POLITICA
macri no quiere apurarse

Entre desconcierto, desconfianza y tensiones, el PRO ve “lejos” aún un acuerdo con LLA

El partido amarillo trabaja en la reconstrucción, bajo la nueva conducción de Macri, pero se muestra cauto respecto de un posible acuerdo con los libertarios. Es que no está claro cómo seguirán la marcha de la economía y el impacto en la opinión pública, y al mismo tiempo, en el PRO quieren recuperar su identidad partidaria y no quedar como parte de la “casta”. El expresidente por ahora se mantiene en silencio y solo felicitó a los senadores por no votar el aumento.

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Reunión. Hace un año, Macri encabezaba un encuentro con varios de los referentes del PRO. | cedoc

Aunque, naturalmente, se sienten cerca de las ideas de las políticas públicas del Gobierno, una convergencia electoral el año que viene para las elecciones parlamentarias entre el PRO y La Libertad Avanza no se ve nítida. Y, en todo caso, la reconstrucción que vendrá en el partido amarillo, con Mauricio Macri como presidente, supondrá una discusión interna al respecto.

Cinco frases de legisladores, intendentes y funcionarios porteños ayudan a entender el clima reinante:

  • “Hoy el PRO ayuda, pero no se siente parte del oficialismo”.
  • “Estamos lejos de un acuerdo (entre el PRO y La Libertad Avanza). Además, eso implicaría que Milei acuerde con nuestros gobernadores”.
  • “Es todo muy extraño. Tengo años en esto, pero a veces siento que estamos sin brújula y que no entiendo nada”.
  • “Es incoherente los momentos que eligen para el relato. Justo cuando van camino al consenso explota el Presidente con un insulto y se aniquila todo. Desde el PRO la seguimos remando, pero se hace difícil”.
  • “Cuando nos llaman a la Rosada nos dicen una cosa y después cambian. A veces no sabemos si es intencional o si no pueden controlar al Presidente”.

En este contexto, una primera definición que recorre desde las oficinas de Macri en Vicente López (donde hace diez días recibió a la intendenta local y flamante vicepresidenta del PRO, Soledad Martínez), hasta los despachos de la calle Uspallata y el anexo del Congreso, es que no se deben acelerar los tiempos.

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En principio, porque no tienen claro cómo seguirá la marcha del Gobierno en cuanto a la economía y a la opinión pública. Y en segundo lugar, porque una de las cuestiones que prevalecen es que el PRO no debe quedar como “parte de la casta”. Figuras como María Eugenia Vidal, Cristian Ritondo o Diego Santilli repiten que el PRO tiene que recuperar su “identidad”.

En Diputados lo que salva la convergencia con el oficialismo es la relación personal de Javier Milei con Ritondo. En la bancada no cesan las quejas sobre Martín Menem por la administración de Diputados: desde problemas con los pasajes para los legisladores del interior, los trámites del día a día y hasta la falta de maniobrabilidad política para los acuerdos que terminan en Balcarce 50.

Lo cierto es que está claro que Mauricio Macri no quiere apresurar definiciones. Sigue en silencio. Solo felicitó esta semana al bloque de senadores nacionales por no acompañar el aumento en sus dietas. Pero no convocó aún al nuevo consejo directivo partidario. Los tiempos del expresidente son otros. No tiene un acuerdo formal con Milei –como quizá le hubiera gustado en noviembre del año pasado– y la incorporación de funcionarios al gobierno nacional se dio de manera puntual.

Desde el desembarco de Patricia Bullrich –con quien sigue distanciado– pasando por cargos puntuales como, hace quince días, el de Cristian Larsen en Parques Nacionales gracias a los buenos oficios de Hernán Lombardi, se trata de lugares específicos. El jefe de Gabinete, Nicolás Posse, lo hace saber: tiene cajoneados los CV donde aparece la palabra PRO.

Las figuras libertarias envían señales de que podrían prescindir del PRO en 2025

Y surge un problema adicional: en el territorio siguen estando más cerca los radicales que los libertarios. Casos como Mar del Plata o 9 de Julio, con intendentes amarillos como Guillermo Montenegro o María José Gentile, muestran que los concejales de LLA son los más férreos opositores, incluso más que La Cámpora.

En el capítulo porteño, Jorge Macri soltó ante su mesa chica en un par de oportunidades que, tal vez, lo ideal en las listas de 2025 es que vaya cada uno por su lado. La lógica: que haya tres senadores de centroderecha y sacarle una banca al kirchnerismo. Pero detrás aparece Karina Milei pidiéndole a la legisladora Pilar Ramírez que sea su armadora porteña libertaria en CABA lejos del PRO.

En la Provincia el panorama es distinto: un acuerdo PRO-LLA podría llevar una victoria ante el PJ.

Pero figuras libertarias como Guillermo Francos (Interior), así como Santiago Caputo, envían señales de que la marca violeta LLA podría prescindir perfectamente de la marca amarilla. La secretaria general de la Presidencia se lo deslizó al propio Macri cuando se reunieron hace un mes: podría haber acuerdos distritales puntuales, pero su objetivo es que crezca LLA.

Igualmente, por ahora, el tema salió de la agenda pública. Visto a la distancia, 2025 lo define con crudeza un bonaerense del PRO: “Si vamos solos, vamos a salir terceros a nivel nacional. Nuestros votantes fueron a otro lado. Y no vemos ánimo de acuerdo tampoco del otro lado. Es el peor escenario hoy”.