POLITICA
A 70 años de su muerte

Los secretos del doctor Pedro Ara para embalsamar a Eva Perón

El médico español Pedro Ara fue encargado por Juan Domingo Perón para conservarlo. Fue custodio del cadáver durante años, y se encargó de restaurarlo cuando se los militares devolvieron al ex presidente tras tenerlo enterrado bajo un nombre falso en Italia.

Eva Duarte 20220719
Evita | Cedoc Perfil

Las peripecias que sufrió el cadáver de Eva Perón es una de las situaciones más inverosímiles, violentas y repudiables de la historia argentina.

Desde el vamos, el intento de su marido, el general Juan Domingo Perón, presidente de la república de conservar el cuerpo para exhibirlo en un mausoleo, que la propia “abanderada de los humildes” había pedido. Sería un “Monumento al descamisado”, más alto, más pesado, más costoso y que se viera de lejos, en lugar de darle una sepultura digna como a cualquier mortal.

“La obra debe servir para que los peronistas se entusiasmen y desahoguen sus emociones eternamente, aun cuando ninguno de nosotros esté vivo”, le dijo la propia Evita a la diputada Celina Rodríguez de Martínez Paiva, que presentaría el proyecto en el Congreso de la Nación.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Para poder conservar el cuerpo de la primera dama, se contrató al doctor Pedro Ara, un español que había vivido varios años en la Argentina, y que asumió la responsabilidad de una tarea completamente fuera de lo común.

Secuestro, vejaciones y tumbas falsas: el siniestro recorrido del cadáver de Eva Perón

Ara preservó el cuerpo de Evita y todos los detalles de su trabajo de los comentarios y los medios, que ofrecieron mil versiones. Pero tuvo la visión como para entender que había sido protagonista de una situación única en la historia y cuando lo creyó conveniente, publicó sus memorias en un libro que tuvo dos ediciones. “Eva Perón. La verdadera historia contada por el médico que preservó su cuerpo” revela la cotidianidad del trabajo de Ara, en el que confiaron tanto Perón como la familia de Evita, y el médico se ocupa de dejar en claro que nunca los defraudó, más allá de no meterse jamás en cuestiones de la turbulenta política argentina.

“Nunca fui ni soy un embalsamador” define Ara en las primeras páginas, ya que fue convocado para un único trabajo de estas características, y se ocupó de estudiar “uno de los tantos capítulos de la técnica anatómica que los profesores tenemos la obligación de conocer”, asegura el médico español, que cuenta haber cobrado cien mil dólares por aquel trabajo.

Eva Duarte 20220719
El doctor Pedro Ara con el cadáver de Eva Perón.

"Secreto de confesión": cómo y porqué la iglesia escondió el cuerpo de Evita durante 14 años

El primer contacto que tuvo con Perón fue absolutamente inocente y alejado de la conservación del cadáver de Evita. Fue uno de los asistentes a una conferencia del entonces Coronel Perón, en tiempos de la llamada “Revolución de los coroneles”, cuando todavía no había nacido el peronismo ni se perfilaba el disertante ocasional como el líder político que marcaría la vida de los argentinos por décadas.

El contacto importante entre Ara y Perón sucedió a partir de junio de 1952, aproximadamente un mes antes de la muerte de la primera dama. Entonces se presentó ante el médico, un colega argentino de origen español que le propuso iniciar una campaña publicitaria a su favor, sabiendo que a Evita no le quedaba mucho tiempo y que su esposo quería conservar su cuerpo para ser exhibido ante el público. “Lo miré aterrado”, reconoce Ara en su libro. “Me obligarán a abandonar el país. Les ruego que no hagan nada, que ni se acuerden de que estoy en el mundo” fue su respuesta.

Sin embargo, su destino parecía sellado. Entonces, el fatídico 26 de julio de 1952, alrededor de las cinco de la tarde, le informaron que lo pasarían a buscar. Cuando llegó al lugar de la reunión, donde Evita había agonizado, lo recibió el ministro Raúl Mendé, quien le dio la noticia. “A las ocho y veinticinco la señora de Perón ha pasado a la inmortalidad. El presidente y todos sus colaboradores queremos que usted, doctor Ara, prepare el cadáver para exponerlo al pueblo y ser luego depositado en la cripta monumental que hemos de construir”.

Video: descubren imágenes del funeral de Eva Perón en una película de Batman

Se establecieron entonces las condiciones de reserva, de técnica y de independencia que estimaba Ara que debían mantenerse, todas condiciones aceptadas de inmediato por el presidente. En poco tiempo el médico reunió los elementos que necesitaba y esa misma noche comenzó su trabajo de preservación, ya que a las diez de la mañana debería comenzar el multitudinario velatorio que duró más de dos semanas.

Cuando volvió a la casa presidencial con los elementos necesarios, fue el propio Perón quien lo recibió. “Profesor, esta es su casa. Usted dispone y manda sin que nada haya de ser consultado conmigo. Estoy muy de acuerdo con usted en que la operación no sirva de espectáculo a nadie. Ni los ministros médicos estarán presentes. Tiene usted, doctor, puestas por dentro las llaves de todas las puertas que comunican con el departamento de mi pobrecita mujer. No permita usted que entre nadie, ni aunque sea de la familia. Yo tampoco entraré. Vamos a cerrar desde ya la comunicación con mi cuarto”, le dijo el presidente, dándole plenos poderes para hacer su trabajo.

Así, el doctor Ara se quedó a solas con su ayudante ante el cuerpo sin vida de Eva Perón. Para las ocho de la mañana del día siguiente, el 27 de julio, según las anotaciones de Ara en su libro, “El cadáver de Eva Perón era ya  absoluta y definitivamente incorruptible”.

Entonces dio paso a modista y peluquero para que terminaran de preparar el cuerpo para su velatorio, que parecería infinito… Fueron 16 días de un desfile permanente de fieles que se acercaban a dar el último adiós a la Primera Dama, a la Abanderada de los humildes, pero esos días fueron una tortura para el doctor Ara, que se había ocupado de sellar el cajón y administrar lo necesario para su conservación. Perón había puesto a Héctor Cámpora como intermediario entre Ara y el gobierno, y el futuro presidente se ocupó de resolver todos los pedidos del médico español, que había sido su profesor de medicina en Córdoba.

Eva Duarte 20220719
Las memorias de Pedro Ara, Eva Perón., La verdadera historia contada por el médico que preservó su cuerpo.

Durante los días en que se veló a Evita, hubo varios inconvenientes con sus restos. No por el trabajo de Ara, sino por comedidos que intentaban protegerlo más allá de las directivas del médico. Así, lo abrieron en varias ocasiones para desempañar el vidrio junto a su cara, poniendo en peligro el trabajo de conservación.

Cuando la situación fue insostenible para Ara, se decidió a hablar con el mismo Perón, quien decidió poner fin al velatorio y anunció a la población argentina de que no volverían a ver los restos conservados de Evita por un año al menos.

Finalizado el multitudinario homenaje, y pese a los reparos del médico español, Perón decidió mantener el pedido de Evita, de que su cuerpo repose en el edificio de la CGT. Ara, con buen criterio, pidió un lugar más tranquilo, menos expuesto a la turbulencia propia y externa. Pero el presidente le garantizó total tranquilidad, y ni siquiera los bombardeos a la Plaza de Mayo de los golpistas cuando quisieron matar al presidente rompieron esa tranquilidad.

Pero el mausoleo donde los restos de Evita descansarían eternamente no se construyó nunca, y sus restos quedaron en la CGT, al cuidado de Ara hasta incluso luego de la caída de Perón y la toma del poder de la autodenominada “Revolución Libertadora”.

La vida de Eva Perón en 33 hitos, a 102 años de su nacimiento

Y si el país entró en una zozobra importante, peor fue para el médico. Entre otras cosas, estaba pendiente su pago, que varias veces los funcionarios a cargo del tema quisieron saldar y Ara soslayó. Pero finalmente, entendió que debía hacer caso a la insistencia de Juanita Larrauri, de la Fundación Eva Perón, y aceptó el pago, sabiendo tanto el médico como la funcionaria que cumplió con lo prometido, que esos 50 mil dólares le podrían haber servido a Larrauri como salvoconducto para salir del país y evitar la persecución política.

Llegaron entonces los tiempos en que Ara debió negociar con las nuevas autoridades. Mil versiones circularon en torno al cadáver de Eva. Que era una réplica, un artificio, que lo iban a quemar, que los peronistas lo usarían como trofeo. La cuestión es que Ara no veía la hora de entregar el cuerpo y deslindar sus obligaciones. A pesar de la caída del peronismo, el médico siguió yendo a la CGT, donde el cadáver estaba protegido por las fuerzas de seguridad que, fieles al pedido de Perón, obedecían ciegamente al médico español.

Tras varias reuniones e intentos por parte de Ara que no llegaron a nada, el 5 de noviembre tuvo una resolución, aunque no fue para nada la que intentó en vano durante meses. Fue informado que tenía el acceso prohibido al edificio de la CGT, orden que fue revocada pocos días después. Finalmente, un llamado anónimo le informó que “se la llevaron”. Ara asegura que fue luego del 24 de noviembre, pero a la hora de escribir, no puede ser preciso ya que nunca anotó los detalles de ese llamado.

Eva Duarte 20220719
El cuerpo embalsamado de Evita.

Allí comenzó otra parte de la manipulación que sufrió el cuerpo de Eva Perón, enterrado bajo un nombre falso en Italia, hasta que fue devuelto a Perón casi 20 años después de aquel 26 de julio de 1952, y también Ara fue protagonista en aquel momento.

Según relata en su libro, fue José López Rega quien lo convocó el 4 de septiembre de 1971 a la residencia de Perón en España, la “Quinta 17 de octubre”. Ara fue en encargado de revisar el cuerpo, que tenía la nariz aplastada, tenía marcas de otros aplastamientos y por los choques en los desplazamientos, sin mayores daños que los ocasionados por los traslados y haber estado enterrada bajo tierra.

El libro del doctor Pedro Ara fue escrito entre 1956 y 1960 y publicado poco antes de su muerte en 1973. Los restos de Eva Perón nunca llegaron al mausoleo que se había proyectado, y descansan en el panteón de la familia Duarte en el porteño cementerio de La Recoleta.