás con la obra. Las fuentes oficiales aseguraron que una vez que se remita la información de la AFIP y que se confirme la versión, el jefe comunal desechará la inversión hecha por el empresario.
Las mismas fuentes dijeron que Gualtieri no tiene ningún vínculo con el Ministerio del Interior, que no ganó licitaciones y que no hará, de ninguna manera, durmientes de hormigón para los trenes que se están renovando en todo el país. Ni ahora ni nunca, prometieron. También aclararon que no está firmado el boleto de compraventa del terreno donde se levantaría la fábrica. Lo llamativo es que, con los antecedentes que tiene, Gualtieri tenga capacidad en el Registro de Constructores para presentarse a licitaciones en la Nación y la Provincia. Quizás es algo que el Gobierno debería revisar. En definitiva, la historia oficial dice que cuando Randazzo se enteró de que detrás de Frontera estaba Gualtieri, le bajó el pulgar. “Nosotros no vamos a hacer obras con gente que le trajo dolores de cabeza al Estado”, dijeron cerca del jefe de la cartera. Así, la fábrica de durmientes parece tener fecha de vencimiento.